EL PAíS › EL SENADO DESTITUYO A MOLINE
O’CONNOR COMO JUEZ DE LA SUPREMA CORTE
Su señoría ya se dedica full time al tenis
Por primera vez en 50 años el Senado destituye a un cortesano. La mayoría fue muy ajustada. El peronismo aportó casi todos los votos acusatorios. Los radicales, sin ningún pudor, defendieron al ex juez menemista. El ex magistrado zafó, raspando, de ser inhabilitado para ejercer cargos públicos. Pero lo de la Corte, para él, es pasado.
Por Felipe Yapur y Eduardo Tagliaferro
No hubo ni grandes euforias ni tampoco grandes tristezas. No fue por un amplio margen, pero el oficialismo obtuvo los votos necesarios para destituir al juez de la Corte Suprema Eduardo Moliné O’Connor. En dos de los nueve cargos que enfrentó quien supo ser definido como el cerebro de la mayoría automática del menemismo, se alcanzaron los dos tercios necesarios. Cuarenta y cinco senadores consideraron que el magistrado “legitimó un reclamo fraudulento” en el caso Meller y que “abdicó de ejercer el control de responsabilidad” que le correspondía. A pesar de la gravedad de esta acusación, para la mayoría de los legisladores esto no fue suficiente como para inhabilitarlo para ocupar un cargo público en el futuro. “No será más ministro de la Corte, pero, incoherencias de este cuerpo, podrá ser senador de la Nación”, confió a Página/12 la santacruceña Cristina Fernández de Kirchner.
Luego de que se votaron los cargos y una vez que se leyó la sentencia del caso, en la que constaba que no fue aprobada su inhabilitación, algunos senadores repararon en la contradicción. “La inhabilitación la realizará la Justicia, no es una incongruencia”, dijo el salteño Marcelo López Arias, en un intento de retirar esa definición del fallo que estaba por votarse. “Para algunos podrá ser una incoherencia. En realidad suena y es incongruente. La remisión a la Justicia no los exime de la responsabilidad de su voto. El reglamento dice que hay que pronunciarse por la destitución y por la inhabilidad y debe constar en el fallo. Hay que hacerse cargo de lo que cada uno vota”, le respondió Kirchner. El tema no era menor y tanto el diputado Carlos Iparraguirre, integrante de la comisión de acusación, como el propio Moliné destacaron la contradicción de los senadores. Era el final de una extensa jornada.
Moliné siguió la votación del fallo sentado en un palco del segundo piso junto a su esposa y su hijo Santiago. En otro palco estaban sus abogados, Gregorio Badeni, Eduardo Aguirre Obarrio y Juan Manuel Arauz Castex, quien se ocupó de puntear la votación. Cuando el titular del cuerpo, Daniel Scioli, confirmó la destitución, Moliné se incorporó y se fue. Una vez abajo, pidió hablar con los periodistas. “El resultado es un triunfo”, sorprendió. Para el destituido, la presencia del ministro del Interior, Aníbal Fernández, en el bloque oficialista confirmó la presión a los senadores que realizó el Ejecutivo: “Estuvo operando y esto agrega un dato más de la imparcialidad..., perdón, de la parcialidad con que se actuó”, dijo el más tenista de los miembros de la mayoría automática menemista.
Moliné no perdió más tiempo y se concentró en resaltar la “incoherencia” de los legisladores que tras destituirlo no lo inhabilitaron: “Esto demostró que en el fuero íntimo de los senadores piensan que no soy responsable. Con esta votación me habilitaron a ser nuevamente alguna vez miembro de la Corte”, dijo y de la comisura de su labio se vislumbró una sonrisa. Ahora para el ex cortesano comenzó la etapa de recurrir a los tribunales internacionales para recuperar su puesto.
