EL PAíS
“La Argentina implosionó y la estamos tratando de levantar”
El presidente Néstor Kirchner visitó Rosario y se mostró muy afectuoso con el intendente socialista Hermes Binner. El gobernador Carlos Reutemann participó del acto de firma de contratos de obras viales.
Por Alicia Simeoni
y Guillermo Zysman
Desde Rosario
Fue un auténtico día K. Ni la amenaza de lluvia que obligó a cambiar de escenario, ni el minucioso operativo de seguridad lograron impedir que el Presidente desplegara su estilo durante la segunda visita a Rosario en lo que va de su gestión. El anuncio de las obras para renovar los accesos a la ciudad –por un total cercano a los 85 millones de pesos– pasó a un segundo plano, la impronta del Jefe de Estado volvió a convertirse en el principal foco de atención. Pese a los consejos y a las recomendaciones, Kirchner concedió más tiempo al contacto con la gente que a las formalidades del acto. “Es necesario que los argentinos hablemos con sinceridad porque estamos 10 kilómetros bajo tierra, la Argentina implosionó y la estamos tratando de levantar con el esfuerzo solidario de todos” dijo Kirchner, en un discurso en el que pasó revista a problemas clave, pero que atravesó con propuestas y expectativas planteadas al gobernador Carlos Reutemann, al diputado nacional y gobernador electo Jorge Obeid y al intendente de Rosario Hermes Binner, con los ejes en la transparencia del Estado y la eliminación definitiva de la corrupción.
Kirchner presidió el acto de firma de los contratos con las empresas adjudicatarias para la recuperación y mantenimiento de un tramo de 28 kilómetros de la avenida de Circunvalación y de la red de accesos a la ciudad y de la AO12 entre las Rutas Nacionales 9 y 12. Las obras comenzarán en la primera semana de octubre y suponen una inversión de más de 48 millones de pesos financiados en un 75 por ciento por el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento y el 25 por ciento restante por el Estado nacional.
El celoso cordón policial poco pudo hacer cuando el primer mandatario se acercó a cada uno de los sectores donde había gente esperándolo para saludarlo, besarlo, entregarle una carta, apretarle la mano o apenas mirarlo de cerca. Conversó con organizaciones que en Santa Fe el gobierno de Carlos Reutemann hace meses les niega una audiencia. Recorrió parte de la ciudad acompañado por una minicaravana que lo seguía tocando bocina y flameando banderas argentinas. El paso del huracán K por la ciudad dejó además otras sensaciones: el intendente Hermes Binner goza de la más alta estima presidencial en forma inversamente proporcional a lo que ocurre con Reutemann, que no logró sonreír durante toda la jornada.
Kirchner arribó a las 13.20 a la delegación local de la gobernación. De entrada marcó la diferencia: mientras Reutemann, Binner y el gobernador electo Jorge Obeid bajaron sin mayores contratiempos, él saludó desde la ventanilla y repartió besos a granel. Cuando bajó de la combi, se dirigió a cada uno de los sectores donde había gente esperándolo para saludarlo. Conversó con los integrantes de la Asociación en Defensa de la Vivienda Unica, que le plantearon su preocupación por los inminentes remates, y con los Padres del Dolor, una organización conformada por familiares de víctimas del gatillo fácil y de crímenes impunes. Ambas entidades hace meses pugnan por una audiencia que el gobierno provincial les viene negando sistemáticamente.
El Presidente tardó exactamente quince minutos en ingresar. La ovación más grande se la llevó cuando retrocedió unos pasos para abrazarse a uno de los ex combatientes de Malvinas. “Kirchner, Kirchner”, fue el grito ensordecedor de los veteranos de guerra que llegaron hasta el lugar del acto con sus uniformes a cuestas.
“Su excelencia”, lo llamó Hermes Binner al primer mandatario durante su discurso para después remarcarle que él era el responsable de la esperanza que recuperaron los argentinos. El Presidente retribuyó gentilezas con un efusivo abrazo. Reutemann se paró solo para darle la mano al jefe comunal demostrando la distancia que lo separa. El Lole, que recibió un tratosecundario del Presidente no logró sonreír a lo largo y a lo ancho de la jornada. Cuando Binner habló, el Presidente intercambió conceptos con su ministro del Interior. Cuando Reutemann hizo uso de la palabra conversó con el intendente. Cuando le tocó hablar enmarcó su discurso en su proyecto de gobierno y en su crítica a los ‘90.
El Presidente habló de la relación entre los políticos y la gente y de la “explosión ciudadana” del 20 de diciembre de 2001 y dijo que era necesario que los argentinos “hablemos con sinceridad porque estamos 10 kilómetros bajo tierra, la Argentina implosionó y la estamos tratando de levantar con el esfuerzo solidario de todos. Este país debe el 150 por ciento de su Producto Bruto Interno, no hay país en el mundo que deba lo que debemos nosotros, tenemos un default de 25 mil millones de dólares, hermanas y hermanos en la indigencia en el 50, 52 y 53 por ciento”.