EL PAíS › OPINION

Las urnas y el road show

Primarias en Mendoza y Santa Fe. Los scores locales, hasta ahora. Oficialismos en riesgo, sus rivales. Salta: un resultado amplio con denuncias típicas. Gurúes que exageran a gusto de los patrones, exabruptos a pedido.

 Por Mario Wainfeld

Hoy se disputan internas abiertas en Mendoza y Santa Fe. Santa Fe fue pionera en la metodología, implementada allí antes que las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) fijadas a nivel nacional en 2011 y adoptadas por algunas provincias.

En los dos distritos está vedada la reelección inmediata de gobernador, norma minoritaria entre las 24 provincias.

En una etapa única en nuestra historia se está celebrando (valga la palabra) la novena disputa consecutiva por los ejecutivos y legislativos provinciales y comunales. Las tendencias varían según cada terruño, la cantidad de “partidos” jugados provee un historial de preferencias que no decide el resultado futuro, pero que algo indica.

En cada ocasión, dirigentes nacionales de todas las procedencias alientan a sus pollos locales, más o menos cercanos. En la previa, los road shows son recurrentes y transversales. Al sonar la pitada final, los referentes se suman al festejo (siempre) y a menudo dejan al caído sólo en su dolor. Fea la actitud, pero la política es resultadista, sobre todo en tiempos de alineamientos tan líquidos. Una semana atrás, Salta dio un ejemplo de esa disparidad de conductas.

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Bipartidismo especial: En Santa Fe y Mendoza se alternaron dos partidos en el poder, en ambas la primacía es peronista. Con ocho encuentros jugados, los scores difieren de los habituales en partidos de fútbol, claro. Aunque podrían tener parangón con el que disputaron en estos días los mexicanos de Tigres con los peruanos de Juan Aurich.

En Santa Fe, no hay paridad sino goleada: el peronismo en sus distintas vertientes triunfó seis veces, los socialistas en coalición dos. Hasta ahora, un diseño bipartidista con la peculiaridad de que su segundo término no es el más tradicional, la UCR.

Santa Fe es la única provincia que gobernó el socialismo en su historia. Y aunque el 6 a 2 impresione, son los socialistas los que prevalecieron en las dos últimas elecciones, detalle nada menor: son un oficialismo revalidado. Esa condición es un bonus, mayor que los viejos laureles.

Desde 1983 hasta 2007 mandaron los justicialistas. Dos gobernadores consiguieron ser reelectos dejando un período vacante, por mandato constitucional: Carlos Reutemann (electo en 1991 y 1999) y Jorge Obeid (ungido en1995 y 2003), signaron la política local durante dieciséis años.

Lole Reutemann fue el referente peronista local que llegó más alto en ligas nacionales. Hubiera podido ser candidato a presidente en 2003 y 2011, en ambos casos reculó por falta de decisión. En política no tuvo el coraje que derrochó en las pistas, se trata de actividades diferentes.

El socialista Hermes Binner disputó la presidencia en 2011: obtuvo el subcampeonato aunque a distancia sideral de Cristina Fernández de Kirchner. En pago propio, estuvo a un tris de ganar la gobernación en 2003: se la birló el capcioso mecanismo de la ley de lemas. Cuatro años después tuvo revancha, tras haberse validado en la intendencia de Rosario. Ambos territorios siguen siendo bastión del socialismo.

Miguel Lifschitz, ex intendente de Rosario, pintaba en 2011 para suceder a Binner, pero éste eligió a su ministro y más aliado Antonio Bonfatti. Como puede pasar en partidos estructurados, Lifschitz supo esperar su turno, que será ahora.

El Frente Progresista (FP) encabezado por el socialismo, cuenta con apoyo estable de varios partidos, el radicalismo es el principal. En esta curiosa coyuntura, los boinas blancas locales desacataron el mensaje de la Convención de Gualeguaychú. No van con el PRO sino con la alianza provincial ya mentada. Compiten en la Primaria, eso sí: su precandidato es el diputado Mario Barletta, ex intendente de Santa Fe.

Todos los pronósticos para hoy indican que los primeros puestos se dirimirán entre el FP y el PRO que promueve para gobernador a Miguel Del Sel. En 2011 el cualunquista Del Sel disputó voto a voto el ejecutivo provincial y perdió por un pelito.

Lifschtiz es considerado favorito en su interna. Si se corrobora esa hipótesis, se abrirá un enigma ulterior. Se refiere al voto radical perdidoso, hay quien supone que una fracción se desplazará al PRO. Para anticipar ese riesgo el postulante socialista se aseguró lealtades en la UCR, hay émulos de Yrigoyen y Alem en sus listas, desde el vice a varios legisladores.

