EL PAíS
Gran espectro de izquierda a derecha
- Como un enorme equipo de fútbol posando para la foto, unos cien dirigentes se ubicaron sobre tres gradas detrás del escenario. Entre las caras conocidas había unas cuantas sorpresas: el ex 10 de Boca Juniors Carlos Tapia, los músicos Emilio Del Guercio y Michel Peyronel (Almendra y Riff), el historiador Roberto Baschetti y José Rodríguez de Smata. Una convocatoria heterogénea. Aunque la variedad mostraba también las contradicciones históricas del peronismo: cerca del ex montonero Andrés Castillo, que participó en el Operativo Cóndor con Dardo Cabo y sobrevivió a la ESMA, estaba sentado un emblema de la derecha peronista, Alberto Brito Lima, capo del Comando de Organización (CdeO).
- Antes de que comenzara el acto, el locutor Claudio Orellano homenajeó a Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus –fundadores de Montoneros, caídos en William Morris– y a Rodolfo Walsh, a quien definió como un “intelectual orgánico del campo popular”.
- La solemnidad del homenaje contrastó con la canción del grupo Menta, que abrió el acto con una cumbia titulada “¡Ay, cómo me la pusieron!”. La letra, imperdible, dice en una de sus partes: “Alfonsín con Menem, Duhalde y después con De la Rúa/ Mataron tus esperanzas, te quitaron el trabajo/ Te estafaron con el sueldo y te dejaron de lado/ Te curraron el presente, el futuro y el pasado”. El estribillo repite el título de la canción.
- La aparición de Teresa Del Valle González de Solá, alias “la Colorada”, fue otra de las sorpresas de la tarde. La anunció el locutor desde el micrófono, ella saludó y se quedó todo el tiempo al lado de Rodríguez Saá. Hace unas semanas, el nombre de “Teresita” había sonado como eventual candidata a vicepresidente, acompañando al “Adolfo”.
- En una de sus tantas intervenciones, el locutor leyó una carta del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, dirigida a Rodríguez Saá. En el texto, el “compañero Hugo” proponía que la Argentina “revisara su historia, la historia de San Martín y Perón”.
- Durante su discurso había prometido que a los que no entraran en el Luna Park los iba a saludar personalmente, después del acto. Y Rodríguez Saá, al menos ayer, cumplió. Terminó el encuentro, salió a la calle y se subió a una autobomba amarilla de los bomberos voluntarios de La Boca. Desde ahí saludó a todos.