ESPECTáCULOS › LOS MACOCOS REPONEN “MARRAPODI” Y PRESENTAN SU LIBRO
Textos para deshacer teatro
El grupo festeja sus primeros 17 años de vida con “Teatro deshecho I” y la reposición de su notable obra sobre la familia Marrapodi.
Por Silvina Friera
A pesar de que desde 1985 destinan su vasta capacidad creativa al servicio del teatro, una de las actividades artísticas más fugaces, nada es casual ni efímero para el grupo Los Macocos. El vértigo de los últimos tiempos no afectó la elocuencia, mucho menos la independencia, de esta agrupación integrada por Martín Salazar, Javier Rama, Marcelo Xicarts, Gabriel Wolf y Daniel Casablanca. Al contrario, potenciaron el contenido de una producción que conscientemente fue apuntalando una crítica certera, un cross a la mandíbula de las estructuras sociales, políticas y comunicacionales de los ‘90, como sucedió con Macocrisis, estrenado en 1996, cuando no se avizoraba el abismo al que se acercaban los argentinos. Por entonces, una porción importante de la clase media continuaba “distraída” por las mieles de los viajes a Miami y la mágica paridad cambiaria. Después de 17 años de trayectoria, Los Macocos articularon un idioma propio de la comicidad dramática, sintetizado en un slogan fundacional, que marcó un camino: Los Macocos no hacen teatro, lo deshacen. En este manifiesto está el germen del título del libro Teatro Deshecho I, Flora y fauna de la creación macocal, que reúne las obras más representativas del grupo.
En el teatro Lorange, con la excusa de la presentación del libro integrado por las piezas Adiós y buena suerte, Macocos: Geometría de un viaje, La fabulosa historia de los inolvidables Marrapodi (que el grupo acaba de reponer en el mismo Lorange, los viernes y sábados a las 23.15) y Los Albornoz, las faunas teatrales y musicales estaban de parabienes y a puras carcajadas. La misma sensación alimentaba el espíritu de los seguidores de la primera hora que conocían el remate de la mayoría de los fragmentos que representaron (como un semimontado) Damián Dreizik, Alicia Zanca, Claudia Lapacó, Laura Novoa, Mariana Fabbiani, Silvina Bosco, La Banda de la Risa (Diana Lamas, Oski Guzmán, Gabriel Rovito y Claudio Da Passano), Jorge Suárez, Daniela Fernández, Los Prepu y los músicos Federico Mizrahi y el grupo Los Cuatro Vientos, entre otros. Aunque la distancia entre el texto escrito y la obra representada impone un notable entrenamiento de la imaginación, el desafío planteado por Los Macocos comenzó a funcionar durante la presentación: propiciar futuros estrenos de estas obras a cargo de otras compañías. Cierto que algunos fans no pueden concebir que una creación típicamente macocal sea representada por otros grupos. Probablemente, la riqueza de este desafío trace las coordenadas sobre las que se moverán las próximas camadas de discípulos que se animen a tomar la posta y consigan alcanzar o incluso superar a los maestros, que están ensayando Continente viril, de Alejandro Acobino.
Mariana Fabbiani se encargó de “La voz de la sala”, el comienzo de Adiós y buena suerte. La Banda de la Risa, con soltura y desparpajo, recreó la introducción de la historia de los Marrapodi, artistas trashumantes que traen desde Europa su arte, y que pelean contra la ignominia del olvido. Con esta idea como disparador, Los Macocos apostaron a contar la historia del teatro nacional y homenajearon a quienes los precedieron, apelando al teatro en verso, la zarzuela, el sainete, el teatro de revistas, el tango y la payada, entre otros géneros. La primera ovación de la noche se la llevó un auténtico goleador de los escenarios alternativos, Damián Dreizik, que jugó de local para el público de Los Macocos, con su impecable interpretación de Mariquita, esa soñadora naif, arquetipo femenino de los clásicos españoles, que busca al príncipe azul que la rescate. “¿Qué hubiera pasado si Los Macocos fueran cuatro mujeres?”, preguntó Daniel Casablanca. Imposible arriesgar una respuesta.
Sin embargo, el cuarteto Novoa-Lapacó-Zanca-Bosco dejó su impronta en los papeles de esos patéticos científicos, burócratas hasta la exasperación, que hablan sobre el teatro, entre otros temas, en Geometría de un viaje. De la misma pieza, Daniela Fernández y Tony Lestingiencarnaron al marido y la mujer que tienen ciertas dificultades comunicativas. Después de esta seguidilla, era el turno de que aparecieran ellos. Los Macocos dieron rienda suelta al absurdo con el “Bolero” de Adiós..., acompañados por Mizrahi en el piano.
La debacle de los Albornoz parece inexorable y las desgracias que padecen se multiplican de manera asfixiante. Paula Requeico y Los Prepu demostraron cómo frente a la desesperación los principios morales y éticos se desvanecen: entregar a la nena es lícito a la hora de impedir el corte del agua, la luz y el gas por falta de pago: “La gente se acostumbra a todo”. El último invitado, el actor Jorge Suárez, arremetió con “Brindis”, de Adiós..., estrenado en 1991: “Habrá unos instantes de estupor, de asombro frente a lo desconocido; pero será mejor, porque será lo nuevo. Porque este viejo, podrido y aburrido mundo, reventará de una vez y para siempre. Ni bomba, ni exceso de calcio, ni agujero de ozono, ni sida, ni cólera, ni ninguna de esas tonterías producirá su fin. Se terminará porque sí. Porque en este sitio, al fin nos dimos cuenta de que era preferible sacar la viga derrotada que sostenía esta infamia”. El rock final y el vals de la misma obra, con las velas sobre el escenario del Lorange en penumbras, cerraron el ritual de la reconstrucción de la memoria teatral de Los Macocos.