Del Sel también sumó a un vice radical. Cuenta con el apoyo de Reutemann, quien adhirió al PRO este año, dejando de garpe al Frente Renovador (FR) del diputado Sergio Massa. El PRO va con lista única.

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Otros en la pista: Nadie es plenamente franco en las vísperas, sobre todo si no pica en punta. En la intimidad y en paliques informales, la dirigencia del FpV santafesino aspira a que su candidato, Omar Perotti, sea tercero en discordia, conservando un caudal de votos superior al veinte por ciento, por ahí el veinticinco entre los optimistas. Perotti es ex intendente y diputado, como Lifschitz y Barletta: las municipalidades son canteras de candidatos a gobernadores. Las gobernaciones lo han sido de presidenciables: el territorio pesa en un sistema político duradero.

Los comicios a vuelta única, que se pueden ganar con primera minoría, inducen a la polarización o sea a una conducta bipartidista del electorado. Las terceras fuerzas afrontan escenarios poco hospitalarios: el kirchnerismo lo es desde hace cuatro años en Santa Fe.

Si los escenarios son inhóspitos para los terceros, saben ser hostiles para los cuartos. Tal podría ser el destino del dirigente campestre Eduardo Buzzi (el titular de la Federación Agraria), quien corre con los colores del FR.

Claro que las reglas generales no son inexorables y que sólo se corroboran con el recuento real. Habrá que ver, se vota con boleta única que supuestamente facilita el escrutinio. Con tantas listas sobre la mesa, no está garantizado que así suceda hoy.

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Otoño en Mendoza: La cuyana es otra provincia con alternancia, en su caso la más convencional: peronistas y radicales. El tablero marca 5 a 3 a favor de los compañeros. Los correligionarios llegaron al empate cuando Julio Cobos fue gobernador y perdieron las dos últimas veces.

Los mendocinos tuvieron ocho gobernadores. El primero fue radical, con la oleada alfonsinista: Santiago Felipe Llaver. Su sucesor, el peronista José Octavio Bordón, fue candidato a presidente en 1995 por el Frepaso. Perdió a manos del por entonces imbatible presidente Carlos Menem aunque llegó segundo con millones de votos.

Como es fama, Cobos fue vicepresidente en fórmula con Cristina Kirchner, por la olvidada Concertación peronista radical. Lo que hizo el hombre en su momento es más recordado...

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La anterior y los alcaldes: El sistema político local es más generoso con los intendentes, que pueden ser reelectos, que con los gobernadores. La consecuente alta gravitación relativa de los alcaldes no es mecánica ni se mide matemáticamente pero existe.

El pretendiente radical a la gobernación 2015, Alfredo Cornejo, es intendente de Godoy Cruz. En las apuestas informales y en los quinchos políticos se lo tiene como el favorito para hoy. Los resultados de las legislativas de 2013 fueron muy propicios para los radicales tanto como aciagos para el FpV. Cornejo va con lista única, no afrontará internas. Lo apoyan el PRO y el FR cuya plana mayor especula con pegarse hoy una vueltita si se confirman los presagios. Siempre es lindo salir en la foto. No sea cosa de dejar solitos en la celebración al senador Ernesto Sanz (que juega de local) y a otros correligionarios radicales.

El FpV tuvo un cierre tensionado, que deriva en la existencia de tres listas. El senador Adolfo Bermejo encabeza la más afín al gobernador Francisco Pérez. El diputado Guillermo Carmona es el adalid de la kirchnerista. Matías Roby, ex ministro de Salud de Paco Pérez, con quien está peleadísimo, es el tercero en discordia. La expresión es adecuada. En Mendoza y Santa Fe, por razones diferentes, falló la mano habitualmente hábil de Juan Carlos Mazzón, el operador todo terreno y toda facción del peronismo.

Hay un consenso implícito entre los jefes de distintos partidos para las PASO nacionales o regionales. Podríamos cifrarla así: la experiencia del Frente Amplio-Unen en Capital dos años atrás (pluralidad de candidatos, cosecha total generosa) fue una golondrina que no hace verano. No convienen muchos precandidatos para las PASO, piensan los estrategas de campañas. Dos pueden andar, tres empiezan a ser demasiados. El criterio pragmático es interesante, apriorístico por ahora. Nada es universal en ese tipo de tácticas. Los peronistas mendocinos, sin ir más lejos, confían en que la competencia interna será sinérgica y potenciará al conjunto.

