EL PAíS › LAS PRUEBAS QUE EL FORMOSEÑO NO PUDO REFUTAR
Buenos motivos para el juez
Llamadas telefónicas del 26 y 27 de abril, la posición estratégica del formoseño en el bloque justicialista, el cambio de último momento de su postura respecto de la ley de flexibilización laboral y la forma en que todos estos indicios encajan en el relato del “arrepentido” Mario Pontaquarto son parte de las pruebas que el juez federal Daniel Rafecas evaluó para considerar que existía una sospecha fundada de que el ex senador Ricardo Branda cobró una coima del gobierno de Fernando de la Rúa.
Según el análisis de las llamadas telefónicas de los involucrados en la causa que realizó el tribunal, el 26 de abril de 2000 Branda realizó un llamado a su casa de Las Cañitas desde Callao y Posadas, donde está ubicado el departamento del ex senador Emilio Cantarero. El dato se corresponde con el relato de Pontaquarto, quien aseguró que esa noche le entregó a Cantarero, en la casa del legislador, 4 millones 300 mil pesos que iban a ser repartidos momentos después a otros miembros del bloque peronista. Ese dato revelaría, además, que Branda mintió en su indagatoria: cuando el juez le preguntó qué había hecho el 26 de abril después de que se sancionara la ley de reforma laboral, el acusado aseguró que se fue “directamente” a su casa. También afirmó que no conocía el departamento de Cantarero. En base a las pericias sobre las comunicaciones telefónicas, el tribunal detectó que Branda y (Remo) Constanzo volvieron a la casa de Cantarero en la noche del día siguiente, cuando, según la hipótesis del magistrado, se habría continuado con el reparto del dinero.
Rafecas consideró otro detalle. El teléfono celular de Branda no estaba a su nombre. La titular era una mujer llamada Sol Rodríguez, esposa de Hernán García, un ex empleado del formoseño. El juez viajó a Villa Gesell para interrogar a Rodríguez y García, quienes confirmaron que Branda les había pedido sus nombres para sacar una nueva línea telefónica. La boleta llegaba todos los meses al despacho del ex senador.
Para el juez, fue “llamativo” el comportamiento de Branda al votar el proyecto de reforma laboral: el ex senador era un “férreo opositor” a la iniciativa, pero a último momento decidió pronunciarse a favor. Al tomar la palabra en el recinto, el funcionario tenía un discurso preparado pero decidió no leerlo ni pedir que se incorporara a la versión taquigráfica. A pesar de que no había tenido tiempo redactar un escrito con el cambio de su posición, Branda dijo que el discurso era a favor de la ley. Para el juez, las imágenes de televisión que registraron el momento en el que el funcionario fundamentó su voto muestran a una persona “intentando explicar lo inexplicable”.