EL PAíS › COLECTIVOS LLENOS Y TAXIS OCUPADOS EN CONSTITUCION

El muy largo camino a casa

Faltaban pocos minutos para las 18, y las colas que se formaban en las paradas de los colectivos eran mucho más largas de lo habitual. Por segundo día consecutivo, los subtes no funcionaron y quienes habitualmente viajan por abajo tuvieron que hacerlo por arriba. Colectivos repletos, taxis ocupados y algunos que eligieron caminar era el panorama en las últimas horas de la tarde de ayer en los alrededores de la estación Constitución.

“No sé qué reclaman los trabajadores del subte, pero si es por una mejora me parece bien”, comentaba Pablo, empleado de un local de computación en la Galería Jardín. El muchacho con remera gris y mochila verde viaja siempre en la línea C, y a veces combina con la B. “No es muy lejos de acá, pero me vine caminando porque no voy a gastar guita en un taxi con el tráfico que hay”, se quejaba quien estaba a la espera del colectivo de la línea 51, en la parada que está en la esquina de la plazoleta que da a la calle Brasil.

Para José, de 58 años, las cosas no estaban tan mal. Sobre unas de las delgadas veredas donde se ubican las paradas de los colectivos, el hombre tiene un puesto donde vende desde alfajores hasta pilotines para lluvia. “Hay más gente y algo más se vende. Pero igual es un quilombo esto. Es la misma Argentina de siempre”, se resignaba el vendedor de alfajores a 3 x 1. Si algo le faltaba a la tarde era la llegada del cuerpo de Infantería de la Policía Federal. Sobre la entrada principal a la estación estacionaron dos camionetas, un colectivo, dos patrulleros y un camión de bomberos de la misma policía. Todos los que estaban a la espera de viajar sentados en los colectivos se tomaron sus minutos para predecir qué podría llegar a pasar.

“Acá se arma. ¿Tanta gente para unos pocos laburantes?”, se preguntaba una mujer. Minutos más tarde, la caravana policial se fue como llegó.

“Me tienen podrido, cuándo van a entender que por el subte viajan miles de personas y que los bondis son un desastre”, decía Javier, mientras estaba a la espera del 28. Y Soledad, con impecable trajecito marrón y a la espera del mismo colectivo, se sumaba al reclamo de Javier: “Ellos (los trabajadores) no me van a pagar el tiempo que pierdo”.

Alrededor de las siete de la tarde el paisaje era otro, ni mejor ni peor; diferente. Menos gente, unos pocos taxis que empezaban a circular sin pasajeros y algunos manifestantes del MST y del PTS que ya se habían acoplado al reclamo de los empleados de seguridad de la empresa Metrovías. Dentro de la estación, las escaleras mecánicas que suben y bajan a millones de personas por día estaban paradas y con fajas de seguridad. Tres policías se encargaban de custodiar todas las bajadas, pero también hacían el papel de informantes cuando la gente les preguntaba si se había levantado o no el paro. A pesar del conflicto gremial, algunas personas ya tenían su bolsos listos porque el fin de semana largo espera.

Informe: Luciano Zampa.

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