ESPECTáCULOS › DAMIAN SZIFRON CUENTA LAS HISTORIAS DETRAS DE SU OPERA PRIMA, “EL FONDO DEL MAR”
“Justo ahora me vine a cruzar con Ford Coppola”
El director interpreta su encuentro con el realizador de “El padrino”, de visita en Buenos Aires, como una especie de amuleto de la suerte. Aquí cuenta cómo su film, nacido casi por encargo, se convirtió en un ejercicio personal.
Por Martín Pérez
Algo así como el sueño del pibe. Eso es lo que sintió que estaba viviendo Damián Szifrón cuando un mediodía de la semana pasada se encontró frente a frente nada menos que con Francis Ford Coppola. “Salía de almorzar, fui a cruzar la calle y de pronto me di cuenta de que el tipo que estaba parado en la esquina era Coppola”, cuenta Szifrón, quien aclara que esto le sucedió antes que se supiera que el director de El Padrino –una de las películas fundamentales para el aprendizaje cinéfilo del creador de “Los simuladores”– estaba de visita en la Argentina. A pesar de que era un sueño hecho realidad, Szifrón en un principio no se atrevió a acercarse a su ídolo.
“No quería saludarlo en la calle y quedar como un cholulo. Las mil veces que me había imaginado un encuentro con Coppola todo sucedía de una manera muy diferente”, intenta explicar Damián, que fue casi empujado por su compañero de almuerzo a acercarse a su ídolo y presentarlo. “El tipo tampoco lo conocía, pero pidió permiso y le dijo que yo era un director de cine joven que estaba a punto de estrenar su primera película”, cuenta el director de El fondo del mar, su opera prima, que se estrena mañana. “Apenas alcancé a balbucear algo sobre lo mucho que aprendí viendo sus películas y él me contestó. Pero a pesar de lo anecdótico del encuentro, no puedo evitar seguir pensando en él. No es casualidad que, justo cuando estoy a punto de estrenar mi primera película, casi de la nada aparece Coppola en mi ciudad, a treinta cuadras de mi casa, y me desea suerte... ¿No le parece?”, pregunta Szifrón, y uno no puede menos que imaginar semejante escena dentro de un capítulo de “Los simuladores”.
Después de haber sido estrenada en el último Festival de Mar del Plata, Damián Szifrón estrena su ópera prima cuando casi ha terminado –con todo el éxito que se podía imaginar, y aún más– la segunda temporada de su serie “Los simuladores”. “¿Tendría que ponerme a filmar ahora la película de la serie?”, pregunta Szifrón, y la respuesta sólo la tiene él. Mientras asegura que los protagonistas de la serie lo presionan para que ponga manos a la obra –con un argumento contundente: “Es ahora o nunca: ¿A quién le interesaría hoy una película sobre Panigazzi?”– y lo equilibra con una persistente falta de entusiasmo personal sobre el asunto, Szifrón ahora sólo piensa en su primera película. Un proyecto que escribió y comenzó a rodar antes de que apareciese la posibilidad de hacer “Los simuladores” se terminó de filmar y se presentó en Mar del Plata después de terminada la primera temporada, y ahora tiene su estreno comercial cuando casi se ha terminado la segunda temporada de la serie. “Estoy muy contento de que exista, porque es como un pedazo de uno que ya tiene casi una existencia propia”, calcula Damián, que piensa en ella como una especie de thriller humorístico. “Una cruza entre Buster Keaton y Terminator.”
Protagonizada por Daniel Hen-dler, Dolores Fonzi y Gustavo Garzón, El fondo del mar cuenta la historia de la peor pesadilla de un celoso crónico hecha realidad y de todo lo que se sucede a continuación de esa revelación. Película pequeña pero minuciosa, en el concepto de explorar a fondo las posibilidades de una idea, El fondo... recuerda tal vez a El duelo, aquella primera película de un joven Steven Spielberg sobre un auto perseguido en la ruta por un camión misterioso. “La verdad es que agradezco haberla empezado a filmar antes de arrancar con ‘Los simuladores’, porque si no jamás la hubiese hecho”, confiesa Szifrón, muy lejos del ataque de celos que le sirvió como punto de partida para la escritura del guión. “Porque con la exposición pública y todas las posibilidades de generar y producir algo que tengo ahora, tal vez no me podría a contar una historia como esta.”
–¿De dónde sale una película como El fondo del mar?
