EL PAíS › QUE BUSCA Y QUE ARRIESGA KIRCHNER EN SU VIAJE DE HOY A VENEZUELA
Los cálculos para poner rumbo a Caracas
Visitar a Chávez no es gratis, pero las cuentas le cierran al Gobierno cuando piensa en inversiones, compras de bonos y un mercado que tiene petrodólares. En Economía saben que el impacto en el FMI, vía EE.UU., es real, pero creen también que las cosas “no están tan mal”.
Por Mario Wainfeld
Viajar a Caracas para entrevistarse con Hugo Chávez no es gratis, ni a favor ni en contra. El presidente Néstor Kirchner lo sabe y decidió hacerlo acompañado de los ministros Alberto Fernández, Julio De Vido y Aníbal Fernández, amén de una importante comitiva de empresarios. El presidente venezolano es un aliado que se las trae, en eso de los costos y beneficios. Su compañía puede devengar costos en las relaciones con George Bush. Pero eroga beneficios contantes y sonantes, es un fuerte inversor en Argentina, es un filón abierto para empresas de capitalistas argentinos en su país. En la Casa Rosada, en Cancillería y en Economía se coincide en calcular que la suma algebraica da positivo, muy positivo.
En Economía cunde la proclividad a juzgar con resquemor, a veces con sorna, las relaciones que teje De Vido. Chávez es una de las privilegiadas, pero no encaja en esa lectura. “Haga la cuenta –dice un allegado muy cercano a Roberto Lavagna–, Chávez posibilitó la reapertura de los astilleros Río Santiago en la provincia de Buenos Aires. Ahora se van a abrochar acuerdos de venta de maquinarias agrícolas con mucho impacto en las respectivas industrias de Santa Fe y Córdoba. Ya ha comprado más de 900 millones de dólares en Boden, quizá en esta visita se acuerden otros 300, y sin duda contaremos con él en 2006, si es necesario.” Grupos empresarios de fuste, como Pescarmona y Techint, están más que a favor de seguir anudando lazos con Chávez, redondean en Economía.
¿Y los eventuales costos en la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y con el Departamento de Estado? Como ya comentó este diario, negociadores avezados de Economía creen que Kir-chner cometió “errores gestuales” en el diálogo bilateral con Bush en Mar del Plata, que no debió pedirle prematuramente su aval respecto del FMI. Y que fue un error del Presidente o de quienes le manejan la comunicación, “filtrar” previamente esa intención. Pero ponderan como correcta la postura general en la Cumbre. Respecto del FMI juzgan que las cosas no están tan mal, dentro del escueto margen de lo posible. En la semana hubo señales de que los puentes no están rotos. “Empezaremos a conversar”, contemporizan hombres habituados a viajar a Washington, que no prevén hacerlo muy pronto. “Hay tiempo”, dice Lavagna, que tiene raptos de templanza zen puesto a manejar tratativas. Ni la angustia ni la premura son el tono del Gobierno referido al FMI. Los pagos a realizar en 2006 son soportables, describen, máxime si el precio del petróleo sigue extraorbitando y se cuenta con un compañero presidente que flota en oro negro.
La casa está en orden
“La relación entre Kirchner y Bush es tensa, claro, pero también compleja. En la bilateral de la Cumbre Bush ni mentó a Chávez, un issue ríspido. Pero sí elogió las actuaciones argentinas en Bolivia y Haití. Nosotros no nos hemos dedicado sólo a ladrarles a los gringos, también hacemos aportes sensibles al equilibrio regional y eso algo suma en las agendas del Departamento del Estado. Yo tengo la sensación, además, de que al norteamericano no le cae tan mal el Presidente, un tipo cabrón pero franco.” No todo es conflicto, propone uno de los negociadores que más trajinó en la Cumbre.
Pero que lo hay, lo hay. Es claro que la foto de mañana le traerá algún dolor de cabeza a Kirchner y un alivio a Chávez. El venezolano ha extremado su verba y necesita una pequeña ayuda simbólica de sus amigos de la región. La voluntad de Chávez era congregar también al presidente de Brasil, pero Lula da Silva no aceptó el convite, asimetría que sin duda dará que hablar a los críticos del gobierno argentino.
“Puede ser que nos ganemos algún reproche por estar junto a Chávez en medio de su ofensiva retórica –asume un ministro que integrará la comitiva argentina–, esa lectura es factible o ineludible si usted prefiere.” Página/12 lo prefiere, el contertulio lo asume mas sigue su ruta, proponiendo un contrafactual. “Imagine la hipótesis contraria. ¿Cómo se leería si Kirchner no banca a Chávez en esta tormenta? ¿Usted cree que eso no sería un desprestigio de Kirchner entre los sectores progresistas o antiimperialistas y que damnificaría nuestra relación con Venezuela?”
Seguramente ese escenario recorrió la larga conversación telefónica que mantuvieron Kirchner y Chávez el domingo pasado, cuando se terminó de concertar el viaje. Después del largo Aló Presidente, el urdido de los detalles quedó a cargo de la embajadora argentina en Venezuela, Nilda Garré.
