EL PAíS › COMO ERAN LOS CONTROLES ANTES DE LA PRIVATIZACION
“Hay que investigar el hecho”
Por Mariana Carbajal
“Esto fue un alerta. Hay que investigar el origen de los fenoles. No se puede dejar alegremente sin agua a toda una ciudad y no dar explicaciones”, consideró ante Página/12 Margot Bertol, geóloga con especialización en hidrogeología, que trabajó durante 18 años en Obras Sanitarias de la Nación hasta su privatización. Bertol destacó que cuando la empresa era estatal tenía un convenio con el Instituto de Hidrografía Naval para que sus técnicos controlaran la contaminación del río. A su entender, aquel monitoreo periódico permitía dar un alerta temprano y no llegar a detectar la presencia de sustancias tóxicas recién en la boca de la planta potabilizadora.
Los fenoles pueden tener origen industrial y también ser producto de la descomposición de materia orgánica. “Podrían provenir de refinerías o plantas industriales. Es fundamental hacer una investigación para determinar cómo llegaron ahí”, opinó Bertol. Una de las hipótesis que barajó fue que sean producto de vertidos sucesivos que hasta ahora no se habían detectado porque las condiciones climáticas permitían que se diluyeran en el río, o que se haya producido un vertido industrial de tal magnitud que la capacidad diluyente del río resultó insuficiente. Sin hacer ninguna acusación, la especialista recordó que río arriba, en la ciudad santafesina de San Lorenzo, al sur de Rosario, está asentado el Polo Petroquímico y en Campana hay una refinería de petróleo.
La planta potabilizadora del barrio de Palermo es la más grande de la ciudad de Buenos Aires. Tiene una única toma ubicada a aproximadamente mil metros de la costa. Trabaja con una serie de filtros de arena que sedimentan los sólidos que vienen en el agua del Río de la Plata y la clarifican. Finalmente, el agua es potabilizada con cloro. “Como no es una planta de tratamiento de efluentes, no está en condiciones de potabilizar agua que esté contaminada con altas concentraciones de fenoles”, apuntó Bertol. Al entrar en contacto con cloro, los fenoles dan al agua color y un gusto muy desagradable.
Según confirmó un vocero del Etoss, el acuerdo con la concesionaria sólo le exige que controle la calidad del agua en la entrada de la planta potabilizadora y no en el río abierto. La especialista en hidrogeología consultada por este diario recordó que Obras Sanitarias de la Nación tenía un convenio con el Instituto de Hidrografía Naval que controlaba la contaminación del Río de la Plata. “Estos controles periódicos permitían dar un alerta temprano si, por ejemplo, venía alguna sustancia tóxica. Ahora recién lo detectan cuando el agua ya está dentro del caño que va a la potabilizadora”, advirtió.