EL PAíS › LA SAGA DEL EX MATRIMONIO MENEM-YOMA SE REMONTA AL COCODRILO RIOJANO

La larga marcha de Olivos a Libertador

 Por Nora Veiras

“¡Puso un cocodrilo en la pileta para matarme!”, cuenta la leyenda riojana que gritaba desaforada Zulema Yoma al denunciar a su marido por intento de homicidio. El marido en cuestión, Carlos Menem, siempre negó la historia y más aún que el reptil hubiese sido detenido por la policía provincial. Pero hasta el cocodrilo suena verosímil en el derrotero de la ex pareja presidencial.
La pasión cruzada por intereses y negociados de clanes se hizo cada vez más desenfrenada a medida que el esposo avanzaba en la carrera del poder. El “todo vale” signó el vínculo Menem-Yoma. “Todo vale” en el conventillo de las disputas, en el desaguisado de acusaciones altisonantes. “Todo vale” también a la hora de detenerse al borde del precipicio para que lo único que realmente importa –la fortuna– quede a salvo.
Estuvieron veinticuatro años juntos. Estaban separados en julio de 1988 cuando el entonces gobernador de La Rioja jugaba su destino presidencial en la interna peronista con Antonio Cafiero. En un país católico no quedaba bien que el aspirante a la primera magistratura se apartara del mandato del casamiento para toda la vida, máxime cuando un año antes se había opuesto a la sanción de la Ley de Divorcio. El entonces nuncio apostólico Ubaldo Calabresi medió y restañó el matrimonio. Un Menem patilludo y pelilargo dirigió entonces la “ñoquiada” en La Boca previa a la interna. Zulema brillaba con su brushing de ocasión. Ninguno de los dos había apelado todavía a las dudosas bondades del colágeno.
Un año más tarde, Menem llegó a la Rosada y Zulema se convirtió en primera dama. La armonía duró poco, ella empezó a denunciar al entorno del marido y él a deslizar que ella deliraba. Así llegaron a mayo del ‘90 cuando la revista Somos anunció en un triangulito de tapa que “Menem se separa de Zulema”. En la publicación del amigo Constancio Vigil, la noticia anticipaba la decisión de romper definitivamente. Fue Zulemita, la hija que por esos años lucía su inmenso jopo rebelde, la que puso el grito en el cielo inaugurando un discurso que signaría a la saga familiar. “Esta es una campaña perfectamente orquestada: nosotros sabemos quiénes son y ellos saben que los tenemos identificados”, dijo, por supuesto, sin identificar a nadie pero alimentando la idea de la “persecución” contra su madre.
Pocos días más tarde, el 12 de junio del ‘90 el culebrón tuvo uno de sus primeros picos de audiencia. Aprovechando uno de esos viajes al exterior en los que combinó esparcimiento deportivo, yendo al partido inaugural del Mundial Italia ‘90 con visitas oficiales, Menem le ordenó al jefe de la Casa Militar que desaloje a Zulema de Olivos. A través del decreto 1026 –sí, Menem lo hizo por decreto– estableció que “el acceso, la permanencia y el uso de la Residencia de Olivos sólo podrá llevarse a cabo en la forma y las modalidades que disponga el Poder Ejecutivo por intermedio de la Casa Militar de la Presidencia”. De inmediato, el brigadier Andrés Antonietti cumplió con la misión.
“Estoy con esta pilcha... y tengo todo acá... Así que me voy a mi departamento... Van a escuchar como es debido; estamos dando una imagen lamentable del país, afuera, en el exterior ¡Qué triste es esto! Nuestro país llegó a la corrupción total”, vociferaba en la puerta de Olivos Zulema junto a Carlitos y Zulemita enredados en los medios a los que habían convocado.
–¿Quiénes son los corruptos? –le preguntaron.
–Todos, todos –gritó mientras Carlitos la abrazaba y repetía: “Nos echó el presidente”.
La señora se instaló entonces en el piso deLibertador, propiedad de Armando Gostanian. Y, los chicos cambiaron mansiones al ritmo de los negociados del papi. La muerte de Junior provocó otro pico de audiencia. Ella sigue acusando al padre por no ordenarle “a su amigo Nazareno”, a la sazón presidente de la Corte Suprema, que investigue lo que considera el asesinato de su intrépido vástago. El casamiento de su ex con la conductora chilena Cecilia Bolocco desorbitó a las dos mujeres del clan. Zulemita le quitó el saludo a su padre y le impidió entrar a todas sus propiedades. A último momento, Menem tuvo que resignar su boda en Anillaco porque la nena le negó el ingreso a La Rosadita. La mamá pronosticó que al hombre “no le va a dar el físico”. Ni la cárcel por el tráfico de armas logró que la hija le perdonara al padre que hubiera dejado solo al tío Emir Yoma, detenido por la misma causa.
Zulemita se instaló en Miami cuando el juez Urso intentó empezar a investigar por enriquecimietno ilícito al papi. Zulema siguió en el piso de Posadas. Ayer dijo que su ex se había mostrado “considerado y generoso” y que en los siete años que lleva allí no tuvo que pagar ni el teléfono. Eso sí corruptos son los otros. Debe pensar que a lo sumo lo suyo es hedonismo.

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