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Obispos contra reloj para llegar hasta el consenso

Francamente fastidiado con “el doble discurso” de los políticos, el Episcopado quiere que se firmen los “Consensos para las Reformas” el 9 de julio.

 Por Washington Uranga

Así como Eduardo Duhalde estableció la fecha del 9 de julio para celebrar el “fin de la recesión”, entre los obispos católicos, en particular aquéllos más comprometidos en la Mesa del Diálogo Argentino, existe la firme de decisión de concretar en la fecha patria la firma del documento de consenso político. Derivado de los diálogos que se vienen celebrando desde comienzos del año, el documento debería servir de base para la reforma del Estado y para los principales acuerdos en función de cambios fundamentales en la vida política del país. Sin embargo, a medida que avanzan los días, el propósito de la dirigencia católica corre el mismo riesgo de fracasar que el que afronta el Presidente con su deseo de acabar con la recesión. La mayor resistencia con la que se encuentran los obispos es su pedido de “revalidación de los mandatos”, una versión más suave y menos agresiva de la consigna “que se vayan todos” enarbolada en los cacerolazos y los piquetes.
El borrador denominado “Consensos para las Reformas” que desde hace meses está circulando entre los más importantes dirigentes partidarios, jefes de bloques y gobernadores, sigue sin concitar apoyos, aunque nadie se anima a proclamar públicamente su rechazo. Esto porque el texto fue elaborado por la Mesa a partir de los elementos que aportaron muchos de los dirigentes políticos que ahora no se atreven a suscribirlo. Pero si no lo firman es porque, más allá de las declamaciones públicas, no están claros los acuerdos políticos y todos desconfían de todos.
El martes un grupo de legisladores peronistas se reunió con el presidente del Episcopado, arzobispo Estanislao Karlic, para presentarle un proyecto de ley de revalidación de todos los mandatos. Los obispos no hablaron del hecho, seguramente sospechando de una maniobra partidaria. Ricardo Falú, actuando como vocero de los diputados justicialistas, dijo que “ponemos a disposición nuestros cargos para que sean revalidados, lo cual no significa que tengamos que irnos todos. Si la gente nos elige, seguiremos, y si no, nos vamos a casa”. Este es el mismo discurso que los obispos dicen escuchar una y otra vez de los políticos. Varios se lamentan del “doble discurso” que pregona la preocupación por el “bien común” pero que luego es incapaz de traducirse en hechos. A la hora de discutir sobre la caducidad “todos desconfían de todos y esperan que el otro renuncie primero”, confió una fuente episcopal.
El Episcopado no está dispuesto a ceder en sus intentos y los obispos y sus colaboradores continúan de manera febril las gestiones a todos los niveles. El jueves Juan Carlos Maccarone, obispo de Santiago del Estero y uno de los más entusiastas trabajadores en favor de los acuerdos obtenidos en la Mesa del Diálogo, se entrevistó con el titular del Senado, Juan Carlos Maqueda. El objetivo fue el mismo: avanzar sobre la implementación de lo que está establecido en el documento, al que días antes se le habían introducido correcciones no fundamentales que el Gobierno transmitió a través de uno de sus representantes, el senador Antonio Cafiero. Hoy el propio Maccarone se encontrará, con el mismo fin, con el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño. Entre tanto el arzobispo de Rosario y vicepresidente primero del Episcopado, Eduardo Mirás, se lamentó porque seguimos “empeñados en nuestras inútiles disputas mezquinas, porque nos faltan auténticos ideales que nos unan y nos impulsen a la acción”.

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La principal valla es la exigencia eclesiástica de renovar mandatos.
 
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