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¿Es un punto de inflexión?

- Horacio González, sociólogo: “Creo que este caso es una de esas situaciones en las que la palabra de una única persona involucrada, que puede parecer tal vez frágil y hasta accidental, está en condiciones de dar vuelta toda una historia que parece muy compleja. El caso de sobornos en el Senado, formaba parte de una sospecha colectiva de toda la sociedad, y ahora esa sospecha se certifica con una prueba documental o una declaración. Este estado de sospecha existente, permite formular grandes hipótesis políticas y cuando aparece una prueba como ésta es posible pensar que las tragedias de las naciones se amasan en el tiempo que transcurre entre el momento en el que se comete un crimen o un ilícito, y la inevitable aparición del documento incriminatorio, de la prueba. Por lo tanto se podría pensar que el drama de la sociedad argentina tiene tres componentes y no dos como en el libro de Dostoevsky: además de crimen y castigo, aquí también está el tiempo”.

- Ricardo Sidicaro, sociólogo: “Creo que haber pasado de la sospecha a esta confesión, es un salto muy importante. Lo que era una conjetura verosímil si ahora se inicia un proceso judicial, es un hecho que va a marcar nuestra historia política. No es una cuestión menor que el Poder Ejecutivo de la Alianza y, aunque no haya precisiones, algún poder económico que puede haber impuesto sus intereses desde atrás, se haya constituido en una suerte de mafia para comprar los votos de Senadores. Este tipo de escándalos, supera a los de la década infame, que parecen pavadas. Y en especial, si todo se hizo durante un gobierno que llegó con la bandera de la moralización pública y la transparencia, y que pretendía ser lo opuesto a lo que se denunciaba del menemismo. Que este escándalo haya ocurrido además, con un asunto relacionado con leyes de relaciones laborales en épocas en las que la desocupación y los problemas salariales hacían estragos en la población, es todavía peor. El descreimiento estaba en la escena política de esos momentos, y hasta creo que nadie podía estar absolutamente seguro de que todo había ocurrido de este modo, pero la forma en que Pontaquarto declaró, parece una película de gángsters. Que la inmoralidad pública alcance un marco semejante, no deja de ser sorprendente. Esto va a ser un salto cualitativo, si se convierte en un elemento que llegue a los responsables, con las condenas que correspondan y que la ley sea aplicada con rigor. Este no es un hecho banal de la política y su frontera difusa con el delito. Si desde el interior del sistema se narran los hechos de esta manera, la Justicia deberá actuar y para no dejar una herida en la conciencia de la sociedad es de esperar que alguien termine en la cárcel.

- Atilio Boron, politólogo: “Este es un asunto de extrema gravedad, no porque no hubiese un conocimiento de los hechos sino porque ahora hay pruebas, con un arrepentido que indica nombres, sumas y procedimientos, y vuelve a levantar las gravísimas sospechas sobre la dirigencia política. Y pone de nuevo en primer plano ese anhelo de diciembre de 2001 de que se vayan todos. Indudablemente no todos los senadores estuvieron involucrados, pero sí muchos de ellos, y esto no queda circunscripto al Senado sino que teje una sospecha sobre la Cámara de Diputados. Esto puede ser un punto de inflexión donde se inicie una depuración de la dirigencia política argentina. Claro que es innegable que la confianza en el accionar de la Justicia es escasa sino nula, y a menos que haya una voluntad del Ejecutivo de avanzar en el caso para encontrar culpables, esto puede diluirse con el paso del tiempo. Si el Gobierno tiene la firmeza necesaria, se podría iniciar un proceso similar al de mani pulite italiano. Esto es un desafío para el gobierno de Kirchner: sabemos que ni el Congreso se va a juzgar a sí mismo ni la Justicia ofrece suficientes garantías de que esto se resuelva.

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