Domingo, 16 de agosto de 2015 | Hoy
Por Mario Wainfeld
El comportamiento electoral de los argentinos es inteligible y complejo. Sostiene tendencias y preferencias aunque se expresa de modo diferente en las compulsas nacionales, provinciales o municipales. Las Primarias Abiertas (PASO) son un relevamiento único cuyos números superan a toda interpretación haragana. Tampoco son suficientes, enhorabuena, las palabras clave que disimulan la ignorancia o, peor todavía, alardean sabiduría: “barones”, “aparato”, “clientelismo”. Hay primacías, hegemonías pero nadie es imbatible de antemano. La política existe y desafía a los simplistas. Vamos a Buenos Aires, sin ir más lejos y sin arrogarnos omnisciencia.
Si nos atenemos al conurbano, prestemos atención a lo que observa “El blog de Abel” (Fernández) sobre sus intendentes, fuentes de todo interés y sanatas: “ya son ocho los que cambiarán en diciembre de un total de 26. Y seguramente la cantidad crecerá en octubre, por los caudillos que quedaron en la cuerda floja”.
Muchos son taitas poderosos a quienes se sindicaba como eternos o irrompibles. El Frente para la Victoria (FpV) impuso el test de la interna a los “hijos pródigos” que cruzaron el Rubicón hacia el Frente Renovador (FR) hace dos años y bracearon recientemente en sentido opuesto. Algunos sucumbieron en la contienda: Raúl Othacehé de Merlo y Darío Giustozzi de Almirante Brown. La tendencia no fue unánime: Gabriel Katopodis se sostuvo en San Martín.
Othacehé es un peronista tradicional en todos los sentidos, incluyendo los peores. Mariano West de Moreno tiene origen cafierista y renovador y también fue batido por un militante de La Cámpora.
Hugo Curto está en riesgo en Tres de Febrero, tanto como los massistas Jesús Cariglino o Luis Acuña en Hurlingham.
Algunos aspirantes consiguieron más votos que el gobernador presidenciable Daniel Scioli. Dirigentes con millaje en el territorio explican en parte el fenómeno: “hacen campaña para ellos. Martín Insaurralde pactó con Julián Domínguez pero envió sobres con boletas de los dos que competían con la gobernación; también las de Aníbal”. Y en la semana final, “anónimamente” su gente dejó sólo boletas para intendente.
Nadie le explica a este cronista por qué Verónica Magario, la aspirante elegida como sucesora del intendente matancero Fernando Espinoza, se alzó con más votos que éste jugando de local. Espinoza se jugaba una partida esencial, yendo en fórmula con Julián Domínguez.
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Hubo profusión de boletas, la dosis será más manejable en octubre. Seis para la presidencia y de ahí para abajo tal vez la cuarta parte de las que había el domingo.
En grandes números, la sumatoria de Fernández más Domínguez fue homogénea con los apoyos a Scioli. Menos de un punto de diferencia. Otro tanto sucedió con María Eugenia Vidal-Mauricio Macri y Felipe Solá, Sergio Massa.
En la provincia “todo es grande”. La izquierda no hizo una gran elección, era muy complicado. Pero con la vanguardia innegable del FIT superó los 400.000 votos.
Scioli mejoró el desempeño del FpV en 2013 pero su total es inferior a anteriores desempeños del kirchnerismo. Y a lo que puede anhelar para consolidar o ampliar la ventaja.
Las hipótesis de trabajo abundan, las reacciones se irán viendo en las semanas que vienen. Tal vez no se aplicó mucho a su propio territorio, rezongan compañeros de ruta sin dejar de autocriticarse por la parte que les toca. Se dice algo parecido sobre Macri en Capital, fíjese usted.
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Leer los veredictos populares es básico para tratar de comprenderlos. El maratón de votaciones para gobernadores seguirá el domingo que viene en Tucumán. En septiembre en Chaco. Ciudades importantes como la capital cordobesa y Bariloche despegaron sus comicios, que tendrán lugar entre las PASO y el 25 de octubre. Cada una será particular sin dejar de emitir señales hacia lo nacional. Con el tiempo seguramente las descifraremos.
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