Martes, 25 de marzo de 2008 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Luis Bruschtein
“Después de 32 años sigue viniendo gente”, comentaba con alegría, o con alivio, un señor canoso transitando la cincuentena, durante el acto histórico de los organismos de derechos humanos en repudio al golpe del 24 de marzo de 1976. La sensación que trasuntaba el comentario aludía al temor por un posible cansancio en la sociedad con el tema. La composición generacional del acto, sobre todo entre los miles de espontáneos que marcharon con la bandera de los organismos de derechos humanos, decía lo contrario. Estaban los setentistas veteranos que ya rondan entre los 50 y los 60 años, que asisten desde la primera marcha, y después muchos chicos y muchachos de entre 15 y 30 años. Los de entre 30 y 50, que engrosaron marchas anteriores, eran menos. Pero siempre resulta emotiva la forma en que nuevas generaciones de jóvenes se sensibilizan con el tema, que muchas veces es el despertar al pensamiento político.
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Esa sensación de cierto agotamiento del tema podría tener otra lectura. Más que agotamiento podría leerse por el contrario como asimilación del tema por parte de la sociedad y también institucionalización. Porque de hecho entre todos los actos que se hicieron en el conurbano, en las provincias y otros tantos en la Capital, debe haber sido el 24 de marzo más movilizado. El acto histórico de los organismos de derechos humanos movilizó mucha gente. El acto posterior que realizó la mayoría de los partidos de izquierda con los ex detenidos-desaparecidos y la Liga por los Derechos del Hombre movilizó todavía más gente. Si los dos actos se hubieran realizado en conjunto, probablemente hubiera sido el acto de repudio al golpe más grande realizado en la Plaza de Mayo, con excepción del de 1996, cuando se cumplieron 20 años del golpe.
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Cuando comenzaban a concentrarse las columnas del acto de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, Familiares, Serpaj, HIJOS, APDH, MEDH y demás organismos de derechos humanos, Víctor Mendivil, dirigente de los judiciales y de la CTA, comentó que el tema del día era el paro de los productores agropecuarios. “Lo primero que nos preguntan es eso”, afirmó Mendivil. En realidad, ni en la marcha de los organismos ni en la que se realizó después, el tema del campo estuvo muy presente. Un solo cartel muy grande en la marcha de los organismos decía “Sociedad Rural: apoyaron a la dictadura, paran contra el pueblo”, que lo llevaba una columna del MUP. El cartel fue un rebote, porque por la mañana el Movimiento Evita y otras agrupaciones sociales habían realizado un escrache frente a la Sociedad Rural de Palermo.
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El reclamo por la aparición con vida de Julio López fue la consigna más repetida. Muchas de las personas que acompañaban la inmensa bandera con fotos de los desaparecidos llevaban unas caretas con la cara de López. En este punto coincidieron los protagonistas de los dos actos. Desde 1996, este es el primer acto del 24 que se realiza cuando ya hay varios represores militares condenados, además de civiles como el cura Von Wernich, o policías como Miguel Etchecolatz y el Turco Julián. López es un desaparecido en democracia y justamente su secuestro y desaparición fue un intento de entorpecer los juicios que se están realizando –aunque en cámara lenta– contra los represores.
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Otro comentario escuchado: “Me parece bárbaro que haya venido tanta gente, pero hay un tono, una estética, en la marcha, que parece fuera de lugar”. La estética a la que aludía esta persona era porque consideraba que había un cierto tono festivo en gran parte de la marcha. En realidad, todas las marchas han sido así desde hace varios años. Varias columnas traen murgas, había un móvil desopilante hecho con los restos de una camioneta que todavía se movía y recubierto con libros como si fuera una gran librería de viejos. “Arma de instrucción masiva”, decía el carromato perfectamente camuflado con libros. Los tamboriles y los bombos de las murgas resonaban estrepitosamente. Los bailarines saltaban con sus uniformes coloridos y algunas llevaban murgueros pulguitas de cuatro o cinco años.