Un bienio atrás, el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) tuvo un gran resultado en las legislativas nacionales mendocinas y sumó un diputado. Ahora tratará de conservar su caudal en una elección ejecutiva, más peliaguda. Como es tradición en la izquierda, hay alternativa divisoria: el MST presenta sus propias listas.

Tanto como en Santa Fe, el segundo indicador esencial a mirar esta noche en Mendoza, más allá de quién ganó, será la diferencia con el segundo. Las Primarias no definen los cargos pero los resultados amplios son difíciles de revertir.

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Salta, goleada y después: Tal parece ser la diferencia que obtuvo el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey sobre su principal competidor Juan Carlos Romero. Más de 13 puntos porcentuales con un caudal de más del 47 por ciento. La carrera real es en mayo, la pole position es para el oficialismo local.

El ex gobernador Romero apenas superó a su rival por tres puntos y monedas en la capital provincial, que es su bastión.

Se aplicó el voto electrónico en todas las mesas, el resultado se develó velozmente. Romero lanzó acusaciones de fraude, que ocuparon un espacio módico (pero espacio al fin) en los diarios del lunes.

Ya en la semana el presidente del Tribunal Electoral, Guillermo Posadas, informó que las denuncias no llegaron a sus estrados: los apoderados partidarios no formularon objeciones. Agregó que se hizo, como marca la ley, un rechequeo “manual” de los votos emitidos. Se recontaron 176 mesas que representan el 6,15 por ciento del total. No hubo divergencias entre las papeletas con las cifras de las compus.

Romero, pues, esbozó lo que podríamos apodar “la gran Clarín”. Una denuncia estruendosa floja o nula de papeles que no llegó a tribunales. Decimos que esbozó porque no llegó a tanto como el gran diario argentino: no le exigió a Urtubey que probara él su inocencia o, mejor dicho, su victoria.

Romero quedó solito en su protesta y en la noche del domingo.

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La derecha entusiasta y el clima general: Un cónclave empresario, convocado por Eduardo Eurnekian, merece sus líneas en esta crónica. (Se) expusieron ahí los economistas José Luis Espert, Miguel Angel Broda y Carlos Melconian. Sus alocuciones están bien reflejadas en una nota de Francisco Olivera, publicada en La Nación.

Espert, que es un energúmeno que gusta demostrarlo, clasificó a las paritarias como “fascistas”. Broda, que es otro gurú salvaje afecto a disimularlo con jerga engolada y menciones futboleras, pidió para el futuro un equipo económico de 200 personas calificadas, como el del ex ministro Domingo Cavallo. Y tipificó como marxista a la política económica del gobierno nacional.

Melconian, que camufla su fundamentalismo con lenguaje de muchacho arrabalero, dijo que se cuidaría más porque ansía ser ministro si el jefe de Gobierno Mauricio Macri llega a la Rosada. Pero no se quedó muy atrás, aunque Espert lo tildó de cobarde.

La Nación chimenta que las exposiciones, de tan tremendistas, motivaron críticas de los propios empresarios, que cotillearon en las mesas o en los baños. Las charlas de quincho (o de mingitorio) no deben engañar. Quienes organizan esas tenidas saben a quién le dan la palabra, para eso los invitan y les pagan.

Cuando los dueños del poder pintan un autorretrato, hay que detenerse a mirarlo. La jugada muestra y hasta ostenta el afán ideológico-político del gran empresariado nativo. No le cuadra el famoso proverbio del agua y el niño: esta gente linda quiere tirar al niño. En este caso, a despecho de la retórica republicana a la que nuestra derecha no renuncia, aspiran a “cargarse” instituciones. Las convenciones colectivas lo son como otros derechos consagrados en lo social: la Asignación Universal por Hijo, el programa Progresar, las jubilaciones cuasi universales.

Amplios son los márgenes del debate en disputa. El clima de estabilidad y gobernabilidad al cierre del mandato de la presidenta Cristina exaspera a los líderes de la oposición, los poderes fácticos.

Esa referencia signará los meses venideros, las operaciones mediáticas o políticas no tienen pinta de haber cesado.

Entre tanto, aun a riesgo de repetirse, vale la pena congratularse porque se siguen cumpliendo las rutinas democráticas. Cada votación consolida al sistema. El pueblo soberano emite sus veredictos para imponer los cambios o continuidades que desea. Las mayorías se expresan y se constituyen ahí, mal que les pese a unos pocos.

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Imagen: Andrés Macera
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