Viernes, 17 de agosto de 2007 | Hoy
EL PAíS › FUERON IDENTIFICADOS NUEVE DESAPARECIDOS QUE ESTUVIERON EN EL CENTRO CLANDESTINO EL OLIMPO
Sus cuerpos aparecieron en la costa atlántica en diciembre de 1978 y fueron enterrados cono NN en distintos cementerios municipales. Los restos fueron recuperados por el Equipo Argentino de Antropología Forense, que estableció que fueron asesinados en uno de los “vuelos de la muerte”.
Por Victoria Ginzberg
En diciembre de 1978 la dictadura desmontó el centro clandestino de detención El Olimpo. Muchas de las personas que estaban secuestradas fueron sacadas de allí, “trasladadas”, decían los represores. Con ese eufemismo indicaban que los prisioneros habían sido asesinados. Pero, en realidad, estaban desaparecidos. El Equipo Argentino de Antropología Forense (Eaaf) y la Cámara Federal porteña lograron establecer qué pasó con nueve de ellos. Los cuerpos fueron encontrados en la costa atlántica a fines de 1978 y enterrados como NN en distintos cementerios municipales. Antes, fueron arrojados desde un avión en los llamados “vuelos de la muerte”.
Las víctimas que fueron identificadas son: Cristina Magdalena Carreño Araya, Isidoro Oscar Peña, Nora Fátima Haiuk de Forlenza, Oscar Néstor Forlenza, Helios Serra, Jesús Pedro Peña, Santiago Villanueva María Cristina Pérez y Carlos Antonio Pacino.
“Ahora sabemos cuándo y cómo murieron”, dijo Cecilia Ayerdi, del Eaaf, luego de leer los nombres en una conferencia de prensa que se realizó en el mismo predio de El Olimpo, donde todos ellos fueron vistos por última vez con vida. Se hizo ayer porque el 16 de agosto de 1978 en ese lugar comenzó a funcionar el centro de tortura y exterminio. Ese día numerosos prisioneros fueron llevados allí desde El Banco, otro campo que había sido desmontado.
La investigación que permitió establecer la identidad de los nueve desaparecidos es, de algún modo, continuidad de la pesquisa en la que se identificó a las Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y Mari Ponce, a la monja francesa Léonie Duquet y a Angela Auad. Como aquellas mujeres, las víctimas de El Olimpo tenían lesiones “compatibles con las provocadas por caída de altura y su impacto contra un elemento sólido”. Es decir, se trata de la segunda comprobación científica de “los vuelos de la muerte”. La primera se relacionó con personas que estuvieron detenidas en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Esta, con quienes fueron víctimas, en el predio del barrio de Floresta, de Julio Simon (a) El Turco Julián, Juan Antonio del Cerro (a) Colores, Samuel Miara y otros represores.
El Eaaf y la Cámara Federal –en particular el juez Horacio Cattani– rastrearon el hallazgo de quince cadáveres aparecidos entre el 16 y el 17 de diciembre de 1978 en la costa. Once fueron enterrados en el cementerio de General Lavalle, tres en el de General Madariaga y uno en el de Villa Gesell. En 1984 los cuerpos que estaban en General Lavalle y General Madariaga fueron exhumados con el objetivo de ser identificados. La medida nunca se concretó y en 1993 los volvieron a enterrar o, en algunos casos, los depositaron en la asesoría pericial de la provincia de Buenos Aires. Los restos fueron recuperados ahora por los miembros del Eaaf.
El cotejo de huellas dactiloscópicas efectuado por el laboratorio de investigaciones necropapiloscópicas de la Policía Bonaerense permitió llegar a Jesús Pedro Peña. Y ese dato, sumado a los testimonios de los sobrevivientes de El Olimpo que revelaban el “traslado” de principios de diciembre de 1978 llevó a su vez a trabajar sobre la hipótesis de que todos los cuerpos eran de compañeros de cautiverio de Peña. En abril, Página/12 anunció la identificación del uruguayo Helios Serra. Ayer, los familiares de las víctimas hablaron sobre el hallazgo de las nueve personas. Todavía falta establecer la identidad de seis cuerpos.
Luis Fondebrider, del Eaaf, fue el encargado de narrar cómo fue el trabajo que permitió establecer cómo y cuándo fueron asesinados Carreño Araya, Forlenza y Haiuk de Forlenza, Serra, Villanueva, Pérez, Pacino y los hermanos Peña.
“Esto viene a poner una nueva luz, un poco de certidumbre entre tanto dolor, entre tantos interrogantes que hemos tenido durante treinta años”, dijo ayer Ernesto Villanueva, hermano de Santiago.
Los familiares se reunieron alrededor de una mesa. Llevaban las fotos de los desaparecidos –ahora identificados– abrochadas a la ropa con alfileres. En la pared colocaron una bandera con nombres y caras de las víctimas que pasaron por El Olimpo. La hermana de Cristina Carreño Araya, chilena, habló sobre el Plan Cóndor. Villanueva hizo mención a la presencia del secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde. Y todos resaltaron la “infinita ternura” que se vivió en el centro clandestino a pesar del terror. “Confrontaban y combatían el aniquilamiento psíquico. Fueron capaces de hacer un campeonato de ajedrez con migas de pan”, relató Ariel, hermano de Helios Serra.
“Quisieron que estos cuerpos nunca aparecieran. No pudieron. Una sudestada inoportuna para los represores o la marea quizá los llevó a dar testimonio, como lo hicieron en vida”, dijo Ariel antes de abrazarse con los otros familiares. Entre los que llenaban la sala de El Olimpo, Madres, familiares de desaparecidos, había varias manos tomadas y ojos llorosos. Una a poesía de Pablo Neruda fue casi lo último que se escuchó: Por estos muertos, nuestros muertos. Pido castigo. Para los que de sangre salpicaron la paria. Pido castigo. Para el verdugo que mandó esta muerte. Pido castigo. Para el traidor que ascendió sobre el crimen. Pido castigo. Para el que dio la orden de agonía. Pido castigo. Para los que defendieron este crimen. Pido castigo. Después, resonó el llanto de Rebeca Sacolsky. Tiene 84 años y hace treinta estuvo secuestrada y fue torturada en El Olimpo.
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