Viernes, 29 de febrero de 2008 | Hoy
EL PAíS › EN 1995, MACRI HABIA RECHAZADO LA REELECCION INDEFINIDA
Por Facundo Martínez
Si Mauricio Macri hubiera cumplido una de sus promesas de campaña, cuando lanzó en 1995 su candidatura a la presidencia de Boca, quizás hoy no sería noticia por la incompatibilidad de funciones respecto al doble gobierno que afronta tras sumarle a la Jefatura de Gobierno porteño una nueva presidencia, en este caso transitoria, del club. Es que en esos años de puja con el empresario Antonio Alegre y el banquero Carlos Heller, por entonces presidente y vice de Boca, Macri prometió que bajo su mandato se acabarían las reelecciones indefinidas en el club. “Sólo habrá una re–elección”, decía entonces el ingeniero, que pensaba que le alcanzaría con tres años de gestión, “a lo sumo si tengo fuerzas otros tres años más”, para encauzar los destinos del club de la ribera para “luego ser reemplazado por otra persona”. Y tras doce años de gestión, ni siquiera su delfín Pedro Pompilio, quien lo acompañó como fiel vicepresidente durante todo este tiempo, parece ser esa “otra persona”.
La clave del enquistamiento de Macri en la presidencia de Boca no está en los éxitos deportivos del equipo de fútbol. Fue la reforma del estatuto del club que se llevó a cabo en 1999 la que terminó por suprimir las elecciones internas. En esa reforma aparecía la figura de los avales como llave maestra para que el oficialismo se perpetuase en la conducción. La reforma fue resistida por dirigentes históricos del club, incluso algunos agrupados bajo el ala de Macri que no se animaron a levantar la voz para no quedarse afuera del amparo del empresario, que ya había dado muestra de autoritarismo.
En su idea original, los avales bancarios que debían presentar los candidatos a ocupar cargos en el club tenían que alcanzar el 20 por ciento del patrimonio neto del club. La millonaria cifra, que dejaba fuera de carrera a una gran mayoría de dirigentes, fue reducida a la mitad por un tribunal civil a raíz de las demandas por discriminación que se fueron radicando en distintos juzgados. La solución que el macrismo encontró por esos días para aquellos dirigentes que no podían juntar esos avales fue la dependencia con dirigentes económicamente más poderosos, dependencia que fue, por supuesto, también política.
El resultado de dicha reforma resultó nefasta para la política interna del club. Desde 1999 a la fecha, ningún dirigente opositor logró presentar los avales exigidos para formalizar las candidaturas, por lo que Macri y sus aliados renovaron automáticamente sus cargos, con modificaciones mínimas, hasta diciembre de 2007, cuando se autoproclamó presidente Pompilio, ahora removido del cargo por el fallo de la Inspección General de Justicia (IGJ) que obligó a Macri a retomar las riendas del club hasta que se produzca el llamado a elecciones, que se estima se realizarían el 1º de junio próximo. “Sería mi mayor fracaso si no aparecieran hombres para sucederme en Boca”, declaraba el joven ingeniero Macri sin lugar en Socma, la empresa familiar, en el arranque de su extenso ciclo. El requisito de los avales fomentó ese fracaso.
Tampoco es ésta la primera vez que la IGJ golpea las puertas de Boca. El organismo declaró irregulares las candidaturas de Macri y Pompilio después de que éstos se autoproclamaran en diciembre de 2003, en otro intento fallido de elecciones internas. Sin embargo, un fallo de la Sala K, de la Cámara Civil porteña, que integraban los jueces Carlos Molina Portela, Carlos Degiorgis y Julio Moreno Hueyo, le dio vía libre a la re-re-elección del ingeniero y su por entonces fiel ladero Pompilio, algo que, en el orden nacional, ni siquiera Carlos Menem había conseguido.
Tras asumir la presidencia del club, shockeado por el revés de la IGJ y empeorado su ánimo por el alejamiento de sus huestes de Pompilio –que ahora se presenta aliado al kirchnerismo y con chances de formalizar una futura alianza electoral con el opositor al macrismo en Boca, el tabacalero Roberto Digón–, Macri puso en el tapete la necesidad de revisar los avales, que ni siquiera el oficialismo pudo presentar en tiempo y forma. “El aval que se había presentado no coincide con lo que pide el estatuto, éste habla de dolo con sentencia judicial firme y el estatuto pide un aval por la gestión, independientemente de que se haya ejercido con buena o mala fe, de modo que el club nunca pueda perder”, dijo Macri sobre el rechazo que la IGJ hizo de los avales presentados por la lista oficial de Pompilio.
“El Banco Macro (presidido por el ahora banquero K Jorge Brito) nos vendió durante varios años un aval que no servía para nada”, se defendió Macri. “Los avales que el Banco Macro le vendió a la lista de Pompilio, la lista oficial, fueron los avales que solicitó Macri” a la entidad financiera, aseguró a Página/12 una fuente del banco. A raíz de esto, el también dirigente opositor xeneize Pablo Abbatángelo pide que se investigue ahora si los avales presentados por Macri para las elecciones internas de 2003 carecen también de validez.
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