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La reflexión sobre el tipo de conmemoración que se hace del golpe no fue un invento de esta persona. Se trata de una discusión bastante extendida. Algunos critican que se haya declarado feriado, que ya de por sí tiene un contenido implícito festivo, y que además coincida forzozamente con los feriados de Semana Santa, por lo que es tomado como un día más de vacaciones. Para otros lo importante es que la sociedad incorpore esa historia a la memoria colectiva y el tono o la estética se produce en forma espontánea. El grupo de percusión La Chilinga marchó con un ballet de cerca de cien bailarinas de ritmos afrolatinos, vestidas de rojo. Cuando descansaban los tambores, varias de ellas se desplomaban al suelo, como muertas, y todas las demás se tapaban los ojos, otras la boca y otras los oídos. “No veo”, “no escucho”, “no hablo”, que fue la actitud de gran parte de la sociedad durante la dictadura.
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El Partido Socialista participó en el acto de los organismos derechos humanos sin poder ocultar las diferencias que tiene en su seno. Por un lado marchó un contingente del PS de la Capital Federal, cuya conducción está alineada con el senador Rubén Giustiniani, más cerca de la Coalición Cívica de Elisa Carrió. Y por otro lado marchó otro contingente más pequeño, del PS de la provincia de Buenos Aires, cuyos dirigentes son más proclives a algún tipo de acuerdo con el Gobierno. Los dos grupos marcharon con gran cantidad de banderitas rojas en las que hay un puño que sostiene una rosa. Pero los de la provincia de Buenos Aires iban encabezados además por una gran pancarta que decía “Jorge Rivas, presente”. El ex diputado Rivas es dirigente de este sector y vicejefe de Gabinete y fue agredido por asaltantes que le produjeron lesiones cerebrales de las cuales se está reponiendo penosamente.
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En la marcha de los organismos coincidieron también dirigentes opositores y dirigentes kirchneristas. En la cabeza de la columna de la CTA marcharon los diputados Claudio Lozano, un duro opositor, y Edgardo De Petris, que dirige la agrupación kirchnerista Frente Transversal. A la cabeza de la columna de Barrios de Pie y Libres del Sur marcharon el subsecretario del Ministerio de Acción Social, Jorge Ceballos, y la diputada Vicky Donda. Y a la cabeza de la columna de la agrupación Proyecto Sur estaba el cineasta Fernando “Pino” Solanas. Entre los miles que llevaban la bandera de los organismos estaba el diputado Eduardo Macaluse, del ARI autónomo, y más adelante, el kirchnerista Juan Carlos Dante Gullo o el intendente de Morón, Martín Sabbatella. Por supuesto, en la cabeza de la marcha estaban los dirigentes de los organismos convocantes, como Nora Cortiñas y Marta Vázquez, de Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora); Estela Carlotto, de Abuelas; Mabel Gutiérrez, de Familiares, y Adolfo Pérez Esquivel del Serpaj, entre otros.
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La cabeza de la marcha posterior era más homogénea. Estaban Christian “Chipi” Castillo y José Montes, del PTS; Vilma Ripoll y Marcelo Parrilli, del MST; la legisladora porteña Patricia Walsh; Patricio Echegaray, del PC; Amancay Ardura del PCR y la CCC, Marcelo Ramal, del PO; Adriana Calvo, de los ex detenidos-desaparecidos y dirigentes de otras corrientes de izquierda y movimientos sociales como la Aníbal Verón y la Teresa Rodríguez. Estas agrupaciones hicieron un gran esfuerzo movilizador y llevaron gran cantidad de militantes, aunque ese esfuerzo pierde impacto al separarse de la convocatoria de los organismos de derechos humanos históricos que simbolizan la resistencia contra la dictadura.
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La columna de HIJOS, en la marcha de los organismos, estaba encabezada por una pancarta que decía: “Libertad a Karina ‘Galle’ Germano”. Karina es hija de desaparecidos, fue detenida hace seis años en Brasil y pidió cumplir su condena en Argentina, cerca de su familia, pero al llegar perdió derechos que tenía en las cárceles brasileñas, como las salidas temporarias.
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