La llegada del sacerdote Juan Carlos Molina a la Sedronar podría leerse desde distintos puntos de vista. Una intervención presidencial directa en el área con un allegado de su plena confianza, una posible creciente influencia de la curia en los asuntos mundanos locales tras la unción de Jorge Bergoglio como sumo pontífice en el Vaticano, el crecimiento de la problemática narco en el país y la denuncia al respecto que hizo el episcopado argentino hace veinte días y el novedoso ascendente del nuevo jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, en el gobierno nacional son diferentes aspectos que contribuyen a explicar la decisión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Peronista, heterodoxo y fanático de River, Molina porta como credenciales su trabajo territorial con jóvenes adictos en Santa Cruz, el Chaco y Haití, la cercanía con la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, a quien asesora, la amistad que lo une con Capitanich y una buena relación con el papa Francisco, a pesar de que desde su púlpito y las redes sociales se ha manifestado a favor de temas complicados para la Iglesia, como el matrimonio igualitario, la muerte digna y la fertilización asistida.

El trabajo territorial de Molina, que lo llevó a este cargo, comenzó en la provincia de Santa Cruz, a través de la Fundación Valdo-cco, bautizada así en honor a la región italiana de la que proviene Don Bosco, a cuyas enseñanzas adhiere. Allí trabajaban en principio con niños huérfanos, aunque pronto se especializaron en la recuperación de adictos. De esta época proviene su relación con Alicia Kirchner, a quien aconseja en asuntos sociales pero también personales, y quien lo introdujo en la familia. La relación llegó a ser tan cercana que él fue uno de los encargados de hablar durante el sepelio de Néstor Kirchner.

Molina pronto expandió el trabajo de Valdocco al Impenetrable chaqueño. En ese marco conoció a Capitanich, con quien ahora comparte una relación de amistad. Años después exportó el modelo de trabajo a Haití, donde bajo su supervisión se formó una colonia donde viven 300 niños huérfanos tras el terremoto que devastó ese país en 2010. Del equipo de trabajo haitiano participan jóvenes formados en el instituto terciario que la fundación dirige en el Chaco.

A través de Twitter, el cura revela otras de sus facetas: desde el militante kirchnerista sin pelos en la lengua hasta el fanático de River, pasando por sus comentarios sobre la dieta que rompe con frecuencia al pasar por un McDonald’s, las quejas por sus numerosos viajes en avión y varias citas entrecomilladas en las que alterna entre el Evangelio y la palabra de Eva Perón. El sábado pasado, en esa red, había anticipado su nombramiento con un tweet que cobra sentido a la luz de las noticias: “Creo que se vienen nuevos desafíos”.