EL PAíS › EL MENEMISMO SE REARMA APOSTANDO AL AGRAVAMIENTO DE LA CRISIS
Volver con el dólar como bandera
Los cuadros políticos y económicos del menemismo presentaron su oferta de salida de la crisis, mirando al establishment y a Estados Unidos más que al electorado. Prevén una salida anticipada de Duhalde, por una híper o por descontrol del dólar, e imaginan el fin de la moneda nacional como solución.
Por David Cufré
El principal decorado del auditorio de la Universidad del Salvador era una bandera argentina y otra del Vaticano, y entre medio de ellas una cruz. Faltaba el cuadro de Carlos Menem, pero se sentía su presencia. El clima era festivo. Muchos estaban contentos de abandonar el bajo perfil y pasar otra vez a la acción. Entre los panelistas se destacaban dos pesos pesado del equipo: el economista Miguel Angel Broda y el analista político Jorge Castro. La otra figura era el gobernador salteño, Juan Carlos Romero, uno de los políticos con mejor relación con la embajada de Estados Unidos. También estaba el economista Jorge Avila, de la Universidad CEMA. Y entre el público se contaban varios de sus colaboradores más fieles: Pedro Pou, Ana María Mosso, Alejandro Caldarelli y Ana Kessler. Más tarde llegó Horacio Liendo, mano derecha de Domingo Cavallo, que supo trabajar como secretario Legal y Técnico bajo su presidencia. Cuando ya todo estaba por terminar, apareció el senador Antonio Cafiero. Fue el desembarco del menemismo en la Capital Federal. Como si el tiempo no hubiera pasado, el ex presidente lanzó a su equipo a la cancha, para que vaya preparando su propia aparición.
La excusa fue un seminario para analizar la relación Nación-provincias, organizado por la Fundación Gobierno y Sociedad, de Broda, y el Instituto de Planeamiento Estratégico, de Castro. Pero se trató de la demostración de que el menemismo pasó de la defensiva a la ofensiva y que pretende reconquistar espacios. Hubo varias definiciones que avanzaron más allá del tema provincial. “Es evidente que este colapso termina en la dolarización”, sentenció Avila, en un análisis compartido por la sala. Más que un diagnóstico, resultó una manifestación más del camino que el menemismo impulsa.
La lectura política del menemismo es que al gobierno de Duhalde le queda poco tiempo de supervivencia. Un aumento descontrolado del dólar o de la inflación, un estallido social o la negativa del FMI a firmar un nuevo acuerdo, cualquiera de ellos, sería el detonante de su caída. Para frenar el caos, se impondrá la dolarización. “No aprovechar esta oportunidad para hacer cambios estructurales sería un crimen histórico”, agregó Avila. En las exposiciones de Romero, Broda y Castro se subrayó ese concepto. Y bien se sabe cuál es el sentido de los cambios que este sector apoya.
La hipótesis es que se repite el escenario del ‘90, mucho más agravado, y que ello permite avanzar con reformas inviables en un contexto de estabilidad política y económica. “Sólo con reformas estructurales se puede salir de esta crisis”, afirmó Castro. En la década pasada, otra crisis abrió la puerta a las medidas que estructuraron el modelo económico que hoy sufre el país.
En esta coyuntura, una de las reformas que se impulsan es la dolarización. Otra, que para Avila es todavía más importante que las privatizaciones de la década pasada, es establecer una nueva relación fiscal entre la Nación y las provincias. Su proyecto es que los distritos del interior se financien con recaudación propia, lo que acabaría con las transferencias de la Nación. Las provincias más pobres deberían ser asistidas por las más ricas durante algunos años, hasta que logren equilibrar sus presupuestos y encontrar la forma de financiarse. Romero expuso su propio plan, que en líneas generales coincide con el de Avila, solo que establece una mayor gradualidad y mantiene algún grado de transferencias de la Nación a las provincias.
Castro presentó a Romero como “el primer líder político que se anima a impulsar cambios estructurales”. El gobernador salteño es en este momento el representante de Menem en los lugares adonde el ex presidente no puede ir, entre otros motivos, por su temor a salir a la calle. En el entorno del riojano imaginan que la pésima imagen pública de su jefe puede revertirse. “Es el único que tiene un proyecto claro y que puede hacerse cargo de la situación en medio del descontrol”, sostuvo la ex diputada Ana María Mosso, en diálogo con Página/12. Pero si el derrumbe del Gobierno sediera antes del tiempo que necesita Menem para reconciliarse con el electorado, Romero se convertiría en su candidato. De lo contrario, lo elegirá como su acompañante de fórmula.
El menemismo prefiere que Duhalde se mantenga hasta 2003, para tener tiempo a rearmarse, pero no lo cree posible. Un argumento de peso es que el FMI no está dispuesto a llegar a un acuerdo con Duhalde. Para Broda, lo que se necesita y lo que viene “es un gobierno ordenador que refundará la Argentina”. Trabaja para que ese gobierno sea el de Menem.
“El acuerdo de los 14 puntos entre el gobierno y las provincias es una muestra de que nadie quiere dar un volantazo para aislarse del mundo”, afirmó Romero. Esa definición de los gobernadores se interpreta en filas menemistas como una victoria frente a su archirrival, el actual presidente. Si Duhalde se proponía cambiar el modelo, quedó claro que los mandatarios provinciales se lo impidieron. El gobernador salteño afirmó que aquel convenio “es el cronograma definitivo de las cosas que hay que hacer. Digo definitivo porque si no lo cumplimos no creo que vayamos a reunirnos para hacer otro, porque de la crisis vamos a pasar al caos inmanejable”. Finalmente, sentenció que incumplir ese plan sería “una actitud de infantilismo político que nos conduciría al aislamiento”.
“Me parece muy estimulante que un gobernador emerja como líder nacional”, insistió Castro en sus elogios a Romero, transmitiendo la bendición de Menem al salteño. Otro de los hombres que trabaja con el ex presidente es Roque Fernández, a quien le pidió que participe en la elaboración de un plan de gestión. El ex ministro de Economía trabaja desde la Universidad CEMA, junto a Pou y Avila.
Otros economistas que integran los equipos del menemismo son Diego Estévez –quien acompañó a Antonio Erman González en sus gestiones en Economía y Defensa–, Pablo Rojo –ex presidente del Banco Hipotecario–, Rogelio Frigerio –fue secretario de Programación Económica y de Relaciones con las Provincias en el equipo de Roque Fernández– y Alejandro Caldarelli –también del equipo de Roque en el área de relaciones con las provincias–. Por otra parte, un histórico del menemismo, Eduardo Bauzá, coordina trabajos técnicos. El ex presidente también está armando un equipo de imagen pública. Menem quiere volver al poder, de la mano de la crisis que él mismo construyó desde sus bases.