Lunes, 29 de octubre de 2007 | Hoy
EL PAíS › SCIOLI GANO LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES CON MAS DEL 50 POR CIENTO
El vicepresidente obtuvo el resultado esperado en el mayor distrito electoral del país.Su performance aseguró el triunfo del Frente para la Victoria a nivel nacional. La Coalición Cívica, con Margarita Stolbizer, obtuvo el segundo puesto.
Por Martín Piqué
“Y ahora vamos a escuchar al hombre”, anunció el presentador estirando las vocales. Y el hombre era Daniel Scioli. Toda la parafernalia del acto se había encargado de exaltar su biografía, sus éxitos deportivos, su lucha contra la adversidad. Ese era el mensaje de los spots que habían proyectado una y otra vez los seis plasma del cuarto piso del Hotel NH. Scioli en la “Gran Argentina”, la lancha con la que competía en la motonáutica. Scioli en China, con los dirigentes del Partido Comunista. Scioli en el conurbano, saludando mujeres que agitaban banderitas. La parábola del exitoso, ese tópico tan repetido en las películas estadounidenses, se trasladaba a la provincia más grande del país, la más poblada, la más compleja por sus problemas sociales. “He aprendido de la vida que las victorias hay que tomarlas con mucha humildad, con sobriedad”, dijo el ganador. Hasta en sus primeras palabras como gobernador electo, Scioli parecía seguir el guión del hombre prolijo, medido, prudente. En la Coalición Cívica, la radical Margarita Stolbizer festejaba su segundo puesto como un triunfo, mientras Francisco de Narváez buscaba explicaciones a su tercer lugar en el podio junto a Jorge Macri.
“Olé, olé, olé, Danieeel, Danieeel.” El auditorio le dedicó un cantito personalizado. Todo estaba centrado en su figura, en su aporte particular a la campaña. Y aunque Scioli no lo explotara en toda su dimensión, era obvio que tenía de qué jactarse. Había ganado el distrito más importante del país por un margen notable (50,85 por ciento contra 16,62 de Stolbizer y 12,69 de De Narváez); era una contribución clave para el triunfo de Cristina Kirchner. Se lo veía sonriente, no eufórico. Enfrente lo aplaudían su esposa, Karina Rabollini, y su hija Lorena. Les habían reservado dos asientos de la primera fila. Scioli les dedicó la victoria. “Me han visto luchar y mucho para llegar a este día tan especial, siempre vale la pena el esfuerzo y el sacrificio”, las ensalzó. Su esposa devolvería los elogios en una charla con periodistas. “Es una persona que escucha mucho a las mujeres”, dijo de su marido.
El salón reservado para anunciar el triunfo estaba decorado con tres gigantografías de Scioli que repetían su imagen al estilo Andy Warhol. Se lo veía con el Presidente y su esposa; con su compañero de fórmula, Alberto Balestrini; solo y acompañado por el único eslogan de su campaña: “Soluciones”. El vicepresidente había llegado a su bunker desde su casa en Benavídez, Tigre. Primero se había reunido con sus íntimos en el séptimo piso. En ese apartado VIP lo habían acompañado los futuros ministros de su gestión: el secretario de Políticas Sociales, Daniel Arroyo; el médico televisivo del Grupo Hadad, Claudio Zin; el ex técnico de la Selección Carlos Bilardo; el fiscal Carlos Stornelli; el escritor Pacho O’Donnell. A ese grupo luego se sumarían otros invitados –conocidos y no tanto– que pugnaron por mostrarse cerca del triunfador.
Mientras Scioli se preparaba para aparecer ante las cámaras, en el cuarto piso sus seguidores disfrutaban del catering y de la brisa que recorría el balcón del hotel. En el coqueto salón preparado para la conferencia de prensa los parlantes repetían una y otra vez la canción que el dúo Pimpinela compuso especialmente para Scioli. “Tú puedes ser aquello que quieras ser/ tú puedes vivir el sueño que soñaste ayer/ tú puedes ser todo eso que te hace feliz/ tú lo decides”, se escuchaba cantar a los hermanos Lucía y Joaquín Galán. Entre el auditorio había varias personas vinculadas al deporte, como el ex jugador de hockey Marcelo Garrafo y el presentador de deportes de Nuevediario Enrique Moltoni, un católico ferviente que en la actualidad es la cara de un programa religioso sobre la Virgen María que se transmite por el canal de Hadad.