A las 16.10, con dos horas de retraso, comenzó la sesión secreta en la que los senadores discutieron sobre el proceso. Página/12 pudo saber que en ella hablaron unos 15 senadores y cada uno utilizó unos 10 minutos. El momento más duro fue cuando el radical santiagueño, José Luis Zavalía, haciendo alarde de macartismo, acusó a Kirchner de “izquierdista de pacotilla”. La santacruceña mantuvo la línea y eligió retirarse del recinto. La peronista cordobesa Nora Bermejo, que suplantó a la renunciante Beatriz Halak, se sintió tentada a explicar los motivos por los que no daría el presente cuando la sesión se convirtiera en pública y llegaba el turno de votar. A grandes trazos consideró que Moliné era un mal juez, pero que los casos por los que estaba siendo enjuiciado no tenían el peso suficiente para la destitución.
La ayudita radical
Quienes aseguraban que Moliné tenía sus apoyos en el Senado demostraron estar en lo cierto. Esa fue una de las enseñanzas que dejó el proceso que se le siguió al magistrado. Además del encolumnamiento incondicional del menemismo, Moliné contó en todo momento con la aquiescencia del radicalismo. Por uno u otro motivo, la UCR fue funcional a la defensa del ex integrante de la denominada mayoría automática. Desde el respaldo que le quitaron a la primera sesión del juicio, hasta la telenovela que siguió a la excusación del mendocino Raúl Baglini, los radicales no hicieron más que contribuir a la defensa del juez.
A primera hora de la mañana de ayer, el bloque radical discutió qué posición llevar al recinto. Cuatro senadores se pronunciaron por acusar a Moliné y nueve por rechazar su destitución. Por apoyar la acusación se pronunciaron el futuro presidente de la bancada, el misionero Mario Losada, el chaqueño Eduardo Moro, el entrerriano Ricardo Taffarel y el gobernador electo de Tierra del Fuego, Jorge Colazo. Este último fue el único de los cuatro que no se disciplinó a la votación. El fueguino votó a favor de los nueve cargos. Los otros tres radicales encolumnaron con sus colegas y rechazaron todos los cargos. Losada no podía ocultar su enojo y en silencio fulminaba a sus pares cada vez que le tocaba votar a alguno de ellos. El rionegrino Luis Falcó abandonó el bloque disgustado porque no obtuvo de su partido el respaldo para la vicepresidencia segunda de la cámara. En el recinto, Falcó votó a favor de la acusación.
El porteño Rodolfo Terragno no integra el bloque radical. A través de una gacetilla afirmó que “Moliné O’Connor es culpable de mal desempeño”, sin embargo no estuvo presente en el recinto para entregar sus puntos de vista. Más allá de las declaraciones de ocasión, disimuladas en forma de “acto de protesta” por la supuesta manipulación del proceso, lo cierto es que el porteño brilló más por su ausencia que por sus opiniones a la hora de las actuaciones.
Detrás de los votos se pudo percibir el peso del desdibujado menemismo. En el primero de los cargos del caso Meller, hubo 45 votos a favor. Cuando se votó si el juez “había negado al Estado la posibilidad de un recurso judicial”, la cifra bajó a 36. Esos 9 votos fueron los que permitieron la destitución, aunque muchos de ellos impidieron la inhabilitación del juez. Entre estos están: Antonio Cafiero, Marcelo López Arias, Nélida Martín, José Mayans, Ramón Puerta y Ada Maza. La sorpresa de la noche fue el voto favorable del liberal correntino Lázaro Chiappe, que votó a favor de la destitución en los 9 cargos. No faltaron quienes sostuvieron que el correntino pidió una venia para la incorporación del impugnado Raúl “Tato” Romero Feris al jefe de la bancada oficialista, Miguel Pichetto, y al ministro Fernández, quien ayer estuvo presente en el Senado. Claro, antes deben convencer a la santacruceña quien, en señal de independencia de la decisión definitiva, aseguró a este diario: “La presidenta de la comisión c’est moi”.