Uno de los grandes debates del caso de Río Cuarto tiene que ver con el distinto tratamiento que se dio al pintor Gastón Zárate y el que se da a Facundo Macarrón. El primero fue detenido, aunque luego se lo liberó, mientras que al hijo de Nora en ningún momento se le dictó la prisión. Una buena parte de la población afirma que la diferencia está en que el pintor es pobre –aunque tiene un abogado eficiente, Enrique Zabala– y, en cambio, Facundo proviene de una familia de clase media acomodada. En la fiscalía sostienen otra cosa muy distinta.

Desde el punto de vista técnico, Zárate fue –y sigue siendo– imputado, procesado, mientras que Facundo Macarrón es imputado, no procesado. Su situación legal –pese al impacto mediático– es tan leve que ni siquiera se tomará esta imputación como un antecedente.

Lo que hace distintas las situaciones son las pruebas que tenía el fiscal al momento en que dispuso las acusaciones. Respecto de Zárate, el fiscal Di Santo dijo lo siguiente:

- Según declaró el amigo del pintor, Carlos Curiotti, Zárate le contó que esa noche se fue a Villa Golf, trepó por una zona de la casa, la encontró a Nora acostada leyendo y la violó. La versión resultó coherente con dos datos de la escena del crimen: que los anteojos de Nora estaban tirados en el piso, al igual que un cuaderno que aparentemente estaba leyendo.

- Los forenses siempre fueron ambiguos. Dijeron que los indicios daban para un sexo consentido fuerte, pero también para una violación.

- La novia de Zárate declaró que el pintor andaba con un celular nuevo después de la muerte de Nora. Zárate nunca pudo explicar de dónde lo obtuvo y hay fuertes indicios de que se trataba de un Motorola, uno de los dos celulares que fueron robados de la casa de Macarrón-Dalmasso.

- La novia y los padres de la novia declararon que vieron a Zárate tirar un chip al inodoro. El pintor nunca pudo explicar de dónde salió ese chip.

- Zárate registra antecedentes de violencia. Fue denunciado por su madre, por su padre y por sus hermanos. Hubo una causa judicial donde se lo obligó a un tratamiento psiquiátrico.

Estos elementos –y otros– llevaron a Di Santo a sostener una acusación mucho más fuerte que la que hoy existe contra Facundo. Directamente lo procesó y le dictó la prisión preventiva. No obstante, buena parte de las evidencias quedaron en el aire cuando el amigo de Zárate, Curiotti, denunció que la policía lo apretó para que dijera lo que dijo, mientras que la novia y su familia pasaron a defenderlo. La madre de Zárate hizo lo propio: dijo que la denuncia por violencia fue un episodio doméstico menor. Contrariamente a lo que se dice, la Cámara no desestimó las pruebas. Dijo que se trataba de evidencias, pero insuficientes, y dio a entender que había que esperar el ADN. Por eso continúa en libertad. Ahora, su defensor pide su sobreseimiento.

Las pruebas contra Facundo tienen, según dice el fiscal, otra categoría. Es una sospecha leve proveniente de las células de piel encontradas en la escena del crimen. Al no tener evidencias de que el joven Macarrón estuvo en Río Cuarto, por ahora el fiscal sólo puede calificar sus sospechas de insuficientes. Tiene algunas incongruencias en las declaraciones de los amigos y un informe telefónico que dice que Facundo tuvo el celular apagado, mientras que el joven sostiene que lo tuvo prendido. Por ello, tuvo que aplicar el artículo 306, última parte, que no le permite la detención.

El fiscal Di Santo no puede sostener las dos acusaciones por mucho tiempo. O fue Zárate, que atacó, violó y mató a Nora, o fue Facundo, que abusó de su madre y la mató. Hoy está mucho más cerca de esta segunda variante. Así lo confirman en su entorno. Por lo pronto, hay otro elemento que todavía no apareció en escena y que podría resultar decisivo: el estudio de ADN que se está haciendo en Estados Unidos, en el FBI, sobre muestras de un fluido que parecía ser semen.