EL PAíS › KIRCHNER QUIEBRA LAZOS CON LAVAGNA

Puentes rotos

El Presidente instruyó a sus más íntimos para que enfrenten a Lavagna y “lo saquen de la cancha”. La sorpresa de algunos y las preguntas que se hacen en la Rosada sobre la estrategia del ex ministro. Lo que piensan en tiendas del economista. Alguna teoría conspirativa. El nuevo escenario.

 Por Sergio Moreno

Este viernes se terminó todo atisbo de cariño en la Casa Rosada para con Roberto Lavagna. Ese día, Néstor Kirchner instruyó a algunos colaboradores muy cercanos: “Salgan a destrozarlo”. Algunos de estos centuriones definieron el clima que imperaba en el primer piso de Balcarce 50 como “de guerra”. Habían transcurrido poco más de dos semanas desde que Página/12 expusiera en una nota de tapa las intenciones y parte del ideario del ex ministro de Economía. Lo escrito ahí fue en su momento bien recibido en el Parnaso kirchnerista, a pesar de las diferencias que el ministro marcó, que no son muy distintas a las que fue desgranando en conferencias y reportajes a lo largo de estos más de 15 días. Tanto en el Gobierno, cuanto en los alrededores de Lavagna, hay una gran decepción por las reacciones en lo que ahora son bandos contrarios.

En la nota de tapa del 17 de mayo pasado se exponía el pensamiento del ex titular de Hacienda, los porqués de su regreso y el advenimiento de una diferenciación con el Gobierno, que el ministro solía llamar “dialéctica”, que mantendría con el Presidente, convencido de que tal debate “ayudaría” a la actual administración. Lavagna descartó todo armado opositor al Gobierno, se situó en el espectro del centroizquierda e, incluso, alertó sobre algunas maniobras que planificaba para 2008 lo que llamó “derecha” e identificaba con los principales operadores y consultores de la city porteña.

Desde algunos despachos de la Casa Rosada interpretaron en esa oportunidad favorablemente las revelaciones aparecidas en la nota de marras.

Lavagna, entonces, no actuó más que como se dijo en aquel texto que iba a actuar. Pero en el Gobierno comenzaron a interpretar cada gesto del ex ministro como una carrera que lo llevaba extramuros del kirchnerismo. Ahora, en Balcarce 50 aquella situación parece haberse perdido, como lágrimas en la lluvia. Incluso algunos amigos del ex ministro, que entregaron sus afanes para contenerlo y erigirlo como el candidato oficial a la Jefatura de Gobierno porteño –desafío que no entusiasma al economista– quedaron un poco pasmados por el desarrollo de los hechos, sin comprender cuál es la estrategia de Lavagna.

Uno de los más fieles intérpretes del pensamiento presidencial dijo a este cronista: “No entiendo lo de Lavagna, lo que ha querido hacer. El es un tipo impresionantemente ególatra, y como todo ególatra quiere ganar, no va a jugar una partida para perder. Para eso, si él desease jugar debería hacerlo al lado de Kirchner, jugar en nuestro espacio. No puede darse el lujo de perder para intentar algo en 2011”. La fuente ensaya alguna hipótesis, que se evalúa en la Casa Rosada, sobre las motivaciones del ex titular de la cartera económica. “Debe haber querido hacer unos toques públicos y valorizarse ante nuestro espacio, pero se fue al demonio, se pasó de rosca. Si hubiese medido más lo que dijo, fundamentalmente en materia de política económica, podría haber seguido jugando en este espacio, y quizá nosotros deberíamos haber pagado un precio más alto para reincorporarlo.”

La gestualidad del ex ministro no es entendida en Balcarce 50 como una maniobra de posicionamiento, sino como un derrape por exceso. “Los que lo compran ahora, con ese discurso, es la derecha, un sector con el que Lavagna no comulga pero que lo empieza a ver como un candidato más sólido de lo que ese sector tiene en oferta. Acaso por eso, esta semana lo putearon todos, (Mauricio) Macri, (Ricardo) López Murphy, (Elisa) Carrió; los únicos que no lo putearon fueron (Raúl) Alfonsín y (Eduardo) Duhalde. Comparo sus últimos gestos con la decisión de Duhalde de jugar contra Cristina (CFK)”, ensayó el centurión del Presidente.

Otro funcionario que no guarda inquina al ex ministro así habló con este cronista: “Me sorprende la posición de Roberto; pensé que iba a ser más cauto”. Otro de ellos dijo que “nunca hubiese imaginado que llegaríamos a este punto de enfrentamiento”, pero “el Presidente está muy enojado”. Una tercera voz autorizada reflexionó: “Estamos haciendo crecer más de lo que lo harían por ellos mismos a hombres como Lavagna o personajes como (Cecilia) Pando” (la esposa del oficial Mercado, pasado a retiro en el Ejército y emblema actual de la defensa del terrorismo de Estado).

