Jueves, 12 de agosto de 2010 | Hoy
EL PAíS › LA DOBLE FUNCIóN DE RAúL RíOS
Por Gustavo Veiga
Un final ominoso tuvo Raúl Oscar Ríos, el funcionario fusible que Mauricio Macri despidió por atender asuntos futbolísticos antes que cuestiones de Estado. El jefe de Gobierno juzgó “inaceptable” que antepusiera su papel de vocal en Boca por encima de su responsabilidad en la Agencia Gubernamental de Control. Pero no explicó que un hombre de su máxima confianza, el tesorero del club, Daniel Angelici, llamó uno por uno a cada dirigente del bloque macrista para que fueran el martes a votar en contra del millonario contrato de Juan Román Riquelme. Era como estar en la misa y la procesión. O una consecuencia de la política de completar cargos en la ciudad de Buenos Aires con socios, hinchas y directivos boquenses. Esas tres condiciones que cumple más de un jerarquizado colaborador del líder político procesado en la causa de las escuchas. Podría afirmarse entonces que, para Ríos, el asunto de Estado era tratar el meneado caso Riquelme y no tanto el derrumbe en el barrio de Villa Urquiza.
Funcionario-directivo de perfil variopinto (Página/12 informó ayer que fue obrero de la industria del tabaco, florista y empresario del entretenimiento nocturno), juzgó oportuno que el martes tenía que estar en la Bombonera para tratar la continuidad o no de Riquelme en el club. Hasta dónde lo hizo por su propio juicio o inducido por Angelici, una especie de delegado personal de Macri en la entidad deportiva, no se sabe. Una fuente aseguró que hubo llamados a cada uno de los dirigentes que le responden al jefe de Gobierno. Algunos díscolos no se habían presentado en una reunión de comisión anterior. La premisa era oponerse a la firma del contrato por cuatro años que le permitirá a la estrella boquense cobrar cinco millones de dólares.
Ríos, un soldado de la causa macrista, votó como se esperaba: en contra. Así lo hicieron también el propio Angelici, Rómulo Zemborain, Juan José Etala, Carlos Aguas, Jorge Bitar, Carlos Ben (un ex vocero de Eduardo Duhalde) y Jorge Levy. Los ocho votos no alcanzaron para voltear el flamante vínculo con Riquelme. El empate con los ocho dirigentes que estaban a favor lo quebró el presidente Jorge Amor Ameal. Su voto vale doble. El crack continuará en Boca. Y el funcionario perdió esa disputa y también su trabajo en el gobierno porteño.
La tragedia del gimnasio de Villa Urquiza le dio visibilidad al descontrol macrista en la administración de lo público, pero también puso blanco sobre negro la declamada calidad de sus equipos de trabajo.
Ríos no parece un producto de la Fundación Pensar, con la que el líder del PRO anunció el Plan Nacional de Desarrollo Social y Económico con el que intentará gobernar el país en 2011. Sí reproduce el perfil del funcionario que llegó a un cargo público por su acompañamiento sin dobleces al jefe de Gobierno. Andrés Ibarra, Ernesto Petrini, Fabián Horacio Zampone o Jorge Wellington Alves también pasaron por Boca y cumplieron o cumplen funciones en el Estado porteño. Algunos adjuntan a ese antecedente empleos anteriores en empresas del grupo Macri. Es el caso de Ibarra.
Al igual que Federico Young, ex responsable de la Agencia Gubernamental de Control y apologista de la dictadura militar, Ríos salió por la puerta de atrás. Lo echaron cuando ni siquiera había cumplido un año en el cargo. Será recordado por votar en contra de Riquelme antes que de preocuparse por evitar derrumbes.
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