EL PAíS › A CUATRO AÑOS DE DICIEMBRE DE 2001, UN ANALISIS DE LA HERENCIA
Lo que quedó del que se vayan todos
¿Se quedaron todos? ¿Hubo cambios drásticos? Un panel de expertos en opinión pública analiza los matices y concluye que pasó la democracia directa pero, sí, hubo cambios en la política.
Por Raúl Kollmann
Hace cuatro años, los días 19, 20 y 21 de diciembre de 2001, el “que se vayan todos” tenía el respaldo de casi el 70 por ciento de la población. No falta quien sostenga que de aquello quedó poco y nada. Se disolvieron las asambleas, los piqueteros han perdido gran parte de su capacidad de convocatoria y el ambiente de democracia directa pasó. Y en 2003 y 2005, en 20 de las 24 provincias ganaron las elecciones los que estaban gobernando, sean del signo político que fueran. Pero también están quienes afirman que aquella experiencia dejó en crisis muy grave o terminal a los dos partidos mayoritarios, la UCR y el PJ. Pueden tener fuerza provincial, pero como fuerzas nacionales están –según los consultores– en decadencia. También está la óptica de los que dicen que aun en esos partidos hubo un recambio generacional. Página/12 les preguntó a distintos consultores en opinión pública sobre el saldo que quedó de aquellas jornadas y de aquella consigna.
Rosendo Fraga, Centro para la Nueva Mayoría: “Si uno mira las encuestas, la imagen de los políticos sigue siendo muy mala. Pero evidentemente la bonanza económica le quitó fuerza al cuestionamiento político. Ojo que el ‘que se vayan todos’ era la opinión de dos tercios de la población, no únicamente de los movimientos sociales o piqueteros. Ya en las elecciones de 2003 ganaron 20 de los 24 oficialismos provinciales, lo que indica que al menos a nivel local los que gobernaron tuvieron fuerte apoyo. Los intentos de piqueteros y asambleístas de trasladarse al plano político no fueron exitosos. La política no se re-prestigió, pero tres años de crecimiento al nueve por ciento hacen que gran parte de la población deje de pensar en política aunque los resultados sociales sean magros. No es una fórmula matemática pero diría que en momentos de bonanza, el ciudadano se politiza menos, y en momentos de crisis, se politiza más. Desde otro punto de vista, existe una desarticulación del sistema bipartidista tradicional y una territorialización de la política. Gobernadores e intendentes tienen hoy más poder que antes. Y la UCR y el PJ han perdido peso como partidos nacionales. En el radicalismo se nota más, pero el justicialismo como partido nacional está en clara baja”.
Artemio López, de Equis: “Argentina vivió una renovación política. Si uno analiza la cúpula del justicialismo, Kirchner es un líder emergente postcrisis. Su triunfo no se explica sin el ‘que se vayan todos’. Duhalde, Menem, Rodríguez Saá, López Murphy y Carrió caducaron como liderazgos nacionales. Surgen nuevos nombres, Macri por el centro-derecha, Binner o Sabbatella por el centroizquierda pueden saltar con fuerza en el terreno nacional. Las asambleas tuvieron el problema de la cooptación de la partidocracia de izquierda y eran producto de una crisis socioeconómica de la clase media que ya no es la misma. Con los niveles de empleo actuales y la disminución de la pobreza, existe una reconducción del conflicto hacia dirigentes gremiales, muchos de ellos nuevos y de base, que les van a dar pelea a los tradicionales. Por ahora, tal vez tengan menos prensa que Raúl Castells, pero son un fenómeno en ascenso y van a dar batalla, tanto entre los trabajadores formales como entre los informales.
Analía Del Franco, de Analogías: “Lo que quedó es una crisis del sistema tradicional de partidos políticos. De la UCR se fueron Elisa Carrió y López Murphy. En el peronismo hubo que apelar a los neolemas y terminó habiendo tres candidatos presidenciales. Los partidos quedaron débiles y apareció un personalismo fuerte de Kirchner, de Carrió, de Macri, un sistema más basado en liderazgos que en partidos. No todo sigue igual, aunque el cambio es insuficiente: sigue el clientelismo, la gente sospecha que se confabulan, que continúan defendiendo su poder, más que las necesidades del ciudadano, que las viejas prácticas están ahí. Pero el ingrediente que apareció en ese momento, la democracia directa, el pegar tres gritos y conseguir cambios, está presente en la mente de los políticos, le tienen cierto miedo. Desde ya que no se logró que la gente se sienta más representada. Está el Presidente con un lugar de liderazgo que absorbe todo, pero es una coyuntura. Armó una buena relación y la gente se siente identificada, pero no es un cuadro que abarque a la totalidad del sistema político. Aunque insisto en que existe una crisis de representación, admitamos que en las últimas elecciones el nivel de voto en blanco y nulo bajó notoriamente: el voto castigo, el voto bronca, bajó. Es un indicio”.
Hugo Haime, de Hugo Haime y Asociados: “Podría decirse que se quedaron todos, pero veamos: Carlos Menem perdió en La Rioja, Raúl Alfonsín en la UCR, Eduardo Duhalde en la provincia de Buenos Aires. Los dirigentes que están bien evaluados son el Presidente y muchos gobernadores, y otros que intentan expresar algo nuevo, como Mauricio Macri. Si hoy pesara aquello de que se quedaron todos, Cristina no hubiera ganado. Argentina cambió desde el punto de vista político, hay un recambio. A la dirigencia le cuesta entender, pero lo cierto es que la última elección no la ganó el PJ sino el Frente para la Victoria, que es más que el peronismo. Se empiezan a generar nuevas cosas, y lo que no es nuevo tiende a caer. No veo que en la esencia del sistema de valores haya persistido la democracia directa. En momentos cruciales, la Revolución de Mayo, Malvinas, el 17 de octubre y cuando se impuso el corralito, la gente salió a la calle. Pero eso no se mantiene en el tiempo. Sí me parece que debido a la falta de existencia de formas institucionales, las organizaciones piqueteras y las de izquierda llenaron un vacío en los barrios. Siguen persistiendo las panaderías, los comedores, reemplazando las falencias del Estado, pero no como un gran movimiento político. La prueba es que sacaron pocos votos. Por ejemplo, cuando se producen las violaciones en Núñez, la gente se agrupa, sale a la calle y reclama. No adquiere una forma política permanente, pero le dicen al Estado, ‘ocupate de este problema’. Eso es cada vez más habitual”.