Miércoles, 21 de enero de 2009 | Hoy
EL MUNDO › LA CORTE SUPREMA NICARAGÜENSE LIBERO AL EX PRESIDENTE LIBERAL
El máximo tribunal sobreseyó al ex presidente Arnoldo Alemán de las acusaciones sobre lavado de dinero, desvío de fondos públicos y enriquecimiento ilícito. De fondo, un supuesto pacto con el gobierno del sandinista Daniel Ortega.
Por María Laura Carpineta
La liberación pasó casi inadvertida en el mundo, entre las negociaciones de cese del fuego en Medio Oriente y los preparativos para la asunción del primer presidente negro de Estados Unidos. El viernes pasado la Corte Suprema nicaragüense sobreseyó al ex presidente Arnoldo Alemán de todos los cargos de lavado de dinero, desvío de fondos públicos y enriquecimiento ilícito. El fallo, firmado por cuatro de los seis jueces de la Corte, no niega que cerca de 100 millones de dólares de las reservas nacionales desaparecieron durante el gobierno de Alemán, pero sostiene que no existen pruebas que demuestren la participación directa del ex mandatario. El argumento irritó a la oposición y especialmente al ex procurador general Alberto Novoa Espinoza, el hombre que hace cinco años armó el caso. “En las bóvedas del Banco Central encontramos por lo menos 13.500 filminas de los registros de los cheques que utilizó Alemán para ir extrayendo el dinero”, recordó.
El clima ya venía caldeado en Managua. Las elecciones municipales de noviembre pasado habían dejado un sinsabor entre todos aquellos que no apoyan al gobierno sandinista de Daniel Ortega y habían denunciado fraude. La derecha de la libre empresa y la izquierda que añora los valores políticos de la Revolución Sandinista de 1979 se unieron en contra de un enemigo común: el supuesto pacto entre Alemán y Ortega para controlar hasta la última oficina estatal del pequeño país centroamericano. Durante la última década, las bancadas que responden a ellos votaron juntas una reforma electoral y la designación de un sinfín de jueces y funcionarios.
“Por el sobreseimiento de una persona condenaron a seis millones de personas a la pobreza y la persecución por parte del régimen autoritario de Daniel Ortega”, denunció sin medias tintas el principal referente del nuevo frente opositor, Eduardo Montealegre. Hasta hace sólo unos días, el joven abogado al que Estados Unidos apoyó en las últimas elecciones presidenciales, no quería terminar de romper su relación con Alemán, un antiguo aliado y mentor. Pero el sobreseimiento fue la gota que rebasó el vaso, reconoció enojado en diálogo telefónico con este diario. “No estamos dispuestos a someternos más a la voluntad de Arnoldo Alemán.”
La reacción no es exagerada. La condena de Alemán se había convertido para los nicaragüenses en un símbolo del presunto pacto entre el ex presidente y el actual. Hace seis años, cuando Alemán fue acusado por su delfín y entonces presidente Enrique Bolaños, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), con Ortega a la cabeza, estaba estancado electoralmente como una minoría política. “Ortega se dio cuenta entonces que si controlaba el proceso legal de Alemán podía negociar concesiones”, señaló Sergio Ramírez, el vicepresidente de Ortega durante el gobierno revolucionario de los ochenta.
Por supuesto, nunca se pudo comprobar ese supuesto pacto. Ortega lo negó y Alemán también. Sin embargo, las dos bancadas comenzaron a votar juntas en la mayoría de los temas clave, incluso en contra del presidente Bolaños, y Alemán sólo tuvo que dormir unas semanas en su celda especial en la cárcel de Tipitapa. A pesar de sumar sólo 57 años, el hombre que se había mostrado vital e incansable durante los cuatro de gobierno accedió a la prisión domiciliaria. Según sus abogados, sufría de hipertensión y sus médicos le habían recomendado la “convivencia familiar”.
A los pocos meses, el ex mandatario presentó un nuevo recurso y la Justicia volvió a fallar a su favor. Su casa se convertía en la ciudad entera. El ex mandatario tenía libertad para caminar libre, pero sólo dentro de Managua, la capital nicaragüense. Para cuando la Corte Suprema falló, la ciudad se había extendido al resto del país.
Pero para los detractores de Alemán y Ortega, cada uno de esos fallos y la sentencia del viernes pasado demuestran cómo funciona el tire y afloje de los dos caudillos. “Ortega quería la reelección y ahora la va a tener. Alemán le va dar los votos que necesitaba para reformar la Constitución en el Congreso. La oposición ya no podrá ni siquiera presionar con el quórum,” advirtió Ramírez.
Ayer el oficialismo y la bancada leal a Alemán aprobaron una nueva mesa directiva en el Congreso. Su primera decisión fue desechar la propuesta de una ley que anule las elecciones municipales de noviembre y convoque nuevos comicios.
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