Desde Córdoba

Fue una semana de tensiones y nervios para los organizadores del acto, porque ni el presidente Néstor Kirchner ni los organismos de derechos humanos querían que la política partidaria empañara el simbolismo y la memoria. La primera víctima fue el gobernador José Manuel De la Sota, quien ante las presiones adelantó un viaje a Estados Unidos y pegó el faltazo.

El primer alivio para Gobierno y organismos llegó cuando De la Sota anunció que no estaría en La Perla. De todas las figuras políticas que ayer dijeron presente en el palco, el único que provocaba escozor entre los organizadores era la del gobernador. Y no solo por aquellas infortunadas palabras pronunciadas en la ESMA en 2004, cuando acusó a las madres de “no cuidar bien a sus hijos”, sino porque en sus ocho años de gobierno jamás tuvo una política de Estado sobre derechos humanos o memoria.

Como la izquierda decidió recordar el 24 de marzo con un escrache a la casa de Luciano Benjamín Menéndez, ex dictador de la provincia, la discusión se trasladó a los dos candidatos mejor posicionados para sucederlo. El actual vicegobernador Juan Schiaretti y el intendente de Córdoba, Luis Juez, siempre apoyaron a los organismos en los hechos y en el discurso. Schiaretti aportó fondos para el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense en la identificación de cadáveres, y Juez colaboró con la realización del “Memorial de los Desaparecidos” en el cementerio San Vicente.

En tiempos de campaña, se temía que se politizara el acto, por lo que el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, anticipó su viaje a Córdoba para marcar la cancha. Se reunió con Juez el viernes por la tarde y le mandó a Schiaretti las directivas presidenciales. Por respeto a la historia, por obediencia al Presidente, probable aliado de los dos en la futura contienda electoral, ayer los contendientes no se hicieron notar. Lo mismo que sus muchachos, que con sus cánticos y banderas no hicieron otra cosa que sumarle color al día gris.