“Estoy destrozada, mi marido está mal, estoy destrozada. No sé qué están esperando los jueces, que nos muramos...” La frase de Norma, la madre de José Luis Cabezas, refleja el ánimo de la familia del reportero gráfico asesinado el 25 de enero de 1997 en Pinamar, que todavía espera que se confirme el fallo judicial contra los asesinos de su hijo, muchos de los cuales ya recuperaron su libertad. A nueve años del crimen, el fotógrafo fue recordado con actos en el Hotel Bauen –en el que se leyó un mensaje del presidente Kirch-

ner– y en la cava de General Madariaga, donde se encontró su cuerpo calcinado. En La Plata, también hubo un acto oficial. Allí el ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanian, afirmó que el “crimen atroz desencadenó la reforma policial” en la provincia.

En el Bauen y rodeada de las Madres del Dolor y de los familiares de las víctimas de Cromañón, Norma Cabezas no pasó por alto la decisión de la Justicia de dejar en libertad a varios de los condenados por el homicidio de su hijo. A fines del 2003, el Tribunal de Casación Bonaerense redujo las condenas de los asesinos y poco a poco “Los Horneros” Horacio Braga, Gustavo González y José Luis Auge fueron excarcelados. También se redujeron las condenas a Gregorio Ríos –jefe de la custodia de Yabrán– y a los ex policías Sergio Camaratta y Aníbal Luna, quienes no obstante siguen detenidos, al igual que el ex oficial Gustavo Prellezo y el ex comisario Alberto Pedro Gómez.

Antes de partir rumbo a Pinamar –donde se realizó el otro homenaje–, Norma también se quejó del gobernador bonaerense: “Solá no me da bolilla”, dijo, y reveló que “hace tres años nos ofreció un dinero para que pasemos la vejez. Solá nos lo dijo hace dos años pero nunca firmó”. “El Gobierno ayuda a mucha gente que le mataron los hijos, ¿por qué no me ayudan a mí y a mi marido?”, preguntó la madre de José Luis.

En tanto, en La Plata, Arslanian –que participó de un homenaje– afirmó que “esta reforma (de la policía bonaerense) tiene su nombre: Cabezas”. El funcionario agregó que el “crimen atroz significó una crisis de todo el sistema de seguridad en la provincia”.