“Metrovías informa que el servicio se encuentra interrumpido por medidas de fuerza gremial”, anunciaba la habitual voz del subte, aunque sonaba extraña en la estación Constitución de la línea C, tomada por los trabajadores de las tercerizadas. La policía se desplegó en la estación con una orden de desalojo. Pero, al anochecer, el conflicto entró en una impasse y continuaba negociando con los delegados. “Olé, olá, la policía va a terminar en el hospital”, coreaba un grupo de militantes del MST, MAS y PTS mientras usaban los molinetes como tambores. Los manifestantes cortaron cinco bocas de subte, mientras que la policía puso un vallado en el resto. Los trabajadores del subte se desparramaron por los vagones y por las vías. “Si nos intentan desalojar, sabemos por dónde salir. Ellos no conocen los túneles y se van a perder”, señalaron. En los andenes –algunos con barricadas– circulaban militantes con palos y barbijos por si lanzaban gases. Las cámaras de seguridad terminaron tapadas con un nylon. La policía tuvo varias reuniones con los delegados y, en una de las últimas, les ofreció un encuentro con la UTA, que rechazaron.