Un triunfo –y mucho más un triunfo abrumador– suele provocar realineamientos y nuevas fidelidades. El hotel NH era una postal de esa costumbre, tan vieja como la democracia. Pasadas las 20.30, Scioli bajó hasta el cuarto piso y apareció junto a Balestrini delante de una nube de periodistas y camarógrafos. Entre los cronistas se veían varios conocidos dirigentes de la provincia. Allí estaban el ex ministro de Gobierno de Felipe Solá, Rafael Magnanini; los diputados Marcela Bianchi y Alfredo Atanasof, en otro tiempo figuras claves del entorno duhaldista; también el ex diputado cavallista Guillermo Francos, a quien Scioli quiere ubicar al frente del Banco Provincia. Por la sala también se vio al intendente de Florencio Varela, Julio Pereyra, influyente contacto entre el vicepresidente y la federación de caciques del conurbano.
Para Scioli, el día más importante de su carrera política había comenzado en su casa nueva del barrio privado de Benavídez. Desde allí se fue a votar (su nuevo domicilio ya figuraba en el padrón); luego había comido pastas y descansado con su familia y unos pocos allegados. Ocho horas después el locutor lo presentaba junto a Balestrini ante su público de incondicionales: “Acá están los representantes de la provincia, elegidos masivamente por la gente”. Entre los que aplaudían se vio al diputado Dante Dóvena, estrecho colaborador del Presidente y armador en el conurbano. A esa hora Dóvena ya sabía que el resultado obtenido por Scioli era bastante superior al porcentaje cosechado por CFK. Esa diferencia alimentó las consabidas interpretaciones: una parte del voto peronista había cortado boleta en perjuicio de Cristina.
A Balestrini le tocó hablar primero: dedicó su mensaje a enaltecer la incidencia del PJ bonaerense en el resultado general. “Mi eterno reconocimiento al movimiento nacional y popular al que pertenezco y a todos los dirigentes peronistas de la provincia de Buenos Aires”, destacó. Desde el sillón le respondieron con un fuerte aplauso. Luego mencionó el “fenomenal resultado” que habían conseguido con Scioli. A pesar de las menciones al papel jugado por el peronismo en ese momento nadie cantó la marchita. Se escucharía sólo una vez y más tarde, cuando el acto ya había terminado y Scioli se retiraba hacia el Hotel Intercontinental, donde lo esperaban la presidenta electa y su esposo.
En el acto no se lo vio al gobernador Felipe Solá, con quien Scioli había tenido un contrapunto por el monto del déficit de la provincia. Solá lo felicitó cuando se cruzaron en el Intercontinental. La vicegobernadora Graciela Giannettasio sí estuvo en el bunker del ex motonauta; el ganador la mencionó en su discurso. “Voy a poner todo de mi parte pero los necesito a todos para ser un buen gobernador. Vamos a trabajar para traer cada día más tranquilidad”, dijo Scioli. Luego mencionó a “la querida presidenta electa Cristina Fernández de Kirchner” y el salón reaccionó con aplausos pero sin la ovación estridente con que lo habían recibido. “En la vida siempre vale la pena el esfuerzo”, agregó. Entre el público estaba el publicista Fernando Braga Menéndez, ideólogo de la minimalista campaña que hablaba sólo de “Soluciones”. También estuvo el diputado Carlos Kunkel, quien sonó como compañero de fórmula de Scioli. Exultante, Kunkel sorprendió pronosticando que habría ballottage:
–Ya está la fecha de la segunda vuelta –bromeó al ver al cronista de Página/12–: el 23 de octubre de 2011.
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