EL PAíS › KIRCHNER VUELVE SU MIRADA HACIA EL PJ
Con el peronismo, también
El Presidente ha decidido meter manos en el partido. Pretende recuperarlo para que sea una herramienta de transformación. Para eso ha lanzado a sus operadores a caminar el país, a sus ministros a abrir la gestión y comenzó a reunirse con los gobernadores. De la Sota, que invitó a Menem a Córdoba, no forma parte de este esquema. La salida en 2007 y la conducción partidaria.
Por Sergio Moreno
Mirando a su grupa, como quien avanza a toda velocidad y recuerda que olvidó algo, o que algo le falta para llegar donde quiere, Néstor Kirchner volvió su mirada hacia el peronismo. Allí estaba, acovachado, letárgico, juntando resentimiento, dispuesto, expectante. El Presidente tomó la decisión de sumergirse en su partido. Les dijo la semana pasada a sus operadores que comiencen a armar reuniones con gobernadores e intendentes; les dijo a sus ministros que desplieguen su acción de gobierno por el interior del país y sumen a los ministros provinciales. Quiere armar un espacio donde discutan los gobernadores, a quien entrevistará uno por uno –excepto al cordobés José Manuel de la Sota–, quiere revulsionar el peronismo. Y quiere cambiarlo. Esta semana empezó.
De haber sido la herramienta política que permitió el ascenso social de la capa más baja de la sociedad argentina y su acceso, tanto a los bienes cuanto a la toma de decisión política, de cristalizar la más justa repartición de la riqueza en la historia de la Nación, de cincelar un estado de bienestar ejemplar en América latina, el justicialismo devino en verdugo de su propia creación expulsando a millones de compatriotas fuera del sistema, a la pobreza y a la marginación, destruyendo aquel Estado benefactor que supo construir. Kirchner quiere volver a las fuentes, aggiornado al siglo XXI, y sabe que muchos que ahora lo aplauden en su partido aplaudieron hace apenas unos años la faena predadora de Carlos Menem y sus corifeos. Se pregunta, ¿cómo puede un partido, sus dirigentes, ser tan venales? El Presidente, dado a cultivar sus convicciones y a respetar a quien las tenga, tomó naturalmente distancia de aquellos sobre los que cayó su mirada cegadora y categórica y derramó catilinarias contra los acomodaticios dirigentes del PJ que no dudarán en morderle los tobillos cuando las encuestas marquen una baja inferior al 50 por ciento de aprobación popular.
En ese estado de ánimo, el Presidente pergeñó el acto de recuperación de la ESMA, un acto revulsivo, como él, un acto para quienes él dispuso que estén, no para todos, un acto donde no tuvieron cabida los gobernadores del PJ, expulsados por su voluntad, no por el dedo acusador de Hebe de Bonafini.
El Presidente no deja de evaluar lo que fue su actuación en ese acto, el significado político que le dio al mismo. No se arrepiente, pero intuye que ahí se produjo una bisagra. “Después del acto hizo un crack”, dice uno de sus hombres a este diario.
Ahora, recuperado de la dolencia gástrica, regresa convencido de meter manos ahí donde hasta ahora no lo había hecho, el PJ.
Kirchner evalúa con crudeza el escenario nacional. La gastroduodenitis lo sacó del tablero por una semana. Excepto Juan Carlos Blumberg –cuya primera marcha se produjo días antes de la enfermedad del Presidente– no aparecieron actores nuevos en la política argentina, nadie ocupó el vacío que dejó. Los hechos parecen darle la razón cuando colige que sólo él, el Presidente, hace política. Esta semana que se fue puso en marcha un operativo para sumar al PJ a su proyecto. “Kirchner quiere que el peronismo sea una herramienta de transformación, que lo supere cuando él no esté en el gobierno”, dijo a Página/12 uno de sus estrategas.
El mensaje ha sido escuchado por varios. A principios de esta semana recibió al gobernador de Chubut y viejo aliado suyo, Mario Das Neves, y, por separado, a un grupo de intendentes peronistas de Mendoza. A Das Neves le instruyó para que arme reuniones, que lleve su palabra, que movilice su partido; a los intendentes mendocinos les habló durante una hora seguida, les dijo que esperaba que ellos sean una herramienta de transformación, que formen un peronismo que tenga algo que proponerle a la sociedad, un peronismo superador de su palabra, cuando se vaya. “Les pidió que armen. Los tipos se fueron levitando”, relató a este diario un miembro del Gobierno.
Juan Carlos Mazzón es uno de los encargados de coser esta costura. Oscar Parrilli, secretario general de la Presidencia, es otro. Este último trajinó duramente para conseguir que participasen del acto de lanzamiento del Plan Estratégico de Seguridad los 21 gobernadores que se hicieron presentes en esa oportunidad. Los llamó uno por uno, varias veces. “Es cierto que (los mandatarios) estuvieron esperando en la Sala de Situación, es cierto que después se fueron a comer solos, que Kirchner no les hizo un asado ni que les dio mucha bola, pero los invitó, eso es un cambio. En vez de que se enteraran por los diarios, los invitó. Parrilli remó y los llamó uno por uno, para que estén; fue un esfuerzo marcado del Gobierno. Ellos (los gobernadores) vinieron y acusaron recibo del cambio”, reflexionaba un ministro ante Página/12.
