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“No, no. Claramente no”, dice también a Página/12 Martín Sabbatella para desterrar la idea de que su presentación junto a dirigentes del progresismo porteño constituye su lanzamiento en la Ciudad de Buenos Aires, y completa: “Lo que estamos haciendo hoy desde el EDE, junto con Libres del Sur, con el SI, con Gabriela Cerruti, con Vilma Ibarra y con otros actores políticos y sociales, es sólo un seminario. Y me parece muy importante, es muy buena esta iniciativa. Primero porque está bien encontrarnos quienes naturalmente tenemos que estar juntos. Todo el espacio popular y progresista de la ciudad tiene que construir un lugar común. Y cada uno de nosotros construiremos una pata de una mesa común que tenemos que hacer entre todos. Son valiosas las patas, pero lo más importante es que seamos capaces de construir la mesa, que podamos construir el lugar común de las propuestas populares con vocación de mayoría, con vocación de gobierno, en el país y también en la ciudad.

–¿Cuáles son los pasos a seguir, con ese objetivo?

–Hay que ponerse a pensar la ciudad. Eso es vocación de gobierno, construir una cultura de progresismo de gestión. Además, el balance de lo que se planteó en este seminario es una demostración de lo que significa la derecha en la ciudad. El macrismo, que claramente había nacido con la idea de ser una suerte de derecha moderna, eficiente, eficaz, republicana y democrática demostró que de todo eso lo único que le queda es lo de derecha. Ni es eficiente, ni es eficaz, ni es moderna, sino todo lo contrario. Y mucho menos republicana ni democrática, eso se ve con los espías, con la fuerza de choque parapolicial dando vueltas por el espacio público. Lo único que quedó es esa cosa de la derecha reaccionaria y conservadora, la que fue la pata empresarial del menemismo, junto con De Narváez, y que ahora han decidido estar ellos mismos. Como se dijo muchas veces, es la derecha atendida por sus dueños.

–Antes de las elecciones, atribuía a cálculos electorales el hecho de que no se juntara todo el centroizquierda, ¿qué pasa ahora?

–Hay miradas distintas. Pero lo que hay que hacer es un gran esfuerzo para que el progresismo esté unido. Acá hay muchas fuerzas políticas y hay roles distintos, responsabilidades distintas. Creo que lo que hay que construir es una nueva cultura que implica unidad en la diversidad, entender que se puede convivir estableciendo reglas de juego claras que permitan procesar y resolver esas diferencias. Si cada una de las partes somos conscientes de que el todo a construir es mucho más importante que cada uno de nosotros, es un paso sumamente importante. Además, el espacio progresista tiene que poder entender que hay distintas culturas políticas, distintas tradiciones políticas, distintas identidades, distintas historias y que hay que poder sintetizar eso en una propuesta común.

–¿Cuál es el estado de la relación con Proyecto Sur en este momento?

–Por ahora no es que armamos un espacio de discusión específico, nos encontramos en distintos debates, en distintos temas. Yo creo que hay que hacer un esfuerzo para seguir construyendo relaciones.

–¿Pero hoy en día a nivel orgánico no hay relación?

–No, nos encontramos naturalmente. Yo creo que habría que generar más espacios, también la Cámara de Diputados va a ser un lugar donde se podría afianzar esto, tratar de articular un espacio común para el progresismo. Hay que tener múltiples mecanismos donde poder sintetizar, hay que darse la posibilidad de sentarse a debatir. Me parece también que hay que lograr que las cuestiones políticas no tengan que ver con los tiempos de reflexión personal de ninguno de los dirigentes, sino con los tiempos de reflexión colectiva que podamos hacer en los espacios comunes. Y eso es todo un ejercicio.

Entrevista: N. L.