Jueves, 18 de enero de 2007 | Hoy
EL PAíS › EDUARDO GALEANO, CRITICO CON EL GOBIERNO URUGUAYO
“La idea de convertir al Uruguay en un centro mundial de producción de celulosa me parece un disparate”, afirmó ayer en una entrevista de televisión el escritor y periodista uruguayo, Eduardo Galeano. A pesar de ser un reconocido seguidor del gobierno del Frente Amplio en su país, no dudó en reprochar también lo que entendía como “traicionar la voluntad popular”, que se expresó en una consulta donde los ciudadanos uruguayos votaron para que se declarara el agua como un “bien público”.
“Mucha gente piensa que soy un traidor a la patria por decirlo, pero es lo que mi conciencia dicta a mi lengua”, aseguró Galeano frente a las cámaras uruguayas. “Es un disparate porque la celulosa es devastadora. Entre otras cosas, nos van a dejar sin agua. Las plantaciones forestales industriales nos van a dejar sin una gota”, estimó el periodista.
Del gobierno del presidente Tabaré Vázquez explicó que “la mejor manera de ayudarlo es decir qué se hace. Acá se hizo el único plebiscito en el mundo por el tema del agua, que finalmente declaró que el agua es un bien público”, y agregó que la instalación de la pastera de origen finlandés Botnia en Fray Bentos era “un modo de traicionar la voluntad del pueblo expresada en ese plebiscito”. En otro tramo de su intervención, Galeano aseveró con dureza que “la gente quiere cambios y eso me parece muy bueno, por eso no entiendo a algunos gobernantes progres, amigos, cuando dicen ‘nosotros hacemos la misma política, acá no cambió nada y vamos a continuar con lo que había’. Ah, pero entonces ¿por qué no deja que lo haga la derecha que tiene más experiencia?”.
El escritor oriental ya había expuesto su posición sobre las papeleras en una contratapa titulada “Salvavidas de plomo”, publicada en Página/12 en agosto del año pasado, en donde señalaba que “las grandes empresas internacionales nos han descubierto en el mapa y se han brotado de súbito amor por el Uruguay, donde no hay tecnología capaz de controlarlas, el Estado les otorga subsidios y les evita impuestos, los salarios son raquíticos y los árboles brotan en un santiamén”.
En aquella oportunidad se preguntaba irónicamente “¿por qué no instalan estas maravillas en Punta del Este, para mejorar la vida y estimular el turismo en nuestro principal balneario?”, y finalizaba con un dato seco sobre una de las aristas del problema: “La celulosa genera un empleo cada 185 hectáreas y la agricultura familiar crea cinco empleos por cada diez”.
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