Quizás en un país como Suiza (o en un momento menos convulsionado de la política porteña) la frase hubiese pasado inadvertida: “Afortunadamente, las instituciones no corren peligro, el gobierno está funcionando”, dijo ayer el vicejefe de Gobierno a cargo del Ejecutivo, Jorge Telerman. Sus palabras no habrían tenido mayor trascendencia de no ser porque contradijeron lo que había dicho el día anterior el suspendido jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra. “Decir esto es lo mismo que decir que la institucionalidad está garantizada porque sacan a (Néstor) Kirchner y ponen a (Daniel) Scioli”, había ironizado, para responderle al segundo de PRO, Horacio Rodríguez Larreta. “Como si fuera lo mismo (Hugo) Chávez que su vice, (Felipe) Solá que su vice, Kirchner que su vice o el caso de (José María) Guido cuando continuó frente al gobierno tras el derrocamiento de (Arturo) Frondizi”, afirmó Ibarra. El entredicho detonó numerosas llamadas de ambos lados para compatibilizar relatos.

El vicejefe fue consultado por la prensa a la salida de la inauguración de un plan de refacción de escuelas en el barrio de Congreso. Aseguró que Cromañón “nos duele a todos, nos desgarra y eso hace que haya momentos tremendos y de dolor, con sensaciones y expresiones fuertes”. “Deseo que primen la claridad y la racionalidad en saber la verdad y la justicia”, señaló. Luego afirmó que las instituciones funcionan normalmente y destacó que “somos el mismo equipo que está trabajando desde hace años”. “Lo de las elecciones anticipadas no existe”, aclaró y de inmediato dijo que no quería hablar más del tema.

Al final de la semana en la que comenzaron las audiencias del juicio político a Ibarra, sus palabras despertaron todas las alarmas. Además, el entredicho ocurrió en circunstancias en que la relación entre Ibarra y Telerman no pasa por el mejor momento. Velozmente, salieron a poner paños fríos desde ambos lados. “Aquí no hay contradicción”, indicaron cerca de Ibarra. “La contradicción es circunstancial, porque Jorge no conocía las declaraciones de Aníbal. Si hubiese dicho otra cosa, sería admitir que es un jefe de Gobierno de facto”, afirmaron del lado de Telerman.

Luego de acercar las versiones, sostuvieron que existe una diferencia temporal: “Jorge dice que hoy las instituciones no corren peligro, porque están funcionando y sigue el mismo equipo. Lo que dice Ibarra es en función de lo que pasaría si se produce su destitución”, enfatizaron cerca del jefe de Gobierno. “Si después del 14 lo destituyen a Ibarra, Telerman quedará para dar garantía institucional. No va a ser el culpable Telerman de lo que pase”, aclararon. “El plano político lo maneja Ibarra. La mejor forma de acompañar a Ibarra es hacer una buena gestión y cuidarle el rancho hasta que vuelva”, sostuvieron cerca del vicejefe.

No es la primera vez que los teléfonos se ponen al rojo por una movida de Telerman. El jefe y el vicejefe habían tenido un cruce por la designación del sucesor del secretario de Descentralización, Héctor Capaccioli, que está pronto a emigrar a la Superintendencia de Servicios de Salud de la Nación. Capaccioli planeaba dejar su cargo este mes, tal como, aseguran los ibarristas, habían acordado con antelación Ibarra y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.

Todo estaba listo para su partida y los ibarristas descontaban la incorporación del líder de jóvenes K, Nicolás Trotta. Pero Telerman no avaló la designación, basado en el “compromiso” que tiene con Ibarra de no cambiar el gabinete mientras dure el juicio. Trotta proviene de la línea de Fernández, con el que Telerman tiene una relación muy distante.

En el entorno del jefe de Gobierno comentaban que Ibarra y Telerman “se juntaron después de esto para charlar ese tema. No hay ningún elemento que modifique la relación. Es igual que siempre”. Lo cierto es que el diálogo entre Ibarra y su segundo nunca fue bueno, lo que produce algunos cortocircuitos como el de ayer que, sin audiencia en la Legislatura, prometía ser tranquilo. Pero Argentina no es Suiza.

Informe Werner Pertot.