En una digresión, hablando de esta mujer, la fuente citada reveló que “la Pando en diez días va a hacer otro acto. En el primero juntó a 200; en el segundo a 1500; en éste va a juntar mucho más. No podemos seguir haciendo crecer a los muertos”, sostuvo el confidente, preocupado por la virulencia de las respuestas oficiales y sus efectos. “Hay veces que es mejor dejar correr algunas cosas, y no me refiero a la defensa del terrorismo de Estado, para no darles más prensa de la que se merecen”, reflexionó el hombre, ducho en escaramuzas.

Sin embargo, un integrante del gabinete, de gran cercanía al Presidente, evaluó los últimos movimientos de Lavagna como de gran costo político para el ex ministro. “El se dio cuenta de ese costo y dio un segundo reportaje a un diario nacional donde se la pasa diciendo que no es opositor. Pero fue muy tarde”, lapida el funcionario.

Kirchner tuvo su última palabra, que se encargó de transmitir a los más íntimos, en sintonía con lo anteriormente expuesto. Respecto de la idea, de que el ex ministro juegue un papel y/o sostenga alguna candidatura enarbolando sus blasones, su cambio de parecer es categórico. “Por nuestro sector, no va a ser candidato a nada”, dijo el viernes a algunos de sus pretores.

Algunos integrantes del gabinete que lo escucharon, confiaron a Página/12 sus impresiones. “Está descartado que vaya a ‘jugar’ articulando en un proyecto del Presidente, en cualquier lugar”, dijo una de las fuentes mencionadas. “El (Lavagna) quiere extrapolar

lo conseguido en un gobierno popular-democrático de centroizquierda a un segmento de derecha”, dice otro de los contertulios del Presidente, con cierta inquina. “Kirchner está completamente dispuesto a sacarlo de la cancha”, remata un tercer testigo.

Lavagna, vale aclararlo, siempre se ubicó a sí mismo en el centroizquierda, acaso un poco más al centro, pero centroizquierda al fin.

La otra mirada

“La verdad, no me consta que Felisa Miceli (la ministra de Economía, que sucedió a Lavagna) haya hecho declaraciones. Sí hubo un cable de la agencia oficial diciendo lo que dicen que dijo sobre Roberto, pero ya una vez la agencia tuvo que denunciar un boicot porque salió un cable con declaraciones del Presidente, en Viena, que nunca hizo.” La lectura conspirativa que encierran estas últimas líneas fue efectuada en las cercanías del ex negociador de la deuda. El tono era serio y, a la vez, un poco irónico. “No me trago esa novela rosa de que Felisa llamó al Presidente para salir a defender su política y su honor”, abundó un colaborador del ex ministro, para quien “acá hay una maquinaria que arma cosas”. Tales “cosas” serían operaciones de prensa y la andanada que desde territorio oficial se disparó entre miércoles, jueves y viernes contra Lavagna.

Otro estrecho colaborador del ex ministro, que conversó con este reportero, infiere que la intención del Gobierno es obligarlo a definir alguna candidatura. Eso, según el confidente, hasta ahora no ha ocurrido, ni ocurrirá; Lavagna seguirá ofreciendo sus conferencias y marcando sus disidencias “y coincidencias”, dijo, pero no hablará de candidatura alguna. “Es un año para gobernar”, replica como un sonsonete el ex ministro a quien quiera oírlo.

De ahora en más

Esta definición –la expulsión de Lavagna del ágora kirchnerista– implica algunos movimientos nuevos en las mesas de arena tanto del Gobierno cuanto de algunos sectores de la oposición. Por lo pronto, el Gobierno ha descartado un potencial candidato a jefe de Gobierno porteño, y seguirá con los que tiene hasta ahora, midiéndolos en las encuestas, hasta que aparezca alguno que pueda darle batalla a Macri y a quien fuere el campeón de Carrió, muy probablemente el delarruista Enrique Olivera.

Habrá que ver, además, qué ocurre con la hipótesis que maneja el Presidente de postular a su mujer, Cristina Fernández, a la primera magistratura si finalmente Roberto Lavagna decide competir contra Kirchner con una entente construida entre duhaldistas residuales y radicales alfonsinistas y algo más –acaso algún socialista, aunque es muy poco probable que el PS se avenga a cerrar cualquier pacto con el duhaldismo.

“Acaso ahí se defina que va él y no la mujer”, dijo ayer a este diario un consejero del patagónico. Sin embargo, el mismo confidente ensayó que una fórmula que enfrente al Presidente o, incluso, a CFK, “tiene destino de 20 por ciento con gran parte de la oposición apoyando la candidatura de Lavagna, y no llega al ballottage, ni contra Néstor ni contra Cristina, porque nadie se ubicará a menos de diez puntos de diferencia de la fórmula que decida el Presidente”, categorizó el hombre, que suele manejar encuestas.

En tiendas del ex ministro de Economía, si bien se niegan a hablar de candidaturas, no se resignan a la solidez que hoy exponen los datos del oficialismo. “Hoy puede haber una cierta supremacía; no sabemos qué puede ocurrir dentro de un tiempo”, especuló, algo esperanzado, uno de los fieles de Lavagna.

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Imagen: Daniel Jayo
 
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