El rumbo Mercosur
La gestualidad con Chávez es más que una gauchada hacia un amigo embretado. En el Gobierno se la inscribe en el “sesgo Mercosur” que, propone, siempre ha sido estratégico pero que se catalizó tácticamente en los meses recientes. Mar del Plata fue un hito que se prolongó en la menos pimpante “Cumbre internacional sobre la Sociedad de la Información”, convocada por la Organización de Naciones Unidas (ONU), que se celebró estos días en Túnez. Allí se debatió el manejo de las redes de información que domina Estados Unidos, cuyo crecimiento y difusión es difícil de exagerar. “Lo que está en juego –simplifica un especialista– es quién maneja la canilla de Internet.” De momento, de los trece mayores servidores, diez corresponden al Tío Sam, dos a Europa y uno a Japón. Argentina replicó en Túnez su emblocamiento junto a Brasil y, en este caso, el resto de la región. Su posición no fue la más extrema, que es blandida por China, la India, Irán y Túnez. Pero sí pugnó por la democratización de la susodicha canilla. En este caso, se llegó a un documento común y al compromiso de un gran encuentro multilateral para dialogar sobre la administración de Internet internacional bajo el paraguas de la ONU.
Bush, comentan en el Palacio San Martín y en la Rosada, es un líder desprestigiado no sólo en los alrededores de la rambla de los lobos marinos. La legalización de la tortura, que es tema de debate en lo que se supone la primera democracia del orbe, es un bocado difícil de digerir aun en Europa. “El País y Le Monde le pegan muy duro a Estados Unidos”, chimenta y toma nota un conspicuo observador de esa prensa, menos laxa que algunos medios argentinos en cuyas tribunas nadie se inquieta por esas minucias. No habría por qué sorprenderse, tampoco los preocupaba en las primitivas épocas en que los tormentos, por consenso internacional, eran ilícitos, aunque muy frecuentes por acá.
“Podemos ser distintos, cuestionar con decoro. Sobre todo si somos hábiles para comprar y vender en otros mercados”, redondea un ministro.
Vaya algo así como una nota al pie. El sesgo Mercosur, que entusiasma a Kirchner, podría incidir en la inminente designación del canciller que sucederá a Rafael Bielsa. Ese dato, reconocido en Palacio, aumenta las chances ministeriales del actual vicecanciller Jorge Taiana, que participó en las dos cumbres mencionadas, cuyas acciones subieron tras su desempeño en Mar del Plata. De todos modos, los nombres del nuevo gabinete anidan en el, poco extrovertido, péctore presidencial. Cierra la nota al pie.
D’Artagnan y Porthos
Cuando Alejandro Dumas comenzó a publicar su “tira” los mosqueteros eran tres. El joven y carismático D’Artagnan, en el comienzo integrante del reparto, iría creciendo con el andar de la tira (como ocurrirá siglos después en tantas sagas televisivas), robaría cámara y obligaría a cambiar el título de la obra. Chávez se permitió reversionar la novela hablando de cinco mosqueteros y reconociendo a Kirchner el papel de D’Artagnan, el héroe central. Desde el gobierno argentino, si alguien se fascinara por la comparación, identificarían al venezolano con Porthos, el espadachín fanfarrón, desenfadado, valiente e incondicional.
Kirchner confía en Chávez y le prodiga singular afecto, sin privarse de medir intercambios concretos con un aliado que se las trae. El venezolano apoya económicamente al gobierno cubano (del que recibe apoyo humano importante para tareas de salud comunitaria y alfabetización masiva) y a fuerzas rebeldes, insurgentes o meramente opositoras que van desde el presidenciable boliviano Evo Morales hasta piqueteros argentinos, pasando por una tropical gama de variedades en Centroamérica. Tiene un juego propio, que el gobierno argentino no comparte y que, de hecho, aspira a moderar. Su apuesta, a la que no le faltan audacia ni riesgos, es moderarlo “desde adentro” por definir rápido una opción compleja y dialéctica, que debe ser redefinida continuamente.
En la Cumbre, coinciden en todas las agencias oficiales, Chávez supo refrenar sus ánimos de Porthos sin traicionar a su personaje. “Kirchner pidió que no exagerara las diatribas contra Bush, los canadienses y los mexicanos en el encuentro de presidentes. Chávez se comportó en consonancia.” Como ya narró Página/12, en el plenario el Presidente apeló a su buena voluntad y hasta (nombrándolo por su nombre de pila) le pidió que se callara y tuvo buen recibimiento.
La movilización al estadio mundialista, leída por el oficialismo, fue mucho más cauce y dique que espuela para partidos y agrupaciones de izquierda.
Quizá Chávez no sea el aliado ideal pero es uno nada ingenuo y generoso. Su riqueza, cimiento de sus movidas en todo el continente, es una herramienta no desdeñable que integra el paquete. Kirchner, coinciden en su entorno tres ministros, podría no viajar hoy a la tardecita, delegando en De Vido y los dos ministros apellidados Fernández los acuerdos que se firmarán. Caracas bien vale una misa, dicen, no sólo pensando con estrechez ideológica, sino también computando efectividades conducentes. Dos gestos lleva en su valija Kirchner, el principal es ponerle el cuerpo a Chávez. El segundo, la moción de incorporar Venezuela al Mercosur a paso redoblado, que se anunció ayer (ver aparte). Pero esas maletas no volverán vacías.
A veces D’Artagnan socorre a Porthos y en otras es a la inversa. Así funcionan las cosas mientras sean todos para uno y uno para todos.