–Enfrentó hace poco una parodia en el programa de Tinelli. ¿Cómo le impactó la difusión de la filmación?

–El hecho puntual es un episodio cerrado. A mí me invitaron a una entrevista seria, de haber sospechado de que se trataba de una parodia hubiera dicho que no. Cierto es que se grabó una hora, que no tuve oportunidad de ver la edición y que nadie me pidió autorización para ponerlo en el aire. Nadie está exento de caer en una trampa.

–¿Qué conclusión le dejó el episodio?

–No sentí que hubiese salido lastimado. Lo importante es cómo uno reacciona. Con las preguntas improcedentes no caí en el juego y luego le pedí al entrevistador que se callara. Con las intervenciones más desopilantes me callé, me di cuenta de la situación, y cuando pude se lo dije a la conductora.

–¿Qué opina del empleo de cámaras ocultas o métodos similares en el periodismo?

–Cuando se trata de descubrir casos de corrupción y delitos, muchas veces es útil. Claro que siempre hay una zona gris para discutir la legitimidad del uso del mecanismo.