El acto de marras fue pasto para las conjeturas de varios. Otro integrante de la administración del patagónico dijo que la nueva actitud de Kirchner pudo apreciarse en las palabras de Gustavo Beliz. “El reconocimiento que hizo a los gobernadores y a lo que actuaron varias provincias, lo mismo para los legisladores y el Congreso, fue todo un guiño”, sostuvo la fuente. Dicha gestualidad, continuó el hombre consultado, está teniendo parangón en una serie de actos que ya se han concretado, todos esta última semana: “El Presidente está haciendo actos federales –acomete el confidente–: Beliz con ministros de Seguridad, Beliz con ministros de Justicia, Daniel Filmus con sus pares provinciales, Alicia Kirchner con los suyos, etc. Lupo (como apodan en Santa Cruz al Presidente) está abriendo el juego, de a poco, los hace participar, los escucha, es un cambio. En relación con cuando les mandó a los gobernadores una carta con los detalles de cómo debería ser la nueva ley de coparticipación, sin poder discutirla, es un cambio notorio”, se entusiasma la fuente.
Mientras se preparan las rondas de conversaciones bilaterales entre el Presidente y los gobernadores –después de Das Neves seguirán, cuando Kirchner regrese de Estados Unidos, el santafesino Jorge Obeid y el riojano Angel Maza–, los operadores del jefe de Estado despliegan esta nueva estrategia por el país. Sin ir más lejos, anteayer Mazzón mantuvo una reunión en Rosario con Obeid, la vicegobernadora y hermana del canciller, María Eugenia Bielsa (que entusiasma mucho a los hombres de la Casa Rosada), los diez intendentes de las ciudades más importantes de la provincia, 50 jefes de comuna, legisladores provinciales y el titular del Concejo Deliberante de Rosario. “Juntamos un paquetazo en una reunión buenísima”, se vanagloriaban en Balcarce 50 los mismos que calificaban este “armado” santafesino de la siguiente manera: “Esta es una tarea vieja que seguimos y queremos mantener el embate. Hay que armar una fuerza política movilizada, construirla, sacarla del inmovilismo en que la sumió el reutemanismo. Impulsarla con los jefes de comuna, con los senadores; es una fuerza territorial muy importante, que tiene una fuerte adhesión a Kirchner”.
Excluido
Pero no hay lugar para todos bajo este cielo. Kirchner sabe que hay irrecuperables. Uno de sus hombres de confianza lo relataba de esta manera: “Ustedes (Página/12) estuvieron rápidos e hicieron un buen análisis el otro día, cuando vieron que en la solicitada de adhesión de los gobernadores al plan de Seguridad no estaba (José Manuel) ‘el Gallego’ De la Sota. Se quedó aislado y con Sobisch”.
El mediterráneo nunca consiguió simpatías entre los pingüinos. Desde la campaña electoral, Kirchner supo que detrás de sus palabras abstencionistas se ocultó el apoyo que le brindó, en la primera vuelta, a Carlos Menem. El infausto Congreso Nacional del PJ los puso definitivamente en veredas diferentes. El cordobés, que luego de un reto de Blumberg dio marcha atrás en su rechazo al plan de seguridad nacional, parece desnortado. “Se queda solo, se pega a Sobisch y la semana pasada invitó a Menem a que visite su provincia. ¡Con Sobisch y Menem! Yo si fuese opositor a Kirchner me quedaría callado, no haría alarde de querer ingresar al Parque Jurásico”, descerrajó con impiedad un funcionario nacional.
Kirchner pretende meter cuchara en el PJ para lo cual arma su acompañamiento. A la vez tiene claro quiénes son los que no quiere a su vera. De la Sota es uno de ellos. El peronismo cambiará con gente nueva, De la Sota es un menemista tardío, dicen en Balcarce 50.
Los plazos son otro ingrediente no menor. Kirchner quiere hacerlo lo más rápido que se pueda. ¿Por qué? Porque sólo restan tres años más. ¿Para qué? Para dejar el Gobierno. El Presidente continúa con su letanía, dicha como al pasar, a todo quien ponga la oreja, de que en 2007 se vuelve a su casa. “En la Argentina, un año equivale a cuatro”, dice y cambia de tema. Esta constancia en el relato de la partida ha comenzado a modificar el parecer de varios de sus fieles. “Hay que creerle, yo empecé a creerle. A nadie le fue bien en su segundo mandato, ni a Perón. El (Kirchner) es joven, sabe que puede volver más adelante y sabe que los segundos plazos son siempre malos”, cuenta a Página/12 un funcionario que preferiría que el Presidente reelija. De producirse la retirada en 2007, nadie imagina cómo sería.
Por eso las urgencias. ¿Cómo cambiar al PJ desde afuera del PJ? Es cierto que la Presidencia de la Nación ha sido siempre, para el peronismo, sinónimo de jefatura partidaria. El senador Rubén Marín –a quien no puede acusarse de kirchnerista– volvió a la carga con la necesidad de que K asuma la titularidad del partido. Kirchner se niega públicamente; lo ha hecho en privado con algunos interlocutores ocasionales también. Pero aún no está dicha la última palabra.
Esta historia recién comienza.