ESCRITO & LEíDO
Arrepentido u oportunista
Por José Natanson
Lo peor de El arrepentido no es que no revele nada nuevo sobre el escándalo de las coimas en el Senado, que contenga unas cuantas imprecisiones o que intente salpicar a unos cuantos políticos. Tampoco que se trate de un libro insustancial y mal escrito: lo peor es que, después de leerlo, la sensación que queda es no haber presenciado un acto de arrepentimiento genuino sino un capítulo más, particularmente triste, de la larga carrera de oportunismos de su autor, Mario Pontaquarto.
Irrelevante desde el comienzo, El arrepentido dedica sus primeras páginas a un relato bastante aburrido de los inicios, aún más aburridos, de Pontaquarto como militante de tercera línea del radicalismo bonaerense. Cuenta su ingreso al Senado y hay un confuso intento de narrar el deslumbramiento del joven inexperto ante sus primeros contactos con el poder y el brillo de Buenos Aires. Después habrá algunas anécdotas –como la de los senadores burlándose de los soporíferos discursos de Romero Feris–, menciones a los enemigos políticos del autor, entre los que se destaca su ex jefe José Genoud, y denuncias sin nombre y apellido, como la del mensajero de un grupo de legisladores que volvió al Congreso con medias de nylon llenas de dinero después de cobrar una coima.
Pontaquarto relata en detalle cómo fue que recibió el dinero para pagar los sobornos de manos de Gladis, la secretaria de Fernando de Santibañes, cuenta su reunión con Cantarero, sus contactos con Genoud y la promesa incumplida de convertirlo en representante de la SIDE en París. Es verosímil y coherente, pero no añade nada que no haya dicho en sus frecuentes incursiones televisivas o en sus declaraciones ante la Justicia.
Lo más notable es la contradicción de fondo que recorre todo el libro. Por momentos, Pontaquarto intenta presentarse como un hombre idealista, que creía en la política como herramienta de transformación, y que de un día para el otro se encontró en el lugar de pieza clave del episodio de corrupción más escandaloso desde el retorno de la democracia. “Me encontraba ante una de las encrucijadas más difíciles de mi vida: aceptar tamaña decisión significaba tirar por la borda 20 años de militancia, en los cuales siempre me había opuesto a ese estilo perverso de hacer política, y pasar a convertirme en uno de ellos”, dice Pontaquarto.
Al mismo tiempo, sin embargo, el hombre construye su relato como el retrato de una clase política corrompida del principio al final, a tal punto que el subtítulo de El arrepentido –“Cómo se hace política en la Argentina”– pretende revelar el modo –el único modo– en que funciona la política argentina: el libro incluye una sección con fotos de Pontaquarto con De la Rúa, Alasino, Storani, Alfonsín y Carrió, entre otros, en un intento de salpicar a todos los políticos ubicándose en el curioso lugar de mancha venenosa.
Lo que no queda claro, entonces, es si Pontaquarto era un joven idealista llegado del interior que un día se encontró ante la situación de tener que transportar una coima millonaria, o si era parte integral de ese sistema putrefacto que ahora –dice– quiere combatir. No queda claro, como tampoco quedan claros los motivos que lo llevaron a arrepentirse (¿fue por presión de su conciencia, necesidad de protagonismo, búsqueda de venganza?), ni las razones que lo impulsaron a escribir un libro que no aporta nada nuevo.