–Tiene una historia medio accidentada. Todo comenzó cuando, después de venir de estudiar cine y hacer cortos, me pasé un par de años trabajando en televisión o en proyectos ajenos. Al darme cuenta de que hacía tiempo que no escribía ni filmaba nada mío, decidí usar la plata que tenía ahorrada para tomarme un tiempo y ver si generaba algo propio. Entre todas las cosas que hice apareció un proyecto que se llamaba La vuelta al mundo. Era una comedia romántica, y cada capítulo se suponía que se iba a filmar en un país distinto. Llegué a hacer sólo el primero, que se rodó en México, con Rodrigo de la Serna y Erica Rivas, y que aún hoy lo veo y le encuentro cosas interesantes. La cuestión es que ese único capítulo llegó a las manos de un productor que lo vio y me propuso que escribiese el guión de un telefilm con Diego Torres como protagonista. Justo cuando empecé a escribir se cayó lo de Diego Torres; el productor se abrió de sus socios, pero yo ya me había enganchado con la historia, así que la seguí escribiendo... y así fue como una película que en un principio iba a ser una opera prima por encargo, casi industrial, terminó siendo un proyecto muy personal.
–¿Cómo fueron apareciendo los actores?
–Al que siempre tuve presente fue a Gustavo Garzón. Porque había interpretado un papel muy parecido a éste en un capítulo que escribí para “Un mundo de sensaciones”. Así que escribí el personaje con él en la cabeza, y apenas tuve listo un borrador se lo mandé y me contestó enseguida. Y después apareció Dolores Fonzi. La había visto en Plata quemada y en la televisión, y me parecía una buena actriz que, además, de cara daba muy bien con la imagen de mina buena, pero que también podía disparar el imaginario de un celoso muy paranoico...
–Y más después de “Disputas”, ¿no?
–¡Claro! Digamos que ya me veía venir lo de “Disputas” (se ríe). Y el último en sumarse al proyecto fue Daniel Hendler...
–Es raro lo que dice, porque después de ver la película es imposible imaginársela sin Hen-dler...
–A mí me pasa lo mismo ahora..., pero entonces ese papel se lo propuse primero a Gonzalo de la Serna, que andaba muy ocupado haciendo “Okupas”. A Hendler lo había visto en la publicidad de Telefónica, y después en Esperando al Mesías, y cuando apareció funcionó por el lado de lo visual. Me parecía que uno lo veía al lado de Dolores y entendía enseguida por qué el pibe estaba paranoico. Además resultó ser un actor muy inteligente y creativo. Resultó ser casi lo opuesto de Garzón, que es un actor muy natural que habita el momento, mientras que Daniel es híper cerebral...
–Durante el corazón de la película, cuando el personaje de Hendler persigue al de Garzón, es como ver en acción a un torpe aprendiz de simulador...
–Alguien me dijo que el personaje de Hendler era el de un tipo cuyas ambiciones eran superiores a su capacidad. Es un tipo que piensa bien pero ejecuta mal. A mí lo que me gustó fue poner en acción a este personaje que ya sabemos que no es ni valiente ni heroico. Es más, como slogan alguna vez pensé en poner: Una película sobre el héroe que todos los débiles llevamos dentro (risas).
Mucho más cerca de comenzar a filmar otra película que de volver a la televisión, aunque aún le falta cerrar la segunda temporada de “Los simuladores” con un capitulo doble y tiene pensado hacer otro capítulo más para fin de año, Szifrón siente que más allá de tener que elegir entre cine o televisión, su elección es por la ficción. “Siempre fui medio sapo de otro pozo: en la televisión era el intelectual porque venía de estudiar cine, en la universidad de cine era el que hacía televisión”, cuenta el director, que se considera un cinéfilo de los que le gusta ir al cine. En un medio tramposo, en el que cuando se habla de “el cine que le gusta a la gente” muchas veces se está hablando sólo de los negocios de losproductores, Szifrón asegura que sus películas no tienen nada que ver con esa clase de productos. “Yo nunca haría una película que no le gustase a mi viejo, que es uno de esos cinéfilos puros, los de videoclub de barrio y a los que les gusta entretenerse, sí, pero además ver buen cine”, explica este director que revela que rechazó hacer la película de las Bandana. Que comenta con mucho respeto películas como La ciénaga, pero se entusiasma con Nueve reinas o Un oso rojo. Y que aún se está preguntando si debe o no ponerse a hacer, ahora, ya mismo, la película de Los simuladores.