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Desde Rosario

Gustavo Mur, fotógrafo platense, tiene una rara ocupación: vive de vender fotos del Che. Comenzó a reunirlas hace cuatro años y hoy tiene una colección cercana a las doscientas. Retratado en la selva, o muy chico y en brazos de su mamá, o con sus amigos de la adolescencia, son fotos en blanco y negro que ayer desplegó en el camino de la marcha a la inauguración del monumento. En dos minutos estaba rodeado de gente.

–Perdón, ¿ése es el Che del pasaporte falso? –preguntó una chica de rastas, señalando una foto en la que Guevara aparece pelado y con anteojos.

–Sí, para entrar a Bolivia. Y hay otra todavía menos difundida, que es la del pasaporte que usó en el Congo.

–¿Y el que está allá es Camilo?

–Camilo, y allá está con Fidel.

Mur usa una chaqueta verde militar, una remera oscura y tiene en la mano un plumero con el que, cada tanto, quita el polvo a las copias. Todos los que se acercan preguntan algo:

–¿Y esos pies de quién son? –quiere saber un cincuentón de anteojos señalando unos pies calzados con unos escarpines de cuero.

–También de él, en Bolivia, cuando lo capturaron. Pombo le ofreció su calzado y el Che lo rechazó. Entonces Pombo le fabricó esas abarcas de cuero.

Una adolescente le muestra a una guerrillera.

–¿Esta es Tania?

–No, ésa es Loloya Guzmán –busca a Tania y se la pasa.

Cuenta que a las fotos las consigue “en el circuito de fotógrafos y de recorrida de los archivos. Otras me las dio algún amigo, como Calica Ferrer’.

Mur ofrece las fotos y su historia. Tiene un relato para casi todas, pero hay algunas misteriosas para las que sólo cuenta con versiones. las Por ejemplo, unas en las que Guevara aparece con una boina que lleva no la estrella de cinco puntas sino dos sables cruzados, similar al escudo de la Gendarmería argentina. “De esta solamente tengo algunos dichos de que se la regaló un salteño, pero en realidad no se sabe.” No conocemos dónde ni cuándo se las tomaron.