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Bonos de un país irreal

Era tal el entusiasmo especulativo en la city londinense alrededor de 1820 que hasta pudo colocarse el empréstito de una república latinoamericana inexistente. Todo fue obra del escocés Gregor Mac Gregor, que había luchado al servicio de Bolívar, pero terminó expulsado por éste después de que, trayendo un navío de guerra desde Inglaterra por encargo del libertador, en lugar de dirigirse a Venezuela se desvió de su ruta para bombardear posiciones españolas. Mac Gregor se alió tras su destierro con el cacique de los indios mosquitos, quien le otorgó una concesión sobre parte de la Costa de los Mosquitos. Allí fundó la curiosa República de Poyáis, un espacio vacío que, obviamente, necesitaba inversiones. Con la colaboración de un broker londinense colocó una emisión de bonos. Más aún: desde Londres partió una expedición de colonizadores, que al cabo de su travesía desembarcaron en una tierra tropical, salvaje e inhóspita. Algunos expedicionarios se suicidaron, mientras Mac Gregor huía a Francia, de donde pasaría a Edimburgo. Tras la muerte de Simón Bolívar en 1830, regresó a Venezuela, donde logró una modesta pensión del Estado. En Caracas se lo inscribió en el Panteón de los Héroes por su contribución a la independencia.

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