EL PAíS
“Quiero que ella se vaya, si no es por las buenas, por las malas”
Gostanian cuenta su versión a Página/12. Dice necesitar su departamento para una hija que se casa. Niega que Menem haya tenido algo que ver. Y relata, en su jerga peculiar, sus peripecias con Zulema.
Por Diego Schurman
En el menemismo lo conocen como “el Gordo bolú”. Fue titular de la Casa de Moneda pero echó fama como creador del cotillón reeleccionista. Sus emprendimientos comerciales no van viento en popa y tuvo que cerrar algunos locales que regenteaba en Punta del Este. Sin embargo, un verborrágico Armando Gostanian negó a Página/12 que la crisis o una orden de Carlos Menem hayan motivado el pedido de desalojo de Zulema Yoma. “Necesito el departamento, mi departamento, para mi hija, que se casa. Y quiero que esa mujer se vaya. Si no es por las buenas será por las malas.”
–¿Qué ocurrió exactamente con Zulema Yoma?
–Son todos boludos. Esto es un tema particular, es una cosa privada. No es para darle tanta discusión, tanta bola. Quieren hacer un circo.
–¿No quiere dar su versión?
–Mi versión es que quiero que se vaya. No sé si me explico. Después de 7 años ¿qué tiene que hacer acá? Ya se lo pedí varias veces en estos años y lo único que me quedaba era mandarle una carta documento, nada más.
–¿Por qué sale a la luz ahora?
–Porque ella es la dueña del país. ¿O no sabe?
–¿Por qué?
–Porque está en todos lados y quiere salir en todos lados.
–Algunos dicen que usted ahora reclama el departamento para que Carlos Menem tenga un lugar donde alojarse en la Capital.
–Nada que ver. Menem es un amigo mío de hace 30 años y no tiene nada que ver con esto. Yo le presté el departamento por la amistad que tengo con ellos desde hace años. Pero ya es un abuso ¿no?
–¿Y usted para qué quiere el departamento?
–Porque se casa mi hija y se lo quiero dar a ella. Pero esto es un tema privado.
–Pero adquirió estado público...
–Adquirió estado público porque la otra le quiso dar estado público. Yo no. ¿Entiende? Ella no está bien, no está en su sano juicio.
–Hubo un hecho de alguna manera parecido en los ‘90 cuando Zulema fue desalojada de Olivos por Antonietti...
–Pero también ¿usted sabe por qué la echaron de ahí?
–¿Por qué?
–...mejor pregúnteselo a ella. Acá todas las cosas se saben. No las voy a decir yo.
–¿Me asegura que Menem no tiene que ver con lo ocurrido? Zulema dice que fue él quien le ordenó “hostigarla”.
–Nada que ver.
–Menem está construyendo una nueva casa en Anillaco y ahora quiere un lugar para alojarse en Capital. Usted lo sabe.
–Puede ser, puede ser. Lo de Anillaco es porque lo sacaron de la otra casa que tenía ahí.
–Porque está a nombre de Zulemita...
–Ellas le sacan todo y después resulta que son unas santitas ¿no sé si me explico?
–Insisto, ¿Menem es ajeno a este pedido de desalojo?
–Si lo quieren meter, métanlo, igual a mí no me perjudica en nada. Pero le aseguro que ni Carlos Menem se mete en mis decisiones ni yo me inmiscuyo en sus cosas.
–No me mienta.
–Pero mire... él nunca vino a vender una camisa al negocio mío. Y eso que se lo pedí como 50 veces. No me dio bola ¿qué carajo tiene que ver él conmigo?
–Recién me dijo que era su amigo. Usted ha sido funcionario de él, le ha prestado la quinta de Don Torcuato donde cumplió el arresto domiciliario...
–...pero, escúcheme: Menem es amigo mío. ¿Cómo no se lo voy a prestar? Es más, cuando murió el hijo me pidió encarecidamente si le podía prestar algún departamento... y sí, yo le presté el de Libertador pero por 6 meses o un año porque no quería estar en el que tiene en la calle Posadas por el recuerdo del hijo.
–Ese es, junto a la dificultad de manejar dinero por tenerla dentro del corralito, uno de los argumentos que esgrimió Zulema para negarse a abandonar ahora el edificio de Libertador.
–Pero tiene otro en la calle Echeverría, tiene acá, allá...
–¿En Miami?
–...no sé. Pero tiene otro en el Museo Renault. Tiene el departamento del hijo. Qué sé yo. Tiene lugares donde irse.
–¿Y por qué cree entonces que se niega a irse?
–No hablo con ella hace seis años.
–¿Se comunicaron a través de los abogados?
–Se lo dije personalmente por la hija. Mandé unas cartas normales en las cuales le pedí que dejara libre el departamento. Y como no obtuve ninguna respuesta le tuve que mandar una carta documento.
–¿Y si se niega a abandonar el departamento qué va a hacer?
–No la voy a matar. ¿No sé si me entiende? Yo no estoy desesperado. Lo único que quiero es que se vaya. Pero ella es caprichosa.
–Pero si se canaliza por la vía judicial usted sabe que puede terminar en un desalojo por la fuerza.
–Y sí, sí. Yo las quise hacer por las buenas. Pero si por las buenas no quiere aceptar será por las malas.
–¿Hay un episodio previo y conflictivo entre ustedes dos?
–¡¡¡Noooooooooooooooooooooooooooooo!!! Yo no me peleo con nadie.
–Bueno, ella dice que usted y el dictador Massera aseguraron que a Carlitos Jr. lo mataron. Y, más allá de los argumentos que brindó para negarse a abandonar el edificio de Libertador, dijo que hasta que no se aclare el caso no se va a mover de allí.
–Nunca dije eso. Yo le dije que le preguntara a Massera. ¿Cómo voy a decir eso? Lo que pasa que ella graba todo. Cuando uno habla con ella graba todo, anota todo.
–¿Y qué me quiere decir con eso?
–Que no tiene ninguna grabación en la que haya dicho eso.
–Pudo haberlo dicho igual...
–Yo le di mi respuesta. Usted ponga lo que quiera.