Jueves, 9 de abril de 2015 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Gustavo Sain *
Las recientes revelaciones sobre el espionaje británico por el tema Malvinas marca a las claras la creciente preocupación del Reino Unido por el apoyo internacional que ha recibido en los últimos tiempos la República Argentina en su reclamo del cumplimiento de la resolución 2065 de Naciones Unidas, cuyo contenido obliga a las partes a una discusión por la soberanía de las islas en una mesa de negociación. Si bien el informe fue presentado como algo novedoso por el canal Todo Noticias, la vigilancia por sobre comunicaciones militares y de seguridad de nuestro país lleva años y data desde el inicio mismo del conflicto bélico con Inglaterra en 1982. Según los cables secretos de la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana (NSA) filtrados públicamente por Edward Snowden, mediante la Operación Quito –iniciada en 2009–, la Oficina de Asuntos Extranjeros Británica intenta influir positivamente sobre la opinión pública mediante la interceptación de comunicaciones y la puesta en marcha de una “guerra psicológica” en Internet a través de la divulgación de informaciones falsas en medios de comunicación, foros y redes sociales.
Según el informe de TN, los espías británicos hablaban de Argentina e Irán “como si fueran la misma cosa”, en una forzada interpretación de vincular el interés nacional de recuperación de las islas con la explotación de recursos naturales, fundamentalmente, petróleo. No resulta casual que estos documentos sean publicados días después de una nueva desestimación judicial de la denuncia presentada por el fiscal Nisman sobre el supuesto encubrimiento del gobierno nacional a la República Islámica de Irán por el atentado a la AMIA, donde se señalaba la existencia de un pacto entre ambos países de intercambio de trigo, justamente por petróleo. El sitio web The Intercep –donde se publicaron los documentos secretos en simultáneo con la presentación del informe de TN– es administrado por el periodista británico Glen Greenwald, quien cuenta con los 20.000 documentos secretos de la NSA que Snowden extrajo de los sistemas informáticos de la agencia. La estrategia de difusión es similar a la que utiliza Wikileaks para la divulgación de documentos secretos: se realiza en asociación con medios de comunicación de todo el mundo –principalmente medios gráficos–, donde se coordina cómo y cuándo van a ser publicados en simultáneo con la contraparte en cuestión.
Tal como se señala en el informe de TN, los documentos clasificados de la NSA llevan la calificación de “NoFor” (siglas de No Foreigners, no apto para extranjeros) y sólo disponible para los miembros del Five Eyes, a saber: Reino Unido, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Australia y Canadá. ¿Por qué estos cuatro países además de Gran Bretaña? La existencia del programa Prism que salió a luz en junio de 2013 denunciado por Snowden no es más que la continuidad de una red de espionaje montada por las agencias de inteligencia occidentales a partir de la Segunda Guerra Mundial. En 1988, el escritor neozelandés Nicky Hager denunció, en su libro Poder secreto: el rol de Nueva Zelanda en la red espía internacional, la existencia de un sistema mundial de interceptación de comunicaciones creado por Estados Unidos y Gran Bretaña durante la Guerra Fría. Tras un acuerdo firmado en 1948 entre Harry Truman y Winston Churchill –conocido como pacto Ukusa– se puso en funcionamiento el programa Echelon –de escalón, en inglés–, el antecesor de Prism, que tuvo como países miembro a Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Echelon siguió operativo a través del tiempo e inclusive, pese a las denuncias internacionales, actualmente se encuentra en pleno funcionamiento, con bases espías ocultas en diferentes partes del globo. Según un documento secreto de la NSA publicado en septiembre de 2013, las comunicaciones latinoamericanas se interceptan desde la Isla de Ascensión, ubicada en el océano Atlántico como parte de esta red espía internacional.
La existencia del programa Echelon fue denunciado públicamente en 1998 por el asesor en Inteligencia y comunicaciones del Parlamento Europeo, Duncan Campbell, al presentar ante ese organismo un informe que denunciaba que la NSA interceptaba, de manera habitual, todas las comunicaciones de teléfono, fax, télex, correo electrónico e Internet que entraban y salían de Europa. Según la investigación, la vigilancia se llevaba a cabo mediante un software de reconocimiento vocal para escucha de comunicaciones telefónicas, el uso de programas sniffers –olfateadores– para el reconocimiento de datos en la red y la utilización de aplicaciones encargadas de “patrullar” Internet. En el año 2000, Jeffrey Richelson, un ex especialista en temas de Inteligencia del Archivo Nacional de Seguridad de Washington, señaló que la red Echelon fue utilizada por Gran Bretaña durante la Guerra de Malvinas, ya que desde ese entonces las palabras Malvinas y Falklands fueron incluidas en el “diccionario” de los programas para la interceptación de comunicaciones. Una vez capturados, los mensajes eran enviados a las estaciones de Inteligencia británica para su posterior análisis. Estos términos nunca fueron excluidos de este sistema de vigilancia montado por la NSA en colaboración con el Cuartel General de Comunicaciones del gobierno británico (GCHQ), por lo que el espionaje Malvinas no es nada nuevo.
* Especialista en cibercrimen y autor del libro Delito y nuevas tecnologías: Fraude, narcotráfico y lavado de dinero por Internet de Editores del Puerto.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.