EL PAíS
Cuatro expertos evalúan el impacto del acuerdo con las AFJP
JOSE LUIS DI LORENZO*.
“El perjuicio es la comisión”
“El acuerdo es importante en el marco integral de la cesación de pagos general. Pero no es cierto que tiene un efecto inmediato sobre el haber futuro de los actuales trabajadores. El grueso del beneficio de los más de 9 millones de afiliados se empieza a percibir a partir del 2026. Entonces, si nosotros consideramos el default como una mala inversión, debemos considerar que las AFJP pueden mejorar su performance inversora y compensar el presunto perjuicio con otras colocaciones exitosas. Además, del haber futuro total las administradoras solamente van a pagar el 20 por ciento, ya que el resto es cubierto por el Estado. Por lo tanto, cualquier pérdida debe ser calculada sobre esa porción minoritaria. En definitiva, si la quita en dólares fuera del 30 por ciento neta, para el futuro jubilado el recorte total y definitivo sería del 6. El verdadero perjuicio para el trabajador radica en el nivel brutal de comisión que cobran las AFJP. A raíz de ellas, todos los meses los aportantes pierden de capitalizar el 40 por ciento de su contribución. Y tampoco hay que olvidar que lo que les ofrecen hoy a las administradoras en un título en pesos actualizable por CER, que está al amparo de la inflación.”
* Del IMA.
MARTIN HOUREST*.
“Legitima el acuerdo global”
“Esto no es una discusión en torno del sistema previsional sino entre el Gobierno y la banca internacional, que está destinada a dotar de legitimidad al acuerdo global de refinanciación de la deuda. Hay dos visiones posibles. Una de que se salvó a los aportantes. Otra es que se trata sólo de un elmento subordinado que aporta masa crítica a un acuerdo global. Como la AFJP del Nación, que había aceptado la pesificación, tenía un ingreso tremendo de afiliados. El acuerdo termina operando como reserva de mercado para la banca trasnacional porque les iguala el valor nominal de los aportes para evitar una avalancha de juicios. Está demostrado que el sistema privado no tiene solvencia intertemporal porque los tres supuestos (empleo creciente formal, salario creciente en blanco o tasa de interés creciente) terminan negados por la evolución de la economía o lógica del sistema económico. Los que empiezan a aportar ahora pueden ser los desocupados del mañana. Cuando tenés una población económicamente activa ocupada y la mitad en negro, el Estado ineludiblemente tiene que intervenir para garantizarles una jubilación básica o para compensar la brecha con los haberes de los aportantes. Finalmente, esto equivale a estatizar el sistema.”
* De la CTA.
JORGE COLINA*.
“Protege a los trabajadores”
“Más allá de ver el impacto futuro que tendrá en las jubilaciones los términos de la negociación, hay que observar que el sistema de capitalización demostró ser un conjunto de reglas de juego que, aun cuando hay intestabilidad y grandes perturbaciones macroeconómicas, terminó protegiendo a los trabajadores. Si se comparase con lo que ocurrió en el régimen de reparto, no puede dejar de verse que el poder de compra de las jubilaciones futuras de sus afiliados sufrieron una fuerte pérdida, recuperada sólo parcialmente por la mejora a los haberes mínimos. Cualquiera sean los términos últimos del acuerdo actual, no existirá tal pérdida de poder adquisitivo. No se trata de pensar que las AFJP tenían por objetivo proteger a sus afiliados sino que las reglas de juego le obligaron a hacerlo. Uno de los aspectos que más llama la atención del acuerdo es que se aceptará que las administradoras puedan registrar los nuevos títulos al valor técnico. Esto es posible, ya que en teoría esos ahorros se realizarán en 20 o 25 años. Se trata de una inmovilización propia del régimen jubilatorio, lo que hace sustancialmente diferente a este capítulo del canje de lo que pueda ocurrir con cualquier otro tramo de la deuda en default.
* Del Ipdsa.
MIGUEL BEIN*.
“Un tratamiento preferencial”
“Es un acuerdo muy razonable para el Estado porque logra extender el plazo de maduración de los bonos Cuasi Par contra la canasta de bonos defaulteados, que tenían cupones de intereses muy altos. Para los nuevos jubilados no hay, en principio, ningún perjuicio. Los bonos globales valían 1 peso y ahora se reemplazarán por otro que se contabilizará a 2,10. Desde el punto de vista de la valuación del fondo en pesos, tenemos una mejora del 110 por ciento, contra un costo de vida que subió un 50 por ciento: hasta mejoró algo, ya que los nuevos papeles valen más que la inflación acumulada. Este el argumento clave. Claro que hubo una quita en dólares. Pero mucho mayor fue la quita sobre los salarios a raíz de la brutal devaluación. Algo a tener en cuenta en el ámbito internacional es que los aportantes no son ahorristas que confiaron su dinero a los bancos, sino trabajadores a los que compulsivamente se les practica un descuento sobre sus salarios: por lo tanto, es razonable que tengan un tratamiento preferencial. A lo que puede aspirar un sistema previsional no es a mantener el valor en dólares de sus fondos sino a conservar el poder de compra de esa masa de recursos.”
* Economista.