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En Buenos Aires y el conurbano hay catorce universidades nacionales. Pero el 70 por ciento de los estudiantes de la región se concentra en una sola casa de estudios: sí, adivinó, en la UBA. El Ministerio de Educación pretende desarmar ese embudo y promover estrategias coordinadas de ingreso entre esas universidades, además de organizar una oferta de carreras que hoy compite y se superpone en la misma región. Para empezar a definir cómo hacerlo, el ministro Daniel Filmus convocó, por primera vez, a una reunión con las autoridades de las instituciones implicadas.
En la zona metropolitana confluyen las universidades nacionales de Buenos Aires (UBA), General San Martín, La Matanza, Lanús, General Sarmiento, Lomas de Zamora, Luján, Quilmes y Tres de Febrero, además de tres facultades regionales de la UTN (Buenos Aires, Haedo y Avellaneda) y los institutos del Arte (IUNA), de la Policía Federal, el Naval y el del Ejército. Según los datos del ministerio (actualizados al año pasado), en esas universidades estudian más de 470 mil alumnos. De ellos, 325 mil se concentran en la UBA. Casi una décima parte de esa cantidad concurre a la Universidad de Lomas de Zamora: 39.254 alumnos. Y 23.445 van a la de La Matanza. De las demás universidades, sólo la de Luján y el IUNA superan los 10 mil estudiantes.
Cada año entran a las universidades asentadas en la ciudad y el conurbano unos 150 mil nuevos estudiantes. De acuerdo con la cartera educativa, nada más y nada menos que 110 mil se dirigen a la UBA.
Si bien el ministerio no pretende imponerla, sí tiene una propuesta para atacar el desequilibrio en la distribución de los ingresantes: “Estamos fomentando el desarrollo de ciclos generales de conocimientos básicos, con certificados de estudios que faciliten la articulación”, explicó a Página/12 el secretario de Políticas Universitarias, Juan Carlos Pugliese. La idea es que los alumnos que egresan de la escuela media puedan cursar ese ciclo general en cualquier universidad y, luego, les sea reconocido para continuar sus estudios en cualquier otra institución. Para llegar a eso, Educación impulsa la creación de “una instancia de coordinación interinstitucional con el doble objetivo de diseñar el curso y preparar su financiamiento, para lo cual contaría con recursos del ministerio”.
Las propuestas se oficializarán en la jornada convocada por Filmus para el próximo lunes 29. Allí, rectores y funcionarios se abocarán a debatir cinco ejes: problemas de acceso, nivel académico, retención estudiantil, investigación y posgrado, y articulación con la escuela media.
Porque la concentración de los estudiantes en una universidad no es el único problema regional. También hay acumulación de alumnos en ciertas carreras. Y “hay superposición de ofertas académicas, concentración de la matrícula en carreras profesionalistas, planes de estudios muy rígidos que impiden la movilidad estudiantil”, enumeró Pugliese. “Las universidades deberían definir cuáles son sus ventajas comparativas, en qué se están especializando, y en función de eso coordinar la oferta con las demás instituciones”, explicó el funcionario.
Consecuencia de la desarticulación del sistema universitario es que, por ejemplo, en la región hay 44 sedes y subsedes en las que se enseña Derecho, muchas de ellas cercanas a facultades donde se dictan las mismas carreras. Una de las ideas que se barajan en la cartera educativa es transformar algunas de esas sedes y subsedes en bocas de acceso a todas las universidades. Otro dislate producto de la desarticulación es la multiplicación de unidades académicas (dependientes de diversas universidades del Gran Buenos Aires) que dictan posgrados en la Ciudad, donde compiten entre sí y con la UBA. Cuando las universidades bien podrían acordar a qué disciplina se dedica cada una y aprovechar mejor los recursos invertidos por el Estado.