Domingo, 22 de agosto de 2010 | Hoy
- Enrique Zuleta Puceiro: En Carrió es especialmente interesante distinguir lo que dice de lo que hace. Su discurso abunda en definiciones tajantes, pensadas más para provocar, confrontar y cultivar el reconocimiento agradecido de los medios. Su integrismo republicano apunta a amplios sectores moderados que difícilmente la voten, aunque de hecho compartan su rol de denuncia. Su tendencia de voto nacional es respetable: un 7 por ciento sin proyectar, algo por debajo de Cobos o Duhalde. De allí que sus hechos importen más que sus dichos. Consciente de que la lógica de las transacciones de cúpula tiende a desplazarla irremediablemente del lote de candidatos con posibilidades hacia el 2011, Carrió ha decidido poner en valor sus activos tanto electorales como parlamentarios. En el Acuerdo Cívico y Social, hoy todo parece dispuesto para una inminente proclamación de Ricardo Alfonsín. En la medida en que el componente socialista de la fórmula parece hoy por hoy indispensable, todo apuntaba a su desplazamiento. El paso al costado fue inteligente y sobre todo oportuno. Aun cuando en lo inmediato Carrió deberá afrontar el costo político de ir contra las corrientes que pretenden imponerle un sacrificio a favor del mito de la unidad de la oposición.
- Artemio López: Lilita y su fuerza están en proceso de extinción electoral, Hoy a nivel nacional mide 5 por ciento y en baja. Estamos en presencia de la desaparición virtual de un espacio electoral que fue emergente claro de la crisis de 2001, que ya quedó definitivamente atrás para la ciudadanía y con ella el tipo de liderazgo que ejerce, fundamentalmente desde los medios, la doctora Carrió.
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