EL PAíS › LOS COMPAÑEROS DE DARIO SANTILLAN

“Darío hizo lo que muchos deberíamos haber hecho”

Esta tarde, en los tribunales de Lomas de Zamora, se va a dar a conocer la sentencia contra el comisario Alfredo Fanchiotti y el cabo Alejandro Acosta en el juicio por los asesinatos de Kosteki y Santillán. En una entrevista con Página/12, los compañeros de militancia de Darío Santillán cuentan sus recuerdos.

 Por Laura Vales

Pablo Solana, Carlos Leiva y Manuel Molina tuvieron a Darío Santillán como compañero de militancia, en el barrio La Fe. El día en que fue asesinado, Carlos y Manuel estuvieron con él en la primera línea de la manifestación, la que chocó con la policía. Habían decidido ir a la marcha después de una asamblea de desocupados en la que se formularon muchas dudas, cuentan, y en la que Darío intervino, convencido de la necesidad de la protesta en la que confluirían, por primera vez, casi todas las organizaciones piqueteras y algunas asambleas barriales. A tres años y seis meses de entonces, en vísperas de la condena contra el comisario Fanchiotti y el cabo Alejandro Acosta, hablaron con Página/12.

–¿Qué recuerdos personales tienen de Darío?

Manuel Molina: –Que parecía mayor, yo me enteré de que tenía 21 años cuando lo mataron. Nos dio un taller de formación sobre movimientos sociales, nosotros no entendíamos casi nada, no sé si por eso me parecía más grande. Yo tenía 18.

Carlos Leiva: –Darío iba a mi casa porque mi hermano estaba en el MTD, yo todavía no, y él me invitaba. De lo que más me acuerdo es que estuve con él adelante (en la manifestación, frente a la policía). Tenía miedo y él me dijo que me lo sacara gritando.

Pablo Solana: –Lo había aprendido de la película Corazón Valiente, mirá qué nivel de formación.

Leiva: –Así que le empecé a gritar a la policía “Vayan a Malvinas”. Fue lo primero que se me ocurrió, y empecé a sentir la adrenalina. Tengo ese recuerdo y el de la estación, cuando se quedó con Maxi. En esos días siempre me echaba la culpa por no haberme quedado. Es el gesto que dejó adentro mío, lo que ahora me hace no querer parecerme a él, pero sí tratar de hacer las cosas lo mejor posible.

Solana: –Si no lo hubieran matado, esa actitud hubiera sido igual un ejemplo. Creo que él nos hubiera hecho esa recriminación, nos habría dicho cómo no nos quedamos más responsables dentro de la estación, porque había compañeros en una situación de peligro. Darío hizo lo que muchos deberíamos haber hecho y no hicimos, todos seguimos replegando y él volvió.

–¿Quién era socialmente Santillán: alguien de clase media que dejó las comodidades para ir a un asentamiento o un nuevo pobre que reaccionó ante la falta de salida?

Solana: –Un poco las dos cosas. Venía de una cultura de familia humilde, su mamá vivía en un monoblock de Don Orione. Y además tuvo una decisión de militante de irse a un asentamiento. En los últimos meses, él convivió con la gente en La Fe, en una toma de tierras, y eso lo influyó mucho. Lo alteraban las malas condiciones de vida, lo indignaban algunas anécdotas. Eran cosas que lo violentaban. En los meses anteriores cuando pasaba por casa hablaba mucho del tema, se preguntaba qué hacer para zafar de esos niveles de violencia. Porque en Don Orione, de donde él venía, no se ve ese grado de marginación social que hay en La Fe. Era denso donde él estaba, con los vaguitos de la parte nueva de la toma.

–Ustedes estuvieron en la primera línea de la manifestación, la que chocó contra la policía. ¿Por qué lo hicieron? ¿Qué sentían en ese momento?

