EL PAíS › VíCTIMAS Y FAMILIARES, EL SOSTéN DE LA CAUSA

Fruto de la perseverancia

 Por Adriana Meyer

Los sobrevivientes de la explosión de la fábrica militar de Río Tercero describieron durante años un escenario posterior a la voladura con pago insuficiente e irregular de las indemnizaciones, ausencia de asistencia psicológica, muertes dudosas y suicidios. Las “rajaduras en el alma” que persisten, dijeron. Según ellos, en pocos años casi nadie en la ciudad dudaba de que lo sucedido tuvo la intencionalidad de destruir evidencias de la venta ilegal de armas, el escandaloso caso que llevó a la cárcel al ex presidente Carlos Menem y a varios de sus funcionarios. Y si hubo un expediente judicial que resistió todos los embates fue por obra de la abogada cordobesa Ana Gritti, viuda de uno de los muertos por la explosión, que falleció en abril de 2011 sin haber podido presenciar los resultados de su lucha contra la impunidad.

Pocos recuerdan que hubo dos explosiones. “El 3 de noviembre yo estaba en mi granjita cuando empezó el reventón de la fábrica. Al principio pensé que estaban probando cañones. Pero después escuché que la radio decía que dejaran las ventanas abiertas por la onda expansiva... Hacía un calor infernal... Hablan de daño moral. ¿Sabés lo que es eso? La angustia de no poder encontrar a mi mujer ni a mis hijas”, describió el sobreviviente Raúl Calixto Córdoba en una entrevista de Página/12 de agosto de 2004. La segunda explosión se produjo 21 días después. “Todos disparamos y abandonamos la casa, nos decían que corriéramos para el campo. Sabíamos que podía haber saqueos y de hecho faltaron cosas”, dijo Córdoba. “Lo peor fue el pánico en la sociedad, salían los coches y las bicicletas corriendo con desesperación, entre ocho mil y diez mil personas se fueron de la ciudad, todos tenían presente lo que había pasado el 3. El director de Defensa Civil y (el director de la fábrica Jorge Antonio) Cornejo Torino habían informado en el barrio Cerino que las explosiones eran programadas, sin daño. Y al día siguiente volvió a explotar todo. Realmente fue un caos”, detalló Oscar Roberto Gigena, otro sobreviviente. Ambos coincidieron en que la voladura “fue programada para que cayera todo para el barrio Cerino, porque si hubiera sido un accidente volaban Atanor y Petroquímica, que están al lado, y entonces no quedaba nada”.

Con esa hipótesis coincidía Gritti, única impulsora de la investigación en Córdoba. La querella que inició en nombre de su esposo, Hoder Dalmasso, fue continuada por sus hijas María Eugenia y María Julia Dalmasso Gritti, patrocinadas por los abogados Horacio Viqueira, Ricardo Monner Sans y Aukha Barbero. También fueron víctimas fatales Aldo Aguirre, Leonardo Solleveld, Romina Torres, Laura Muñoz, José Varela y Elena Quiroga. Hubo, además, centenares de heridos y cuantiosos daños materiales.

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