En la delegación argentina nadie arriesgaba a decir si en el encuentro a solas que tuvieron los presidentes Raúl Castro y Cristina Fernández de Kirchner el lunes se nombró a la médica Hilda Molina, la mujer que quiere salir de la isla para conocer a sus nietos argentinos. El Gobierno, en cambio, sigue con su estrategia silenciosa y confía en que la profundización del vínculo con la isla, tanto en el plano comercial como en el político, redunde también en un gesto de Cuba para con ese reclamo. El ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Taiana, dijo ayer que “los encuentros entre presidentes siempre son importantes para mostrar voluntad política de favorecer la relación” y señaló que está previsto un mecanismo de consultas entre las cancillerías de ambos países que se realizaría en Buenos Aires antes de finalizar el primer semestre de este año. Esa reunión, de la que participaría el canciller cubano Felipe Pérez Roque, podría ser la instancia donde avanzar con la resolución del tema que trabó las relaciones entre ambos países en los últimos cuatro años.

“El balance fue positivo en el plano institucional, por la serie de convenios que se han firmado, y también fue exitosa la ronda de negocios, que ha abierto varias posibilidades en distintos sectores”, dijo Taiana en el tradicional Hotel Nacional, luego del almuerzo que cerró la reunión de los empresarios. Allí mencionó el futuro encuentro que se realizará en Buenos Aires y donde, señaló, se abordarán temas de “la esfera política y del ámbito multilateral, bilateral y regional”. Por eso la Cancillería estima que allí podría tocarse o incluso mostrar progresos en el tema Molina. Otra oportunidad sería la feria de La Habana, que se realizará en noviembre. Un funcionario del Gobierno arriesgó la posibilidad de que la neurocirujana se encuentre con sus nietos en un tercer país y mencionó específicamente México, que mantuvo relaciones con la isla cuando el resto de los países de la región las rompieron por presión de los Estados Unidos.

“Para que algo de eso ocurra hay que recuperar la relación, que haya un ida y vuelta y que no sea sólo de intercambio cultural, como lo fue en este último tiempo. Además, Cuba también tendría que mostrar gestos aperturistas ya que el estatuto del Grupo Río habla de la democracia en la región”, señalaron desde el Ministerio de Relaciones Exteriores.

El otro tema que no estuvo oficialmente en la agenda del viaje de la Presidenta pero atraviesa la relación de la Argentina con la isla es la deuda por unos 2300 millones de dólares que tiene Cuba. La apuesta cubana es conseguir una quita como la que Néstor Kirchner realizó al FMI y el resto pagarlo con concesiones de servicios. Al igual que en el caso Molina, el Gobierno confía en que las cuentas entre la Argentina y Cuba se encauzarán con el correr del tiempo a partir del estrechamiento del vínculo bilateral.

Los funcionarios argentinos se llevaron la impresión de que el gobierno cubano está muy conforme y entusiasmado con su nuevo rol en el plano regional, que implica su integración en foros de discusión internacionales y un renovado acercamiento con países como Argentina, Chile o Brasil. La mayor expectativa, claro está, es qué pasará con los Estados Unidos ahora que Barack Obama se convirtió en su presidente. En Cuba están atentos a la declarada intención del nuevo mandatario de liberar los viajes y el envío de remesas a la isla y aseguran que es difícil que la pasen peor que con George W. Bush. Pero analizan que es complicado que se levante el bloqueo económico en lo inmediato, ya que eso demandaría una serie de complejos procedimientos parlamentarios. “Lo que debería hacer Obama es blanquear, porque hay un montón de empresarios norteamericanos que hacen negocios con Cuba”, aseguró un funcionario argentino.