[cerrar]

Comparta esta nota con un amigo

E-Mail de su amigo
Su nombre
Su E-Mail

Por Luis D’Elía *

La detención y procesamiento de los jefes montoneros pretende ser utilizada para reinstalar la perversa “teoría de los dos demonios”, intentando de nuevo poner en pie de igualdad a los que llevaron adelante el terrorismo de Estado con los que resistieron a la más feroz dictadura de la que tengamos memoria.
La medida judicial, disparada como reacción a los pasos que se están dando contra la impunidad, puede ser leída como una acción contra el gobierno nacional, al sembrar la confusión, proponerse diluir la responsabilidad de los represores y frenar el avance de la Justicia que deberá caer sobre sus cabezas.
A los jefes guerrilleros que sobrevivieron al genocidio, desde el campo popular se les pueden hacer cargos políticos y reclamarles que se haga una autocrítica seria por los errores cometidos, incluida la aceptación y convalidación de los indultos. Pero es una infamia hacer foco en sus responsabilidades para desvirtuar la lucha heroica llevada adelante por miles de compañeros convencidos y conscientes, que en condiciones de clandestinidad enfrentaron a los que cometieron horrores y se hicieron dueños de la vida y la muerte de los argentinos para implantar un modelo económico que nos destruyó como nación.
Nosotros, como Movimiento Piquetero, que nuclea a tantos trabajadores desocupados, pobres y empobrecidos de nuestro país, generados por las políticas económicas y sociales que siguieron al genocidio, nos sentimos herederos de las gestas históricas del pueblo argentino por construir un país más justo y nos asumimos como la continuidad de la lucha, los ideales y los sueños de los compañeros de la generación del ‘70, que ennoblecieron la política al arriesgar y entregar la vida por sus convicciones. Por eso no nos alcanza rescatarlos como víctimas del terror; necesitamos reivindicarlos como lo que eran: luchadores políticos y sociales de la causa del pueblo, embanderados con la justicia social y la soberanía nacional. Las mismas banderas por las que vuelven a levantarse hoy los pueblos hermanos del continente.
* Y todos los miembros de la mesa nacional de la FTV-CTA (Federación de Tierra y Vivienda)