Leiva: –Yo nunca había estado en ningún tipo de represión, había entrado al MTD el 20 de diciembre. Era grandote y por eso me eligieron para hacer seguridad y estar adelante. En ese momento, lo que me acuerdo es eso de paralizarme del miedo, empezar a gritar y sentir la adrenalina. Pero después, cuando avanzamos hasta quedar cara a cara con la policía, no sabíamos lo que iba a pasar. Teníamos encima lo que se decía en esos días, que iba a haber represión, pero hasta el primer disparo, no sabíamos lo que iba a pasar. No habíamos ido preparados para enfrentarnos con la policía, sino a replegarnos los más ordenadamente posible si pasaba algo, y tratar de volver todos juntos.

Solana: –Como dijo (Carlos) Soria (el entonces jefe de la SIDE), el Gobierno tenía que encarar la movilización como un caso testigo. Era un caso aleccionador, y para eso tenía que haber muertos. A nosotros no nos hubiera asustado volver golpeados, que nos garrotearan, era parte del riesgo. El Gobierno sabía que no resolvía el problema con una represión más, tenía que instalar una nueva situación política. Nosotros no lo vimos a tiempo. Fuimos como siempre, con la desorganización habitual que hay en nuestras organizaciones.

–¿Qué efectos tuvo la represión en el MTD?

Leiva: –Nos había costado ir a la movilización, porque ya se decía que nos iban a reprimir. Y al otro día estábamos velándolo a él, que nos había dado ánimo para salir. En Lanús movilizábamos 600 compañeros y tres meses después a los cortes sólo íbamos 40. Hubo que poner mucha fuerza. Pero bueno, ahora es positivo ver que por lo menos, se está condenando a la policía bonaerense.

Solana: –Fue un golpe fuerte. Pasado el tiempo, me arriesgaría a decir que lo que queda del 26 de junio es un nunca más con respecto a reprimir la protesta social. Que haya muertos en una protesta, después de Kosteki y Santillán, tiene otro significado. A eso lo entendió bien este gobierno.

–¿Cómo está el barrio ahora?

Leiva: –Con la misma cantidad de compañeros de entonces, siempre luchando con lo cotidiano, con la marginalidad y las miserias de la gente. Muchos de los que están en el MTD tienen al marido, el hermano o el hijo presos. Ahora tenemos más infraestructura, la bloquera está funcionando con Leo, el hermano de Darío, la panadería comunitaria tiene máquinas nuevas, azulejos, mostrador, instalación trifásica. Estamos mejor organizados.

Solana: –El comedor funciona de lunes a viernes, para todo el barrio, también para gente que no es parte del Frente Darío Santillán. Hay una biblioteca, un taller de costura. En ese sentido estamos más consolidados, y tenemos un peso institucional, somos una referencia. Si hay problemas, el MTD es buscado por los vecinos para hacer las denuncias. Somos interlocutores ante el municipio, algo que en parte ocurre porque el duhaldismo está debilitado, y Quindimil (el intendente) tiene que sentarse a hablar.

–¿Qué es hoy ser militante?

Leiva: –No sé, yo no milito para ser una figura conocida, un dirigente piquetero que dé notas por televisión. Lo mío está más agarrado a lo sentimental, porque mi hermano estuvo en el MTD, por ejemplo, y por haber sufrido lo del 26. A veces militar es una contradicción, porque no me deja tiempo para otras cosas, como mi familia. Fue un esfuerzo muy grande estar todos estos años empujando el juicio. Ahora, después de la sentencia, veré cómo seguir. No es que vaya a abandonar el MTD, pero sí a pensar cómo seguir.

Solana: –Hay una carga emotiva muy fuerte en los que están en el Frente. Va más allá de la ideología, gran parte de la militancia en los MTD se apoya en eso.

Molina: –En el barrio teníamos una calle sin nombre y le quisieron poner Darío Santillán. Es una figura querida, más allá de qué piense políticamente cada uno. Tenemos un paredón donde pintamos su cara y abajo “Duhalde asesino - sigue la impunidad”. Nadie lo borró nunca, ni siquiera con las campañas electorales.

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Darío Santillán tenía 21 años cuando lo mataron y, según sus compañeros, “parecía mayor”.
 
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