EL PAíS › OPINIóN

Un complot muy bizarro

 Por Patrick Cockburn *

La afirmación de que Irán utilizó a un vendedor de autos usados condenado por fraude para que contratara a narcotraficantes mexicanos para asesinar al embajador saudita en Washington no se condice con todo lo que se conoce de los altamente sofisticados servicios de inteligencia de Irán. El anuncio hecho con tanta seguridad por el fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, sobre este complot bizarro, suena alarmantemente parecido a la conocida afirmación del ex secretario de Estado Colin Powell ante la ONU en 2003 de que Estados Unidos poseía evidencia irrefutable de que Saddam Hussein estaba desarrollando armas de destrucción masiva.

El problema es que el gobierno de Estados Unidos se ha comprometido públicamente con una versión de los hechos que, sin importar lo improbable que sea, si es cierta, sería para un motivo más que suficiente para una guerra contra Irán. Será difícil para Estados Unidos dar marcha atrás ahora sobre tales acusaciones.

¿Podrían ser ciertas las afirmaciones? El complot, tal como fue descripto en la corte, era pueril, fácil de descubrir y con muy pocas probabilidades de tener éxito. Un informante de la Drug Enforcement Agency (DEA) en Corpus Christi, Texas, con supuestas relaciones con los narcos del grupo de Los Zetas de México, dijo que un amigo iraní de su tía, llamado Mansour Arbabsiar, se le había acercado para que contratase a Los Zetas para hacer los ataques. Se establece una conexión con la fuerza Quds del cuerpo de Guardias Revolucionarios de Irán (IRGC).

Nada de esto tiene sentido. El IRGC es famoso por asegurarse de que la responsabilidad de sus acciones nunca pueda ser rastreada hasta Irán. Generalmente opera a través de representantes. Sin embargo, aquí está enviando 100.000 dólares de un cuenta de banco de IRGC para contratar asesinos en México. Los beneficiarios de tal complot son evidentes. Estarán aquellos de la derecha neo-con y los partidarios extremos de Israel que hace tiempo que están presionando para llevar a cabo una guerra con Irán. En Medio Oriente, Arabia Saudita y Bahrein han estado afirmando ruidosamente que Irán está orquestando protestas chiítas prodemocráticas, sin encontrar muchos que les crean en el resto del mundo. Sus afirmaciones seguramente serán tomadas más seriamente en Washington. Habrá menos presión sobre países como Bahrein para acomodar a sus poblaciones chiítas. En Irak, Estados Unidos y Gran Bretaña siempre veían la mano oculta de los iraníes apoyando a sus opositores, pero nunca lo pudieron probar. También es cierto, a un grado nunca apreciado en Estados Unidos, que Washington y Teherán coincidieron cuando se trató de liberarse de Saddam Hussein e instalar un gobierno chiíta. Había puntos en común y una lucha por la influencia. Lo mismo es cierto en Afganistán, donde Irán estaba encantado de ver cómo se derribaba el talibán antichiíta en 2001.

Algunos especialistas en Irán sugieren que podría ser una “facción paria” dentro de la Guardia Revolucionaria, pero no existe evidencia de que tal cuerpo exista o un motivo convincente para que estén asociados con gangsters mexicanos.

* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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