EL PAíS › PATTI DICTÓ UNA ORDENANZA PARA QUE LOS NEGOCIOS NO PUEDAN EXHIBIR CARTELES SÓLO EN IDIOMA EXTRANJERO

Los carteles en inglés le molestan más que la tortura

Desde ayer, Escobar emprendió el camino hacia la categoría de municipio subtitulado. Subido a la ola nacionalista que produjeron las irritantes presiones del Fondo Monetario, y argumentando compasión por los que no saben inglés, el intendente Patti dio dos años a los comerciantes para que pongan la traducción junto a su original extranjero.

 Por Martín Granovsky

Intuitivo, el ex subcomisario Luis Patti no dejó pasar la ola creciente de irritación antinorteamericana y se subió a ella de una manera bien casera: ordenó que en el partido de Escobar los comerciantes pongan la traducción al castellano de los carteles en inglés. Un simple golpe de efecto, porque la medida será obligatoria recién dentro de 24 meses.
El intendente de Escobar no quiso repetir una vieja iniciativa de Jorge Asís cuando el escritor era secretario de Cultura de Carlos Menem, tomada a su vez de una decisión francesa. En lugar de un monopolio del castellano, los comerciantes podrán mantener los carteles en inglés si los acompañan de otro del mismo tamaño y tipo de letra en español. Por ejemplo, los carteles dirán country–club de campo, delivery–distribución de comida a domicilio, fast food–comida rápida, e mail–correo electrónico. Escobar no quedará forzado al doblaje pero será, así, el primer territorio subtitulado de la Argentina.
Acompañó la medida desde la Cámara de Diputados el legislador Antonio Ubaldo Rattin, el mismo que cuando era número cinco de la selección de fútbol en el Mundial del ‘66 fue expulsado, reaccionó poniendo su mano como una huevera y motivó que la prensa inglesa englobara a los argentinos bajo un título: “Animals”. Perdón: animales.
Patti dijo a este diario (ver aparte) que su preocupación era solo educativa. Como si pensara full time, o sea todo el tiempo, en la igualdad de oportunidades, afirmó que los pobres chicos de los hogares humildes quizás no sepan inglés y entonces quedan fuera del circuito de comprensión callejera. Una explicación curiosa, porque los chicos no suelen recurrir al diccionario cuando leen “internet”, y si son humildes y la escuela no se preocupa por ellos quedarán tan afuera de los avances educativos, aunque sea en inglés, castellano, japonés o guaraní.
Fue con Carlos Menem que proliferaron los carteles en inglés, típicos de la globalización y de una homogeneidad muchas veces irritante, y que la economía se integró de la forma más boba posible, o sea la más suicida, al mercado mundial. Y, terminado Juan Carlos Rousselot, el subcomisario igual cumplió en la provincia de Buenos Aires el papel de representante más acabado del menemismo, aunque ahora olfatee que ahora conviene cuestionar el inglés.
La iniciativa, de todos modos, revela el intento de Patti de mostrarse como un político versátil.
Logró su gran crecimiento electoral explotando la imagen de policía de mano dura. En su caso se trataba de una convicción y de una explotación electoral. La defensa de los policías y su derecho al primer interrogatorio, escenario habitual de la tortura, se combinó con la búsqueda del voto de agentes y suboficiales de la Bonaerense. En los últimos años Patti y sus hombres aprovecharon el contacto con las unidades regionales para llegar a la fuerza, y el partido se llamó, en un primer momento, Unidad Bonaerense, antecesor del posterior Partido Unidad Federal. El Paufe surgió gracias a una transferencia de representación del Modín, la agrupación que había creado el actual intendente de San Miguel, el justicialista Aldo Rico.
En 1990, Patti estuvo involucrado en el caso de Mario Bárzola y Miguel Guerrero, dos detenidos por policías de Pilar. El anátomo–patólogo de la Suprema Corte de Buenos Aires comprobó torturas en los cuerpos de ambos. Finalmente la causa, y no Patti, fue sobreseída por motivos de procedimiento, es decir que el subcomisario no resultó inocente, por ejemplo, ante la comprobación de que no tuvo nada que ver con la privación ilegítima de la libertad y las torturas contra los dos detenidos.
Cuando debió diferenciarse de Carlos Ruckauf, primero candidato a gobernador, después gobernador y actual canciller en la clandestinidad, pero en todos los casos monotemático en su discurso de mano dura, Patti caminó la provincia hablando de empleo y reactivación, y lanzó su campañacon una foto del ex gobernador ucrista Oscar Alende, símbolo tradicional de honestidad, acompañando a las de Juan Perón y Eva Perón, mientras en el estadio de Platense una traductora interpretaba el discurso de Patti para que lo entendieran los sordomudos.
Incorporó temas educativos y sociales.
Y ayer remató con el subtitulado.
Su preocupación por el inglés le puede resultar útil desde el punto de vista político. En los ‘90, con la ilusión de la Argentina próspera y la importación sin límites, cualquier rechazo a una conexión liviana con el mundo global era presentado como un gesto de nacionalismo pasado de moda. Ahora, a la miseria general se suma un estilo cada vez más intolerable, casi colonial, por parte de los funcionarios de los Estados Unidos y del Fondo Monetario. El secretario del Tesoro Paul O’Neill suele dar órdenes a la Argentina sobre cómo debe ajustar su economía, y la número dos del Fondo, Anne Krueger, hasta pone fechas para que el Congreso apruebe las leyes. El parlamento está tan desacreditado por trabajar al ritmo de Washington que el diputado Eduardo Camaño no pudo conseguir el desafuero de la diputada Alicia Castro luego de que la integrante del Frente por el Cambio ironizara acerca de sus colegas pidiéndoles que juran sobre la bandera norteamericana.
El enojo que generaba la enseña de las barras y las estrellas había vuelto a ser patrimonio de la izquierda más tradicional. La quema de banderas era una rareza, o el acto aislado de alguna manifestación contra la intervención de los Estados Unidos en Irak o Afganistán. Hoy una bandera incendiada sigue siendo poco frecuente, pero las encuestas muestran que los argentinos rechazan en un 60 o en un 70 por ciento que la solución venga de negociaciones con el Fondo Monetario.
La ultraderecha vernácula vio en la gente los mismos signos que vislumbró la izquierda, y que está vislumbrando incluso el centroizquierda cuando Alicia Castro despliega su ironía en Diputados o Elisa Carrió exagera, con ganancia política, la denuncia de la compra de tierras por parte de extranjeros. En el caso de Patti, como sucede con Jean Marie Le Pen en Francia, la explotación de los temas “nacionales” se une a un aprovechamiento hábil de la desesperanza y la inseguridad del ciudadano común en una sociedad cada vez más fragmentada y sin futuro. Lo contrario sería pensar que en Escobar proliferaron los carteles en inglés, a los que Patti fue sensible, solo en los últimos meses. Y pensar eso equivaldría a ser tomado por asshole. Perdón, Patti: por boludo.

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Luis Patti, el intendente de Escobar que de pronto se dio cuenta de la proliferación de carteles en inglés.
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