Dieta. Cuando estaban por sacarse la esperada foto con el rey Juan Carlos de Borbón, el canciller Jorge Taiana, confianzudo, le comentó que se lo veía muy bien. “Y, es la dieta”, le contestó con un aire de sacrificio Su Majestad.

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Enigma. El Palacio de la Quinta del Pardo, donde transcurren las reuniones más suculentas en el conflicto papelero, funciona como un edificio histórico abierto para visitas turísticas, que nunca faltan. Pero hasta mañana seguirá herméticamente cerrado, acorde con el espíritu enigmático del diálogo bilateral en vías de reconstrucción. La Guardia Civil custodia que nadie cruce la tranquera. A los funcionarios los lleva de acá para allá un ejército de autos con vidrios polarizados que andan a la velocidad de la luz y van dispersando peatones por las calles de Madrid, escoltados por motos. A todas partes, además, los siguen una decena de custodios que visten traje gris y llevan el auricular de rigor.

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Ansiedad. Ayer a la noche, el embajador argentino Carlos Be-ttini llevó a comer afuera a una parte de la delegación, a un restaurante donde se sirven variedades típicas de arroz valenciano. En medio de la comilona, cuando algunos empezaban a lograr relajarse, sonó el teléfono rojo de Alberto Fernández: era Néstor Kichner, ansioso por oír novedades.