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“Yo no tengo ahorros en el corralito, sino que vendí mi departamento y me congelaron los depósitos antes de que pudiera comprar algo. Ahora tengo que vivir con mi familia en un hotel y estoy desesperada. A mí el trauma del corralito me cambió mucho la forma de pensar. Nunca había participado de una marcha o cosas así antes porque me parecía mal, para que te des una idea, voté a Alfonsín, dos veces a Menem, y en la última elección a Duhalde. Por ejemplo, para mí los piqueteros eran como extraterrestres, les tenía terror: ahora que no tengo nada los entiendo un poco mejor. Después del problema con mi dinero, el único político que nos ayudó fue Luis Zamora. Lo vi en un cacerolazo, le expliqué mi situación, y cuando me dio su teléfono casi me muero. Y eso que hace unos meses, si me lo encontraba en la calle, yo cruzaba a la vereda de enfrente, porque para mí era un izquierdista, un subversivo.” (Gabriela Diamante, docente municipal.)