Domingo, 17 de mayo de 2015 | Hoy
EL PAíS › LA MANIOBRA APUNTABA A VINCULAR EL DINERO CON FONDOS IRANIES
Por Raúl Kollmann
La versión sobre la inexistente cuenta de Máximo Kirchner y Nilda Garré en Delaware fue publicada primero por la revista brasileña Veja, en una nota con la firma de Leonardo Coutinho. Se intentaba vincular el dinero con fondos pagados por Irán para “comprar la impunidad” de los sospechosos iraníes en el atentado contra la AMIA. Coutinho ya había sido invitado por la derecha republicana norteamericana a exponer en una comisión del Congreso, en Washington, sobre la infiltración de Irán en América latina. Su nota en Veja fue inmediatamente publicada por el sitio oficial del Tea Party, la ultraderecha republicana, en una especie de calesita periodística: ellos le dieron la materia prima, él les dio el producto elaborado. Clarín hizo casi lo mismo: trató de vincular tácitamente la cuenta con la denuncia –ahora desahuciada– del fiscal Alberto Nisman.
Las derechas norteamericana e israelí, junto con Jaime Stiuso y los hombres fuertes de la ex SIDE, iniciaron a principios de año una furiosa campaña para torpedear las gestiones que en Suiza estaban protagonizando Irán, Estados Unidos, China, Rusia, Alemania, el Reino Unido y Francia. El objetivo del diálogo era lograr un acuerdo para limitar el plan nuclear de Teherán. Visiblemente opuestos a las tratativas de paz, la derecha republicana y la israelí insistían en que con Irán no se debía negociar nada, para lo cual les servía como anillo al dedo la causa AMIA y la idea de una penetración iraní en América latina. “Son terroristas, no se puede firmar nada”, era el lema.
La denuncia de Nisman contra la Presidenta, el canciller, el diputado Andrés Larroque y otros dirigentes consistía justamente en mostrar una supuesta confabulación de algunos gobiernos –obviamente el argentino entre ellos– con Irán. El propio juez de la causa AMIA, Rodolfo Canicoba Corral, analizó: “Esta denuncia (refiriéndose a la de Nisman) tiene escaso o nulo valor probatorio. Son textos escritos por servicios de inteligencia”. De hecho, el magistrado daba a entender que sectores de la CIA, el Mossad y la SIDE habían suministrado los elementos para el texto de Nisman, que no se parecía en nada a un escrito judicial: lo descripto no constituía delito, estaba redactado a las apuradas, sin jurisprudencia y sin aportar las pruebas. La súbita e injustificada presentación en enero –Nisman no pedía ni una medida urgente– también lleva a pensar que estaba orientado a instalar la campaña de la derecha republicana y la israelí.
En las últimas semanas, el ex director ejecutivo de la DAIA Jorge Elbaum aportó datos sobre la relación de Nisman con la Fundación de Defensa de la Democracia, una ONG vinculada al Partido Republicano y financiada por Paul Singer, referente de fondos buitre. Elbaum ratificó ante el juez Marcelo Martínez de Giorgi que Nisman ofrecía financiamiento de Singer para la campaña contra el Memorándum con Irán. Desde hace años, este diario sostiene que el fiscal respondía a Estados Unidos e Israel, algo que quedó claro con las filtraciones de Wikileaks.
La reciente declaración de Elisa Carrió ante la fiscal Viviana Fein, que investiga la muerte de Alberto Nisman, abreva en las mismas fuentes. Su versión es que al fiscal lo mató un comando iraní, que utilizó sicarios venezolanos que se alojaron en Le Parc, pero con participación del embajador de Irán en Uruguay y complicidad de la pareja de Sandra Arroyo Salgado, Guillermo Elazar; el titular del Ejército, César Milani, integrantes de la SIDE, como Fernando Pocino y hasta una empresa vinculada con el Invap y la Comisión Nacional de Energía Atómica. “Lo pude averiguar porque en el momento de la muerte yo estaba en Punta del Este”, contó Carrió sin inmutarse. La matriz es la misma: las versiones de la derecha norteamericana y la israelí. Y sin un dato cierto, sin un nombre, sin explicar cómo entraron a la Argentina los supuestos asesinos, con qué identidad salieron y, sobre todo, cómo cometieron el crimen.
En la falsa información sobre la cuenta de Máximo Kirchner y Nilda Garré en el escenario aparece Belice, el pequeño país centroamericano. Seguramente es una casualidad, pero allí tiene su domicilio Kenneth Dart, titular del fondo buitre EM Limited, uno de los más agresivos contra la Argentina.
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